Un español no se puede creer todos los tipos de pasta que hay en Italia: "Eso son lacitos"
La Santísima Trinidad italiana: rigatoni, farfalle, fusilli…

La globalización puede hacer muchas cosas, pero aún no ha conseguido que un español medio sea capaz de distinguir entre los cincuenta y tantos tipos de pasta que un italiano maneja con soltura desde que tiene dientes. Ese choque cultural (tan predecible como glorioso) es justo lo que explota una pareja itagnoli en la cuenta que comparte en TikTok. La última, un sencillo paseo por el pasillo de un supermercado italiano que se transforma en un documental tragicómico sobre lo que le pasa a alguien de Alicante (él) cuando debe enfrentarse a la Santísima Trinidad italiana: rigatoni, farfalle, fusilli… y a su paciencia.
Él es Nico, de Alicante; ella es Roberta, de Bari; y juntos forman esa clase de pareja mixta que convierte cualquier visita al supermercado en un adorable conflicto lingüístico. En su último vídeo de TikTok queda más que claro. Ella enciende la cámara y él, mientras tanto, mira fijamente una estantería de la pasta como si acabara de entrar en la NASA. 'Mi novio español flipando con la pasta italiana', avisa el texto que se lee en la pantalla. Desde ahí, en el lineal del supermercado, arranca la comedia.
Nico empieza fuerte. Señala unos conchigliette y dice tan pancho: “Macarrones”. Cambia de caja y el eleva la apuesta: "Macarrones jodidos". Apunta hacia otra de menor tamaño e insiste: “Cositas pequeñas. Macarrones”. Todo macarrón, absolutamente todo. Roberta, ya resignada, intenta ponerle un poco de rigor al instante con un objetivo, que aprenda algo: conchigliette, rigatoni, tortiglioni. Da igual. Él lo reduce todo a un denominador común al que recurren los españoles muy españoles y mucho españoles: el macarrón.
La cosa escala cuando aparece en escena una caja de farfalle. Él la levanta como quien ha descubierto América y remata: "Estos son lacitos". Roberta suspira: "Se llaman farfalle". Él, sin embargo, como quien defiende un penalti en el minuto 93, insiste: "Lacitos”. Y el bucle en el que ha entrado Nico no se detiene, que señala a diestro y siniestro todo paquete de pasta que hay en esa estantería: “Macarrón de espiral” para los fusilli, “macarrón de rayas” para los rigatoni, continúa clasificando pastas como si estuviera viendo nuevas especies de animales en National Geographic.
Pero el momento cumbre llega cuando Nico se encuentra con unos tubettini y suelta un clásico del español: “Esto en mi puta vida lo he visto”. Algo que, probablemente, puede ser una verdad como un templo. Luego, él se gira y mira el pasillo entero con el gesto de quien acepta la derrota cultural antes de lanzar una pregunta retórica: “¿Por qué tanta pasta?”. Ella ni pestañea al responder: “Porque somos italianos”. Un cierre perfecto.
