Un nuevo estudio revela la inquietante realidad que afecta a 1 de cada 3 españoles durante las vacaciones de verano
El encarecimiento del alquiler y el aumento del gasto vacacional agudizan la brecha entre quienes pueden viajar en verano y quienes deben quedarse en casa.

En las playas de Benidorm no cabe un alfiler. Como cada año, el verano llena los destinos costeros de sombrillas, neveras y turistas en busca de descanso. Sin embargo, esa imagen cada vez representa menos a una parte importante del país. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), recogidos por The Olive Press, más de un tercio de los españoles —concretamente un 33,4%— admite que no puede permitirse una semana de vacaciones al año. Ni siquiera una.
La cifra no es anecdótica. El INE incluye esa escapada mínima anual entre los elementos que definen un nivel de vida digno. Que uno de cada tres ciudadanos quede fuera de ese umbral no solo ilustra el impacto de la crisis del coste de la vida: también pone de relieve un fenómeno estructural que ni siquiera el aumento del salario mínimo ha podido revertir.
Entre 2018 y 2024, el sueldo base en España ha subido un 54%, pasando de 736 a 1.184 euros mensuales. En el mismo periodo, los precios lo han hecho un 19%. A simple vista, podría parecer que los hogares han ganado capacidad adquisitiva. Pero la realidad es más tozuda, y tiene mucho que ver con el alquiler.
La vivienda en régimen de arrendamiento se ha convertido en el principal factor de exclusión. El 40% de quienes viven de alquiler no se van de vacaciones, frente al 28% de quienes tienen una casa en propiedad. La diferencia se agrava en las ciudades, donde los inquilinos dedican una parte desproporcionada de sus ingresos a pagar el techo bajo el que viven.
Un estudio conjunto de InfoJobs y Fotocasa apunta que los arrendatarios destinan de media un 47% de su salario bruto a la vivienda, el porcentaje más alto en cinco años. En Madrid, el dato alcanza un 71%, lo que deja poco margen para el ocio, el ahorro o los imprevistos. Mientras tanto, el precio del metro cuadrado ha subido de 10,35 euros en 2021 a 13,35 euros a finales de 2024.
A este panorama se suma el coste de las vacaciones. Según cálculos de la financiera Oney, quienes consigan irse este verano desembolsarán una media de 1.339 euros. Una cantidad inasumible para muchas familias, especialmente aquellas atrapadas en el círculo vicioso de los alquileres desbocados.
