Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Jeff Bezos sube la apuesta con su cohete e iguala al de Elon Musk: despega y aterriza como los demás

Jeff Bezos sube la apuesta con su cohete e iguala al de Elon Musk: despega y aterriza como los demás

La empresa espacial Blue Origin se iguala con SpaceX al recuperar el gigante New Glenn y enviar los satélites de la misión marciana tras un despegue impecable.

Lanzamiento del cohete New Glenn de Blue Origin visto desde la costa, con una multitud de personas observando mientras el vehículo se eleva entre humo y llamas.
Espectadores observan el despegue del cohete New Glenn de Blue Origin, en Florida.Steve Nesius

Blue Origin llevaba tiempo con ganas de demostrar que lo suyo no era solo turismo espacial para millonarios con vértigo selectivo. Y este jueves, a fuerza de insistir, Jeff Bezos ha conseguido lo que llevaba años persiguiendo: recuperar por primera vez la primera etapa de su cohete gigante, el New Glenn, justo después de lanzar la misión Escapade de la NASA rumbo a Marte. Una maniobra que, hasta hoy, solo podía presumir Elon Musk con sus Falcon 9 y su monstruoso Starship. Pues bien, ya no está solo en la fiesta.

La secuencia ha tenido su punto cinematográfico: los siete motores BE-4 encendiendo la plataforma de Cabo Cañaveral, la columna de fuego abriéndose paso en un cielo inesperadamente despejado tras varios días de retrasos por nubes y tormentas solares, y diez minutos después, el booster de 17 pisos de altura cayendo con una delicadeza casi indecente sobre una barcaza en mitad del Atlántico. La nave, por cierto, se llama “Nunca me digas las probabilidades”, el mítico grito de Han Solo, que estaría orgulloso del aterrizaje suavecito.

A esa misma hora, azul y oro —literalmente— viajaban ya hacia el espacio profundo. Los dos satélites idénticos de la misión Escape and Plasma Acceleration and Dynamics Explorers (Escapade) iban dentro de la segunda etapa, camino de una travesía de 22 meses rumbo a Marte para estudiar cómo el viento solar muerde la atmósfera del planeta hasta dejarla en los huesos. Para la NASA es ciencia dura; para Blue Origin es un estreno con todas las letras: “la primera carga científica” que la compañía entrega en órbita para una misión de terceros, según los teletipos.

Musk sonríe… y aprieta los dientes

La jornada ha terminado, incluso, con un deportivo gesto de Elon Musk en su red social X, donde ha escrito una diplomática felicitación (“Enhorabuena, Jeff Bezos y a el equipo de Blue Origin”), aunque con regusto a bien jugado, pero ya veremos en la próxima. Lo verá: que la empresa aeroespacial del propietario de Amazon haya logrado por fin un aterrizaje limpio significa que entra, de verdad, en la competición por el negocio orbital, ese donde SpaceX lleva ventaja con casi 280 lanzamientos en dos años.

La vicepresidenta de Blue Origin, Ariane Cornell, ha encendido la euforia interna. Ha señalado que este lanzamiento marca “la próxima era de los vuelos espaciales para Blue Origin” tras confirmar que la misión había desplegado con éxito los dos satélites marcianos antes de poner rumbo al punto de Lagrange desde donde arrancará su maniobra hacia el planeta rojo. Misión cumplida. Y esta vez sin necesidad de viaje turístico para celebrarlo.

El repunte de Blue Origin llega, además, en un momento especialmente jugoso: el administrador interino de la NASA, Sean Duffy, avisó hace apenas un mes de que SpaceX se estaba retrasando para llegar a la Luna y deslizó que el contrato para transportar astronautas al satélite podría abrirse a otras empresas. Traducido: si Musk afloja el ritmo, Bezos está listo para meter un pie.

La misión Escapade, que costó a la NASA unos 55 millones de dólares, se iba a lanzar el domingo, luego el miércoles y finalmente este jueves. El despegue incluso se interrumpió a veinte segundos del final de la cuenta atrás antes de salir adelante tras un respiro técnico. Y el New Glenn —que falló en su primer intento de aterrizaje en enero— por fin ha completado el ciclo que define la nueva carrera espacial: subir como un trueno, trabajar en el vacío y volver en vertical como si nada.

Todavía falta mucho para que Blue Origin alcance el músculo de SpaceX, que además de lanzar cohetes como churros pilota una megaconstelación de satélites y desarrolla el coloso de acero inoxidable que quiere llevar humanos a Marte. Pero hoy, Bezos ha conseguido lo que llevaba tiempo esperando: que su cohete gigante lo haga todo, suba, baje y aterrice suavecito… y que Musk tenga que mirar, esta vez sí, de reojo.