La manifestación antiindependentista desborda Barcelona

La manifestación antiindependentista desborda Barcelona

Centenares de miles de personas llenan la capital catalana de banderas españolas en una movilización sin precedentes en la ciudad.

EFE

El fervor nacionalista que inunda la capital catalana ha tenido este domingo su réplica a favor de la unidad de España. Cientos de miles de personas se han manifestado contra el independentismo en una concentración que ha reunido a ciudadanos llegados desde distintos puntos de Cataluña y de la península. En Barcelona, la batalla de banderas se libra ya prácticamente a diario en un ambiente cada vez más tenso y polarizado.

Nunca se había visto en Barcelona una manifestación tan masiva a favor de la unidad de España. Acostumbrados a tener dificultades para llenar la plaza de Cataluña cada 12 de octubre, los contrarios al independentismo estaban emocionados al ver cómo se han desbordado las calles de la ciudad. "Esto de hoy es impresionante", explicaba emocionado Marc Pérez, un joven de 18 años que había llegado desde Lleida. "En serio, estoy emocionado". La convocatoria ha contado con el respaldo de PP y Ciudadanos mientras que el PSC ha invitado a sus militantes a asistir. Los organizadores han cifrado la asistencia en 950.000 manifestantes. El recuento de la Guardia Urbana ha sido de 350.000 personas.

La movilización de este domingo ha reunido a gente de todo tipo. Había muchas familias, gente mayor y joven manifestándose en un ambiente festivo. Se escuchaba tanto catalán como castellano en las conversaciones. Había policías nacionales que estos días están en Barcelona. Se veían, también, personajes conocidos de la ultraderecha catalana conduciendo la manifestación y gritando consignas desde el megáfono. La ensalada de banderas incluía rojigualdas, señeras, de la Unión Europea y enseñas carlistas. A pesar de que desde la organización se había insistido en que nadie llevase banderas preconstitucionales, se ha visto alguna ante la caserna de la Guardia Civil hasta que otros manifestantes han pedido a sus portadores que las guardaran.

"Trapero, cabrón, España es tu nación" gritaban los primeros manifestantes, citados a las 10 de la mañana ante la caserna de la Guardia Civil. Entre los concentrados estaba Javier Tebas, presidente de la Liga de Futbol Profesional y exmiembro del partido de extrema derecha Fuerza Nueva. "He venido aquí a apoyar a nuestros cuerpos de seguridad", aseguraba en conversación con El Huffpost. Preguntado por la postura del Barça a favor del diálogo, Tebas ha evitado responder. "Mi opinión sobre la unidad de España es de sobra conocida".

Los manifestantes ante la Guardia Civil han desfilado hacia plaza Urquinaona a gritos de "Puigdemont, a prisión" y "Artur Mas, cámara de gas". La marcha increpaba a los vecinos que tenían esteladas en sus ventanas y vitoreaba a los que tenían rojigualdas en sus fachadas. Algunos manifestantes también han insultado a las unidades móviles de los Mossos d'Esquadra que custodiaban la marcha. "Somos españoles, no somos fachas", gritaban también muchos de los asistentes. En general, el ambiente ha sido festivo excepto por algunos insultos y momentos de tensión ante balcones con enseñas independentistas.

"Somos de Getafe y hemos venido a decirles a los catalanes que no están solos". Perfiles como el de Ángel Laguna, 57 años, abundaban en la concentración de hoy. Se veía a mucha gente llegada desde diversos puntos de España. Algunos han pasado la noche en el autobús y a las cinco de la tarde emprendían la vuelta a casa para trabajar el lunes. "Es un momento excepcional y hay que hacer esfuerzos", añadía Manuel, que también había llegado desde Madrid. Entre los catalanes que han salido a la calle, había muchos que reconocían que era la primera vez que se manifestaban a favor de la unidad de España. "Nunca había salido a la calle con una bandera española", contaba Roger Gual, un barcelonés de 35 años. "Pero es que la cosa está llegando muy lejos".

La otra tónica en la concentración era la voluntad de mano dura contra los políticos independentistas. "Ni diálogo ni hostias", espetaba Manuel Muñoz Blanco, un expolicía nacional de Extremadura que lleva más de 40 años viviendo en Reus (Cataluña). "Hay que restablecer la ley y mandarlos a todos a la cárcel". Este policía retirado, casado con una catalana y con dos hijos nacidos aquí, cree que se ha llegado demasiado lejos. "Hay que parar el golpe de una vez".

La manifestación ha bajado hacia el centro de Barcelona en dos columnas paralelas que se han reunido en plaza Urquinaona. Desde ahí los manifestantes han transitado por una Via Laietana totalmente colapsada y han llenado hasta la bandera el Pla de Palau, donde la organización ha colocado un gran escenario donde había distintas personalidades: el escritor Mario Vargas Llosa, el expresidente del Parlamento Europeo y exministro socialista Josep Borrell, Xavier García Albiol y Alberto Fernández (PP), Albert Rivera e Inés Arrimadas (C's) y el exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, entre otros.

"Ninguna conjura independentista destruirá la democracia española", ha asegurado el Nobel de literatura Vargas Llosa. El escritor ha evocado sus años en la capital catalana durante la transición y ha defendido que Cataluña "vuelva a ser la capital de la cultura de España". Vargas Llosa ha llamado a "parar el golpe nacionalista" y ha advertido ante el "fanatismo y el racismo".

El socialista Josep Borrell ha sido de los más contundentes en su intervención. Ha cargado contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell y ha señalado a TV3 y Catalunya Ràdio: "Los medios de comunicación públicos catalanes son una vergüenza democrática". Borrell, sin embargo, ha emplazado a los manifestantes a evitar los boicots a productos catalanes y a no pedir la prisión para Puigdemont. "No gritéis como las turbas en el circo romano, a prisión van las personas que dice el juez que tienen que ir".

A la espera de lo que pueda suceder el martes en el Parlament, el constitucionalismo ha vivido este domingo una manifestación histórica en Barcelona. La capital catalana está cada vez más llena de banderas de todo tipo y no parece que nadie tenga intención de guardarlas en el armario. En una ciudad cada vez más dividida, pocos vecinos aguantan sin posicionarse en uno de los dos bandos.