La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos
Equivale a 11 estadios Bernabéu juntos.
La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos
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La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos
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La presa más grande de Madrid que mandó construir Franco y ahora es ideal para practicar deportes acuáticos
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A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura, ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.
Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.
Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.
Un paraíso para el deporte
A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor.
Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.
Un gigante que sigue en funcionamiento
Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.
Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.
A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura, ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.
Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.
Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.
Un paraíso para el deporte
A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor.
Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.
Un gigante que sigue en funcionamiento
Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.
Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.
A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura, ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.
Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.
Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.
Un paraíso para el deporte
A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor.
Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.
Un gigante que sigue en funcionamiento
Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.
Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.
A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura, ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.
Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.
Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.
Un paraíso para el deporte
A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor.
Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.
Un gigante que sigue en funcionamiento
Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.
Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.
A solo una hora de Madrid, en la Sierra Norte, se encuentra la presa de El Atazar, la más grande de la comunidad. Su construcción fue ordenada por Francisco Franco en los años 60 para abastecer de agua a la capital, que sufriría una grave sequía. Sin embargo, lo que comenzó como una obra de ingeniería sin precedentes , hoy es también un destino de ocio y aventura, ideal para practicar deportes acuáticos y disfrutar de la naturaleza.
Las obras de la presa comenzaron en 1965 y se prolongaron hasta 1972 debido a problemas geotécnicos. La estructura, con una bóveda de doble curvatura, fue revolucionaria en su época, ya que permitía usar menos hormigón al distribuir la presión del agua hacia los extremos de la presa.
Sin embargo, en 1972 se detectó una grieta en la estructura, lo que obligó a reforzarla con inyecciones de hormigón. En 1978, tras unas intensas lluvias, la fisura volvió a causar filtraciones preocupantes. Para solucionar el problema, se necesitaron buceadores que trabajaron a casi 100 metros de profundidad inyectando 88.000 kilos de resina. Finalmente, en 1988, el prestigioso ingeniero suizo Giovanni Lombardi informó que la presa podía operar sin riesgo.
Un paraíso para el deporte
A pesar de su historia de desafíos técnicos, hoy el embalse de El Atazar es mucho más que una infraestructura clave para Madrid. Su enorme extensión de agua lo ha convertido en un lugar perfecto para la práctica de deportes acuáticos aunque solo se permite la navegación de embarcaciones sin motor.
Además, la zona es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que bordean el embalse y ofrecen vistas espectaculares de la presa y su entorno natural.
Un gigante que sigue en funcionamiento
Desde 1992, El Atazar también alberga una minicentral hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua para generar energía. A pesar de algunas restricciones en invierno, sigue siendo la principal reserva de agua de Madrid y una de las presas más vigiladas de España, con un sistema de sensores que monitorizan cualquier cambio estructural.
Lo que en los años 60 fue un desafío de la ingeniería, hoy es un lugar donde conviven la tecnología, la naturaleza y el ocio. El embalse de El Atazar sigue siendo esencial para Madrid, además de ser un escenario perfecto para la aventura y la desconexión al aire libre.
