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Construyen el aeropuerto imposible cortando la cima de 7 montañas con maña, paciencia y toneladas de dinamita

Construyen el aeropuerto imposible cortando la cima de 7 montañas con maña, paciencia y toneladas de dinamita

Las autoridades chinas querían impulsar el turismo en un paraje remoto del Yangtsé. Para lograrlo, los ingenieros optaron por una solución tan radical como efectiva.

Vista aérea del aeropuerto de Wushan, en China.
Vista aérea del aeropuerto de Wushan, en China.GM

La localidad china de Wushan, enclavada en un paraje remoto de la región montañosa de Chongqing, famosa por su cercanía a los desfiladeros del Yangtsé, ha vivido durante años una contradicción: su entorno privilegiado atraía a miles de turistas, pero llegar hasta allí resultaba extremadamente complicado. La mayoría accedía por barco, navegando el río, ya que las conexiones terrestres eran escasas y poco prácticas. Esa falta de accesibilidad no solo limitaba el flujo de visitantes, también frenaba el desarrollo económico.

Fue entonces cuando el Gobierno chino tomó una decisión drástica: construir un aeropuerto que conectase Wushan con el país. Se había detectado el potencial turístico de la región, pero también se asumía que, sin una infraestructura a la altura, el proyecto de desarrollo seguiría estancado. Sin embargo, no tardó en aparecer un obstáculo que en cualquier obra convencional lo haría inviable: el abrupto relieve de la zona, sin una sola llanura natural. Lejos de abandonar el plan, los ingenieros optaron por lo impensable: modelar el terreno desde cero para hacer viable que allí pudieran aterrizar aviones.

Así es como nació un aeropuerto imposible cuya construcción comenzó en 2015 con un planteamiento tan ambicioso como extremo: volar siete cumbres y, con sus escombros, rellenar seis valles adyacentes. El objetivo no era otro que crear, allí donde no había nada, una plataforma capaz de sostener la pista de aterrizaje. Para ello se emplearon toneladas de dinamita y, según cuenta Tekniikka & Talous, se desplazaron más de cinco millones de metros cúbicos de tierra y roca, lo que convirtió la obra de ingeniería en un reto logístico y también, para que negarlo, en una pesadilla geológica.

La complejidad del terreno no era el único desafío en la construcción del aeropuerto de Wushan. Los trabajos se llevaban a cabo a una altitud superior a los 1.700 metros, en una zona sometida a los efectos de las lluvias torrenciales características de la región y, por si todo esto fuera poco, a una elevada actividad sísmica. La combinación de estos factores comprometía seriamente la estabilidad de la plataforma sobre la que debería apoyarse la infraestructura, así que, para evitar deslizamientos de tierra y más fenómenos de erosión a largo plazo, los ingenieros chinos diseñaron un sistema adaptado al terreno, con muros de contención, drenajes y refuerzos en las laderas que consolidaran la base de la pista.

Turismo, drones y ciruelas

Tras cuatro años de obras marcadas por dificultades técnicas extremas, el aeropuerto de Wushan entró en funcionamiento en 2019 con una pista de aterrizaje de 2,6 kilómetros de largo por 45 metros de ancho. Suficiente como para que aterricen aviones de pasillo único, como puede ser el Boeing 737, el modelo comercial más vendido del mundo, o el Airbus A320, uno de los más utilizados para vuelos regionales. Además, la terminal tiene capacidad para gestionar hasta 280.000 pasajeros al año, sin que ello se convierta en una amenaza para los otros grandes aeródromos de China.

Además de atraer a un número creciente de turistas a la región, el aeropuerto también ha servido para transformar la forma en la que trabajan el campo en esta zona de China. Las ciruelas que se cultivan en las fincas más próximas ahora se recogen con drones, que las trasladan directamente hasta la terminal, desde la que se distribuyen a otros puntos del país. El sistema ha reducido los tiempos de transporte, ha mejorado la rentabilidad de los cultivos y ha permitido que los agricultores lleguen a mercados hasta ahora inaccesibles, consolidando la región de Wushan como nuevo nodo logístico y económico en el interior del país que, además, ha contribuido a aliviar el aeropuerto internacional de Chongqing.

Hoy, Wushan tiene pista, terminal y conexión directa con el resto del país. No tenía ni un metro de tierra llana, pero sí la atención del Gobierno chino, que cuando el desarrollo entra en la agenda política resuelve lo demás —las montañas, los valles, la altitud— con planificación… y toneladas de dinamita.