Cancelan el pedido de un megabarco cuando estaba 98,9% completado y tiran 410 millones de euros por la borda
El buque, diseñado para instalar aerogeneradores marinos en EE UU, formaba parte del proyecto Empire Wind y se botó en abril con todos los honores
Lo tenía todo para convertirse en una joya de la ingeniería naval: 145 metros de eslora, capacidad para levantar 1.900 toneladas a 180 metros de altura y un precio de 475 millones de dólares (unos 410 millones de euros). Pero el barco nunca llegará a trabajar. Maersk Offshore Wind, filial del gigante danés A.P. Møller-Mærsk, ha decidido cancelar el pedido de su colosal buque de instalación de aerogeneradores marinos cuando el proyecto estaba completado en un 98,9%, según ha confirmado la compañía a Reuters.
El anuncio lo ha hecho público el astillero Seatrium, con sede en Singapur, encargado de construir el navío. En su comunicado, la empresa lamenta que la cancelación se haya producido “en una fase tan avanzada” y que ahora estudia sus opciones, entre ellas posibles acciones legales por la rescisión del contrato. El golpe ha sido inmediato: sus acciones se han desplomado un 6,5% en la Bolsa de Singapur tras conocerse la noticia.
El barco se botó en abril de 2025 en un acto multitudinario, con la vista puesta en el parque eólico Empire Wind, frente a las costas de Nueva York, promovido por la noruega Equinor. El plan era que empezara a trabajar antes de que acabase el año, ayudando a instalar algunos de los aerogeneradores más grandes del mundo gracias a un sistema patentado de transferencia de carga y estabilización de barcazas, que —según Maersk— mejoraba la eficiencia de montaje en un 30% y cumplía con las estrictas normas del Jones Act, la ley estadounidense que limita las operaciones de barcos extranjeros entre puertos del país.
Sin embargo, los retrasos acumulados en la construcción y “problemas técnicos asociados” han llevado a Maersk a tirar la toalla. En su correo a Reuters, la compañía confirma que ha tomado la decisión “debido a los retrasos y las dificultades derivadas del proceso de construcción”. Traducido: el coste del tiempo se ha vuelto inasumible, incluso para una naviera con músculo financiero.
El impacto va más allá de los astilleros. La cancelación añade un nuevo quebradero de cabeza al maltrecho programa de energía eólica marina de Estados Unidos, que atraviesa un momento crítico tras los vaivenes regulatorios del Gobierno de Donald Trump. En abril, la Administración ordenó paralizar las obras del proyecto Empire Wind, aunque tras meses de disputa permitió reanudarlas. Y en agosto impuso un bloqueo similar a la danesa Ørsted, que construye el parque Revolution Wind frente a Rhode Island.
Desde Equinor, promotora del Empire Wind, han reconocido a Reuters que están “evaluando las consecuencias de la decisión de Maersk y estudiando posibles alternativas”. El futuro del parque, clave para los planes de expansión de la energía eólica marina en la costa este, queda así aún más en el aire.
Mientras tanto, el mastodonte de acero que prometía revolucionar la instalación de aerogeneradores podría terminar oxidándose en un muelle de Singapur. Un recordatorio flotante de cómo la transición energética también puede naufragar en alta mar.