Un estudio revela qué rasgos definen a una persona genial: en España hay consenso absoluto
Un estudio realizado a nivel global identifica patrones comunes en cuanto a lo que más admiramos en los demás, con resultados llamativos en el caso español.
¿Qué hace que alguien nos parezca genial? ¿Se trata de popularidad, de estilo, de carácter? ¿Es lo mismo ser “buena persona” que ser “admirable”? Para responder a estas preguntas, un grupo internacional de investigadores ha encuestado a casi 6.000 personas de doce países —de Nigeria a Corea del Sur, pasando por España— y ha identificado una sorprendente coincidencia global: el perfil que se asocia con las personas más admiradas comparte seis rasgos clave, y en España la percepción es prácticamente unánime.
Los resultados, publicados en The Conversation, apuntan a una tipología universal. Las personas consideradas “geniales” tienden a ser extrovertidas, hedonistas, aventureras, abiertas, poderosas y autónomas. No se trata solo de caer bien o de ser buena gente: según los investigadores, la genialidad social va por otro carril. “La amabilidad, la calma, la seguridad o la responsabilidad se asocian más con la bondad que con lo cool”, explican. En cambio, algunos de los atributos más valorados en este estudio —como el poder personal o el placer por el riesgo— no necesariamente se relacionan con lo moral.
La investigación revela que el concepto de “cool” ha cambiado de forma sustancial con el tiempo. En sus orígenes, se vinculaba con la contención emocional y la elegancia distante, una actitud cultivada por músicos de jazz y adoptada después por distintas subculturas. Las grandes marcas comerciales lo convirtieron en una estética global. Hoy, sin embargo, esa idea de genialidad se define más por la autenticidad, la curiosidad y la capacidad de marcar estilo. No es una pose: es una manera de estar en el mundo.
España encaja de lleno en ese patrón global. La muestra nacional refleja una apreciación muy clara por el mismo perfil descrito por el estudio: personas que se desmarcan, influyen, prueban cosas nuevas y no piden permiso. Es decir, extroversión, autonomía, poder. En países como Sudáfrica, esa diferencia entre “genial” y “bueno” se agudiza todavía más. Y en otros, como Nigeria, se matiza: allí, la autonomía no se asocia especialmente con lo admirable, quizá por una mayor valoración de la colectividad y las estructuras jerárquicas.
Más allá de las particularidades culturales, los autores del estudio subrayan el valor de esta convergencia global. Que distintos países coincidan en lo que entienden por una persona “cool” revela, según los investigadores, un patrón social compartido. Estas personas —que combinan riesgo, apertura y carisma— son las que empujan el cambio, inspiran y ayudan a redefinir lo que se percibe como moderno o deseable. No siempre son las más virtuosas, pero sí las que marcan el ritmo.
Y hay algo más: “No hace falta ser famoso ni rico para ser genial. Basta con ser curioso, valiente y fiel a uno mismo”, concluyen los autores. A juzgar por este estudio, eso —en Madrid, en Lagos o en Seúl— sigue siendo lo más admirable de todo.