El español detrás del éxito de Freepik cita a un primatólogo para explicar el avance de la IA y su conclusión inquieta: "Solo es una mutación de tamaño"
Tiene claro que la IA no puede verse ni como magia ni como humo. Las dos lecturas te engañan.
España también tiene su hueco en la inteligencia artificial (IA), e incluso hay empresas bien posicionadas, como el caso de Freepik, una plataforma creativa global que ofrecen todo tipo de recursos gráficos para diseñadores y creadores y que funciona bajo un modelo freemium. Era inevitable y ha evolucionado para incluir potentes herramientas de IA, así que no podía faltar su opinión y sensación de primera mano.
Durante la larga charla al creador de Freepik, Joaquín Cuenca, en el canal de YouTube spicy4tuna, no podía faltar el debate sobre inteligencia artificial, en una empresa que además ha tenido que implementarla, como tantas otras: "mucha gente tiene miedo, pero miedo de verdad". Y acepta que "tiene parte que está fundada".
No es el típico discurso de "tranquilos, no pasa nada": el mensaje es otro. La IA, viene a decir, no se puede moldear desde la distancia: "Si lo quieres moldear, tienes que tenerlo entre tus manos… Tú no puedes moldear algo ignorándolo".
Cuenca y su empresa vive transformaciones y los trabajadores incertidumbre laboral, con una especie de vértigo histórico: "qué rápido nos acostumbramos a las cosas", comenta al recordar cómo hoy ya te parece normal "hablar con un ordenador" y que te responda "coherentemente".
Lo que nos distingue de un primate y por qué importa para entender la IA
Antes de aterrizar en Freepik, la charla se va a un terreno inesperado: biología y Sapolsky. En el 1:25:19, el invitado recuerda el viejo dato popular de que humanos y primates “compartimos el 98% del ADN” y lo usa como idea-fuerza: nos creemos muy especiales, pero quizá la diferencia “estructural” no sea tan mística.
Pero la charla con el CEO de Freepik deriva a mayores profundidades que los miedos sobre la IA y el futuro. Va más allá y se va a un terreno inesperado: la biología y Sapolsky. Cuenca recuerda el viejo dato popular que humanos y primates "compartimos el 98% de ADN" para desmitificar a aquellos que piensan que la inteligencia humana es tan superior y que ni una inteligencia artificial general logrará nunca igualarla. Nos creemos muy especiales, apunta, pero quizá la diferencia "estructural" no sea tan mística.
¿Y esto qué tiene que ver con la IA? Con algo muy simple: la tentación de sobre explicar. Igual que un número mal contado puede crear un relato (somos "solo" un 1% distintos), con la IA pasa lo mismo: o la ves como magia o como humo. Las dos lecturas te engañan.
"Estamos significativamente más cerca": por qué ahora sí cambia el tablero
El miedo cada vez más extendido a que "la IA lo haga todo" lo compara a la llegada de los ordenadores: entonces "creíamos lo mismo", aunque ahora, hay un salto real. "Estamos significativamente más cerca. Ha habido un paso", asegura. Aun así, introduce una idea clave para empresas y trabajadores: históricamente, la gente tiende a creer "esta vez sí" es la última revolución... y casi nunca lo ha sido.
Cuenca, como buen empresario, va a lo práctico: para entender riesgos, primero hay que usarlo, detectar fallos, ver "dónde confunde términos" y cómo a veces se equivoca porque en internet ya hay fuentes equivocadas. Es una observación incómoda, pero realista: los modelos pueden amplificar confusiones existentes si no hay control humano.