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Iván, director de una empresa de limpieza: "Hice una cuenta, puse 300 euros y el primer año facturé 90.000"

Iván, director de una empresa de limpieza: "Hice una cuenta, puse 300 euros y el primer año facturé 90.000"

El emprendedor explica su historia en un pódcast, en plena preocupación del sector por la revisión de las cuotas y el relevo generacional en los oficios tradicionales.

Trabajadores limpiando unas oficinas con aspiradora y productos de limpieza.
Dos trabajadores de una empresa de limpieza durante una jornada laboral en unas oficinas.Zinkevych

Los autónomos en España sobreviven a base de café, contabilidad creativa y esa fe casi religiosa en que el mes que viene irá mejor. Mientras el Gobierno impulsa una revisión de las cotizaciones que vuelve a encender las alarmas en el sector, miles de pequeños empresarios observan cómo las cuotas siguen subiendo sin que nadie les pregunte si realmente les da la vida para más. La propuesta en marcha prevé aumentos progresivos hasta 2026 y muchos ya hablan de linchamiento fiscal, porque desde los altos despachos se predica mucho emprendimiento, pero se facilita poco.

En ese contexto, el pódcast de José Elías Navarro se ha convertido en un espacio donde los autónomos explican lo que no aparece en los discursos oficiales. El último episodio recoge una conversación con Iván, director de una empresa de limpieza, cuyas declaraciones adelantó Crónica Global. Ambos reflexionan sobre un problema que ya es estructural: el relevo generacional en los oficios de toda la vida. Profesiones que los jóvenes descartan, negocios que cierran por pura falta de manos y un país que se queda sin quien haga lo básico mientras mira hacia otro lado.

Iván lo resume con una claridad que no necesita filigranas: estos negocios resuelven un “problema evidente y recurrente” para la sociedad. Y lo hacen sin “tanto capital ni rondas de financiación” ni la obsesión por levantar unicornios que luego salen rana. Él subraya que este tipo de empresas tienen un “gran fondo de comercio”, ese valor real que no aparece en los PowerPoints pero sí en la cuenta del banco.

Su historia arranca donde empiezan muchas: desempleo, urgencia y una empresa familiar a punto de desaparecer. En vez de resignarse, Iván decidió montar su propia empresa de limpieza —industrial, turística y de fin de obra— con lo que tenía, sin épica empresarial ni discursos de Silicon Valley. Lo contó así: “Hice una cuenta, puse 300 para que se cobrara en su primer autónomo y el gestor y de ahí a funcionar”. Resultado: 90.000 euros de facturación en el primer año. Un dato que él menciona con una sonrisa humilde y un “super contento” que lo dice todo.

Luego está la cara B: el eterno viacrucis de las cuotas. Porque emprender está muy bien hasta que llega la Seguridad Social con novedades. La última propuesta congela las cuotas de quienes ingresan menos (entre 670 y 1.166,7 euros al mes) y sube las del resto entre 2,91 y 14,75 euros mensuales en 2026. Otra vuelta de tuerca a esa escalera que siempre sube.

El secretario de Estado de Seguridad Social, Borja Suárez, explicó este lunes en Madrid que el plan prevé un aumento progresivo del 1% al 2,5% en los doce tramos de la tabla general, aplicable solo a 2026. La ministra de Inclusión, Elma Saiz, ya había adelantado otro detalle: las cuotas para los autónomos de la tabla reducida —los que ingresan entre 670 y 1.166,7 euros mensuales— se mantienen igual. Pero en la tabla general, que incluye rendimientos netos desde 1.166,7 euros hasta más de 6.000 euros, el pago volverá a subir.

Mientras el Gobierno ajusta porcentajes y tramos, Iván y miles como él siguen levantando países enteros con cuentas de 300 euros, jornadas infinitas y un pragmatismo que no sale en portada. Al final, los autónomos siempre tiran del carro. Y, cómo no, siempre pagan el IVA puntualmente.