Italia deja de lado a España en su nueva conexión submarina para garantizar el suministro eléctrico
Mientras media Europa intenta coordinar esfuerzos energéticos, otros van por libre y con prisas.

Italia se ha buscado una nueva pareja para bailar el vals energético en el Mediterráneo. Mientras España observa desde la barrera, Terna, la operadora de la red eléctrica italiana, ha cerrado un acuerdo de casi 2.000 millones de euros con su homóloga griega, IPTO, para construir una nueva interconexión submarina entre ambos países. Un cable de 300 kilómetros de longitud y a unos 1.000 metros de profundidad que, según los implicados, no solo reforzará la red eléctrica del sur de Italia, sino que también aumentará la eficiencia y seguridad del suministro en toda la región.
Lo anunció por todo lo alto la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en una cumbre bilateral celebrada en Roma junto a su homólogo griego, Kyryakos Mitsotakis. "Tenemos una ventaja extraordinaria que viene de nuestra ubicación geográfica en el Mediterráneo", dijo, poniendo de relieve la ambición de Roma en convertirse en eje clave entre Europa y el Indo-Pacífico. Una declaración que, más allá de la geografía, sonó a posicionamiento en una carrera por convertirse en centro neurálgico de la energía europea.
A toda mecha, pero sin España
La interconexión, que duplicará la capacidad actual entre Grecia e Italia, de 500 MW a 1.000 MW, se presenta como un movimiento maestro en un tablero energético cada vez más fragmentado. Según el comunicado de Terna, la infraestructura “promoverá un suministro energético eficiente” y complementará la red ya existente desde 2002.
El anuncio ha cogido con el pie cambiado a más de uno, especialmente porque llega en un momento en el que la Unión Europea empuja proyectos conjuntos para reforzar la autonomía energética del bloque, sobre todo tras la crisis de suministro derivada de la invasión rusa de Ucrania. Pero mientras algunos países apuestan por la colaboración multilateral, otros, como Italia, tiran de iniciativa propia.
España, por su parte, ni se menciona. Ni en la rueda de prensa, ni en el comunicado de Terna. Ni una mención de refilón. La Península, que aspira a convertirse en hub energético del sur de Europa, se queda fuera de este acuerdo que podría haber supuesto una nueva conexión clave en el mapa de infraestructuras continentales.
Meloni aprovechó también para confirmar que ambos países seguirán trabajando juntos en otros proyectos como los cables de fibra óptica Blue Med y Green Med, lo que refuerza aún más los lazos entre Roma y Atenas. Pero, de nuevo, nada que afecte directamente a España.
Según recoge El Periódico de la Energía, la inversión total de Terna e IPTO se acercará a los 1.900 millones de euros. La magnitud económica del acuerdo, sumada a la carga política del anuncio, deja un mensaje claro: Roma quiere marcar músculo energético, y lo quiere hacer ya.
Mientras tanto, España sigue apostando por MidCat, BarMar y otras conexiones con Francia que avanzan a velocidad de caracol. A este ritmo, cuando lleguemos al Mediterráneo, Italia ya estará en el Índico.