Se compran un piso, reforman la cocina y descubren algo que nadie quiere encontrar bajo la encimera
"Yo las dejaba, están de muerte"

Si los niños vienen al mundo con un pan bajo un brazo, las reformas de los pisos antiguos siembre traen alguna sorpresa, pero pocas pueden competir con la que se ha encontrado una pareja al meterse en la cocina de su piso de los años 60, recién comprado, armados con martillos, taladros y cinceles, dispuestos a destrozar con los azulejos multicolor de la pared y una encimera de lo más original. Tanto, que ni el dueño anterior, ni el anterior del anterior, ni nadie parecía ser consciente de lo que estaba sosteniendo el fregadero.
Gloria lo deja bien claro al empezar el vídeo que ha publicado en TikTok: “Mi novio y yo compramos un piso de los años 60 y las encimeras eran de lo más originales”. Pues sí, lo eran. Su novio, armado con un martillo, un cincel y el espíritu de Tom Hanks en Esta casa es una ruina, empieza a golpear a diestro y siniestro. Su intención es clara, toda la cocina tiene que desaparecer: muebles, electrodomésticos... y la encimera. Nada puede quedar en pie en un reforma integral.
Así que empiezan los golpes. Levantan ladrillo, mortero y los azulejos pegados a la pared, se hacen añicos al golpear con el suelo. Todo parece normal, hay polvo por todas partes... hasta que la encimera revela una serie de fisuras, que son extrañas para una superficie en la que no debería haber juntas. Es mármol blanco. Extraño, pero buena calidad. La verdad es que ninguna se rompe con los golpes. Una, dos, tres... ¡qué raro es todo! ¿no?
La sorpresa para ambos, llega cuando le dan la vuelta a todas las losas de la encimera y se encuentran unas cuantas inscripciones: “78 años de edad”, una misteriosa “P.”, un raro “y sobrinos", apellidos como Gutiérrez... y un montón de detalles que no deja lugar a dudas: son trozos de lápidas recicladas. Nada de espíritus ni Poltergeist: solo la típica reforma en la que pasas de quitar azulejos a descubrir que alguien lleva muchos años preparando su comida encima de don Gutiérrez, sin saberlo.
Los comentarios, claro, se han ido por donde siempre: mezcla de risas, sabiduría popular y gente explicando cómo funcionaban las cosas “antes”. Rafa Luque lo deja caer como quien habla del tiempo: “Antiguamente los marmolistas cuando se equivocaban en una lápida la vendían pa’ otros usos, como mesas de bar, hacer cocinas”. Y mario_moreno83, ojo clínico, se fija en el detalle más humilde de la escena: “Un 10 por el albañil que puso los nombres para que no se vieran, un detallista”.
Luego están los que no perdonan un chiste. Tonino va directo al grano: “Yo las dejaba, están de muerte.” GRUIUTON se viene arriba con la broma culinaria: “Con razón en esa cocina todo lo que se estaba ‘de muerte’, lo que mejor salía eran bocadillos de ‘flambre’.” Y anacris77 tira de cultura pop sin despeinarse: “Tú ríete pero así empezó Poltergeist”.
Entre bromas, también aparece la gente que hace memoria histórica: “Antes se hacían las cosas pa reutilizar y el consumismo nos lleva por mal camino”, apunta otro. Kerry Lee, por su parte, deja un comentario de esos que te pillan con el café a medio beber: “Vosotros no leísteis La Colmena, verdad?”. Y Auro aporta la anécdota familiar que remata la jugada: “Un mueble de casa de mis abuelos es de una lápida, don leonardo se llama y lleva como 100 años”.
En cuanto al origen real de esas piezas, no hay consenso. Ricardo Moreno intenta tranquilizar el ambiente: “eso no son lapidas que haya en algún cementerio, sino restos de marmol que hacían pruebas de nombres y letras para”. A David, en cambio, no le tiembla el pulso: “no señores, son lápida verdad”.
