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Ernest Hemingway, sobre la "maldición" de tener un cerebro brillante: “La felicidad en la gente inteligente es la cosa más rara que conozco”

Ernest Hemingway, sobre la "maldición" de tener un cerebro brillante: “La felicidad en la gente inteligente es la cosa más rara que conozco”

El escritor y periodista estadounidense trató la relación entre la introspección profunda y el sufrimiento emocional.

El escritor y periodista Ernest Hemingway.
El escritor y periodista Ernest Hemingway.Bettmann Archive (Getty Images)

En la ignorancia se vive mejor. Es uno de los grandes debates filosóficos que continúa vigente en nuestros tiempos. El escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway (1899-1961) estaría de acuerdo. Una de sus temáticas más recurrentes era la relación entre la introspección profunda y el sufrimiento emocional.

Esta reflexión de Hemingway no me es una simple observación cínica, sino una profunda cavilación sobre la carga de la consciencia, un concepto que trata en su novela póstuma El jardín del Edén.

En vida, el escritor sufrió varias depresiones, un trastorno bipolar y sufrió alcoholismo, por lo que esta frase, una de las que más se le recuerdan, refleja la dificultad que tuvo para encontrar su propia satisfacción, su felicidad plena a pesar de su éxito literario.

La "maldición" del análisis

Contrapuso dos conceptos reales que ha tratado en sus obras, la ignorancia y el conocimiento.

  • El análisis: Una "maldición" para Hemingway, que decía que una mente brillante tiende a analizar en exceso la realidad, conduciéndola al cinismo o al desengaño. La inteligencia a menudo funciona como "un procesador" que no se permite descansar y tiende a diseccionar cada experiencia, buscando los fallos o consecuencias.
  • La ignorancia: En contraste, veía la ignorancia como un "refugio de paz". La sencillez permite vivir el momento, una forma de protección.

Hemingway posiblemente entraría en conflicto con algunos de los grandes filósofos, sabios y escritores de gran renombre, como el austriaco Karl Popper, que defendía que "la verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos". El poeta británico Thomas Gray decía que "cuando la ignorancia es felicidad, es una locura ser sabio".

La muerte de la alegría cotidiana

Una de las maldiciones de un cerebro brillante que trata de explicar el escritor es que este permite ver las grietas de la realidad: desde las injusticias y la fragilidad de la vida hasta la hipocresía social. El que es inteligente queda "expuesto" a verdades crudas que a nivel emocional puede ser agotador.

  • La brecha: Defendía que las personas con alto intelecto se imponen estándares que realmente son inalcanzables, creando una brecha entre cómo debería ser el mundo—o incluso ellos mismos— y cómo es en realidad, dando un resultado de frustración crónica. En esta brecha ve que muere "la alegría cotidiana".
  • Agotamiento del espíritu: Ser feliz, para él, era "un descuido" o falta de atención, ya que la inteligencia obliga a estar en una vigilancia constante que llega a agotar el espíritu.

La cabeza de Hemingway

Estos pensamientos no eran más que el fruto de la lucha contra su propia mente, entendiendo su punto de vista pesimista de la vida:

  • Salud mental: Las secuelas de varios traumatismos craneales, la depresión y el trastorno bipolar le jugaron una mala pasada, por lo que Hemingway tenía una dura batalla contra su baja salud mental.
  • Su gran dilema: Para el escritor, escribir bien requiere de una observación despiadada de la verdad, lo cual era incompatible con la paz mental que, en sus teorías, solo la alcanza el ignorante que puede vivir una vida plena, aquel que puede disfrutar de un vaso de vino y una comida sin que sus pensamientos le atormentaran.
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Me formé en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid con el sueño de ser periodista deportivo y, como siempre he dicho, nací en el Diario AS y empecé a criarme en el HuffPost España desde octubre de 2023. Durante mi etapa universitaria participé en múltiples programas de radio y dirigí hasta graduarme Deporte de las Seis.

 


 

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