Matías Pomar, maestro pastelero, activa las alarmas sobre su sector: "La gente joven quiere ser otra cosa"
El hombre denuncia en una entrevista el problema de la falta de relevo generacional.

Las pastelerías tradicionales se encuentran en peligro de extinción debido a la competencia de las cada vez más presentes franquicias, que en ocasiones suelen ofrecer precios más económicos a los consumidores. De hecho, según datos de Reciprok, en España, el número de franquicias en los últimos años ha ido en aumento progresivamente, mientras que las panaderías tradicionales han sufrido una disminución progresiva.
A ello se le suma el problema de la falta de relevo profesional, pues según defiende Maties Pomar, maestro pastelero en Pastelerías Pomar, quien habla en una entrevista con el creador de contenido Andrían G. Martín, cada vez es más difícil encontrar a alguien preparado y cualificado.
"Hay una falta de relevo generacional en las familias y, aparte de esto, la gente joven quiere ser otra cosa", señala el mismo, que afirma que una de las características de esta profesión es que es "un trabajo de fines de semana, de festivos y de levantarse pronto a trabajar cuando los demás disfrutan", algo que no atrae a muchos candidatos.
A pesar de ello, tal y como cuenta, en su caso no ocurre lo mismo, afortunadamente, pues cuenta con una familia bastante numerosa. "Tengo la suerte de que nosotros somos una familia numerosa y en mi caso no es un problema porque nos pasa al contrario. Toda mi familia quiere trabajar con nosotros", destaca, al tiempo que subraya que por este motivo "cada vez hay menos pastelerías artesanales".
La falta de relevo generacional o la baja remuneración: algunos de los factores
Algunos de los factores detrás de ello son la falta de personal, la baja cotización del gremio o los sueldos reducidos. "Los sueldos no son muy elevados, el convenio es bajo y ahora se está trabajando en hacer uno nuevo", señala el pastelero, quien explica que dentro de la profesión hay diferentes rangos salariales.
"Hay muchas categorías que mueven el salario mínimo, pero una persona empieza con 1.000 euros o 1.300 euros y, a partir de ahí, cuando llegas a un nivel alto, superas los 2.000 euros", agrega. Eso sí, no todo son malas noticias, pues tal y como cuenta cuando por fin encuentras a alguien preparado "no tardará en montar su propio negocio". Algo que "pasa cada una o dos décadas".
En su caso, "al ser una empresa centenaria, ocurre que alguien que ha trabajado o ha aprendido con nosotros acaba montando su propio negocio; es algo que nos pasa habitualmente". Sin embargo, según cuenta, "para poder triunfar tienes que trabajar con productos de calidad y hacer las cosas bien, porque para competir con las grandes industrias estás perdido".
