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La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos

La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos 

Equivale a 11 estadios Bernabéu juntos. 

La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos 

Equivale a 11 estadios Bernabéu juntos. 

La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos 

Equivale a 11 estadios Bernabéu juntos. 

La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos 

Equivale a 11 estadios Bernabéu juntos. 

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Equivale a 11 estadios Bernabéu juntos. 

Presa del embalse del Atazar desde el Mirador de El Atazar, el 20 de marzo de 2024 Madrid, España.Europa Press via Getty Images

A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura,  ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.

Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.

Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.

Un paraíso para el deporte

A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor. 

Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.

Un gigante que sigue en funcionamiento

Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.

Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.

A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura,  ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.

Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.

Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.

Un paraíso para el deporte

A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor. 

Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.

Un gigante que sigue en funcionamiento

Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.

Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.

A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura,  ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.

Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.

Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.

Un paraíso para el deporte

A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor. 

Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.

Un gigante que sigue en funcionamiento

Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.

Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.

A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura,  ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.

Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.

Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.

Un paraíso para el deporte

A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor. 

Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.

Un gigante que sigue en funcionamiento

Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.

Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.

A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura,  ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.

Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.

Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.

Un paraíso para el deporte

A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor. 

Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.

Un gigante que sigue en funcionamiento

Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.

Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.

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Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

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Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

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