Llegan 11 clientes sin reserva a un restaurante, proponen dividirlos en dos grupos y uno de ellos suelta el comentario cuñado del año
"Pero todo gritando desde la puerta mientras estaba fumando".

Los bares y restaurantes son un terreno donde los cuñados se mueven como pez en el agua. Entiéndase, claro, por cuñado la definición que en alguna ocasión ha dado la Fundación del Español Urgente (Fundéu): "Actitud de quien aparenta saber de todo, habla sin saber, pero imponiendo su opinión o se esfuerza por mostrar a los demás lo bien que hace las cosas".
Una perfecta muestra de ese cuñadismo la ha dado una camarera, conocida en Threads como cristina_elena_giurgea, que ha relatado la escena que tuvo que soportar en su local cuando un grupo de 11 personas llegó sin reserva pero exigiendo mesa para comer.
"Llegan 11 personas para comer. Sin reserva, evidentemente. Las mesas están dispuestas como en tres filas y en cada fila había dos o tres mesas con clientes ya comiendo. Imposible juntar mesa para los 11 sin tener que mover esas mesas ya ocupadas", dice la trabajadora, dando contexto.
"Se le repite que no se puede"
Lo que hizo fue proponerles una solución: que se repartieran en dos mesas. En una comerían 6 personas y en la otra cinco, pero siempre en lugares consecutivos.
¿El problema? Que a uno de los integrantes del grupo le sentó fatal la idea y exigía mover las mesas para sentarse juntos. "Se le repite que no se puede. Los otros clientes pendientes", relata la camarera.
"Yo tengo un bar y sé cómo funciona esto"
Fue entonces cuando el hombre soltó ese comentario sonado: "Que yo tengo un bar y sé cómo funciona esto. No me digas que no se puede. Llama a tu jefe y dile que hay 11 personas para comer, a ver que dice. Dile que no quieres trabajar".
"Pero todo gritando desde la puerta mientras estaba fumando. Lo interesante es que los otros 10 estaban de acuerdo quedarse en dos mesas, pero salieron porque el 'empresario hostelero que lo sabe todo' lo ordenó así. Y lo que tiene gracia es que se fueron a otro local en el cual los sentaron en tres mesas. Y allí sin rechistar. Porque no quedaba otra", subraya la trabajadora.
