Un conserje de un hotel de lujo revela quiénes son los clientes más complicados: "Se creen dioses"
"Por suerte, nunca por desgracia, he visto todo, o casi de todo".

Pocos han visto lo que tiene que presenciar -y aguantar- un conserje de un hotel de lujo. Los clientes llegan con muchos dinero, pero también con muchas exigencias. Manuel Pizarro, que durante más de 40 años fue el conserje del Rosewood Villa Magna de Madrid, ha confesado en los micrófonos de la Cadena SER quiénes son los clientes más complicados.
"Muchos clientes sí se creen dioses. Hay extravagantes, hay clientes nuevos, de Bonoloto, que no está acostumbrado a este tipo de lujos y sí se creen dioses", ha afirmado Pizarro, quien el año pasado se jubiló. "¿Los nuevos ricos son los más complicaditos?", ha preguntado directamente Aimar Bretos, presentador de Hora 25. "Sí, para mí siempre lo han sido", ha confirmado entonces.
Entre las peticiones más habituales, está conseguir una reserva en un restaurante en el que no quedan mesas, habilidad que ha asegurado que se consigue con los años. Él empezó en la base de la pirámide, como botones, y acabó siendo el jefe del departamento. "Conozco a la mayoría de los dueños de los grandes restaurantes de Madrid, con tenedores, con Michelín. Muchas veces las reservas se consiguen de un día para otro", ha explicado.
Sobre las normas que debe seguir un buen conserje, Pizarro ha remarcado: "Un buen conserje se tiene que tatuar en el cerebro 'dedicación', 'fidelidad al cliente y la compañía'. Es un ver, oír y callar porque en estos sitios, yo por suerte, nunca por desgracia, he visto todo, o casi de todo. Pero me lo llevaré conmigo el día que me marche", ha dicho Pizarro.
Tras tantos años de profesión, Pizarro sigue ahora manteniendo relación con algunos de los clientes habituales del Villa Magna. "Algunos clientes me siguen llamando y voy a comer con ellos, hace poco estuve con uno", ha señalado Pizarro. "Y siempre 'Manuel, mira me va a pasar esto...'. Y yo: 'No se preocupe'. Yo acompaño, voy, vengo y aquí no se entera nadie", ha agregado.
Sin embargo, Pizarro ha destacado que también hay límites: las drogas, la prostitución o peticiones delictivas son líneas rojas que un conserje no debe traspasar. Más allá de eso, "estoy para todo lo que ellos quieran", ha apuntado. Aunque cuando toca decir que no, no todos lo reciben igual. "Algunos lo entienden y otros, no".