El país que desbanca a Rusia como la gran amenaza energética de Europa

El país que desbanca a Rusia como la gran amenaza energética de Europa

La Agencia Internacional de la Energía admite una gran incertidumbre sobre la demanda de gas natural licuado en 2023.

Un carguero traslada gas licuado desde JapónCarl Court

Durante varios meses, la Unión Europea ha dedicado esfuerzos a ajustar las reservas de gas ante los recortes de suministro provenientes de Rusia. No obstante, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2023 la principal preocupación para la UE no será Moscú: la mayor amenaza para Europa se encuentra en el despertar económico de China y su insaciable necesidad de energía, ya que es el principal importador de petróleo y gas natural licuado.

La AIE admite en su informe trimestral del mercado del gas, publicado este martes, una gran incertidumbre sobre cuál será la demanda china para gas natural licuado (GNL) este año y que ese será el elemento determinante para los problemas de aprovisionamiento en Europa, más incluso que el cierre total de los gasoductos que vienen de Rusia.

La organización internacional establece como escenario de base un incremento de la demanda china de GNL del 10 % en 2023, después del bajón histórico del 21 % en 2022, que fue uno de los factores que explican por qué no faltó gas en Europa el pasado año.

Pero sus expertos también contemplan otros dos escenarios, uno con un nuevo descenso del 10 % de ese GNL que llega por barco al gigante asiático basado en un incremento de la demanda china de gas de únicamente un 3,2 %, que se cubriría con más producción propia y con un alza de las importaciones por gasoducto, en particular de Rusia.

El escenario más preocupante: volver a los precios del verano

El escenario más preocupante para Europa sería el de una China que absorbería un 35 % más de GNL que en 2022 por una subida del consumo de gas del 9,4 % al que no podrían responder de forma suficiente ni sus propios yacimientos ni las entradas por gasoducto, que permanecerían estancadas.

La Agencia Internacional de la Energía advierte de que eso generaría "una feroz competencia en los mercados internacionales y podría hacer que los precios volvieran a los niveles insostenibles del verano pasado".

Esa escalada de precios del gas en Europa, que tuvo también su corolario en las tarifas de la electricidad, condujo a una disminución drástica del consumo, con medidas de ahorro, pero también de disminución de la actividad sobre todo en ciertas industrias de uso intensivo de la energía.

En total, el consumo de gas en Europa dio un bajón del 13 % en 2022 y el desplome fue particularmente intenso en el tercer trimestre (el retroceso en los volúmenes negociados fue del 20 %) coincidiendo con el pico de los precios.

Europa sustituyó una parte del gas que dejó de llegarle por gasoducto desde Rusia con GNL transportado por barco, que se disparó un 63 %, procedente sobre todo de Estados Unidos, que supuso aproximadamente dos tercios de ese incremento (43.000 millones de metros cúbicos).

Pese a todo, la producción mundial de GNL tuvo un incremento relativamente modesto, del 5,5 %, aunque en valor se duplicó hasta alcanzar un nivel récord de 450.000 millones de dólares.

Detrás de esa aparente paradoja están los precios, sobre todo en Europa. El precio de referencia en el Viejo Continente llegó a multiplicarse casi por ocho, si se compara con la media del periodo 2016-2020.

Los efectos en el resto del mundo

El director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el turco Fatih Birol, advirtió este miércoles a la Unión Europea (UE) y los gobiernos europeos de su "exceso de confianza" tras haber superado este invierno sin grandes problemas en el suministro energético y afirmó que el siguiente puede ser "incluso más complicado".

El turco lanzó en este mensaje en un evento de alto nivel organizado por la Comisión Europea para poner el broche final al proyecto de la institución que, desde marzo de 2022, ha brindado apoyo a 17 Estados miembros (entre ellos España) en sus esfuerzos para avanzar en la transición ecológica y a la vez desprenderse de los combustibles fósiles de Rusia.

"Veo un poco de exceso de confianza de cara al próximo invierno", expresó Birol, antes de subrayar que "el siguiente invierno puede ser incluso más complicado que el actual por tres razones", la primera de ellas que los países del bloque todavía importan 30.000 millones de metros cúbicos de gas desde Rusia, una cantidad importante a pesar de ser menos de un tercio de lo que compraban antes de la guerra.

Además de esta advertencia, el presidente de la AIE trasladó a la UE un mensaje de "felicitación", porque, tras una crisis energética cuyo "epicentro" estaba en Europa, la UE consiguió reducir sus emisiones de CO2, al tiempo que aceleró el despliegue de tecnologías limpias como paneles solares, molinos de viento y bombas de calor y, a la vez, Moscú vio reducidos en un 38 % sus ingresos por ventas de petróleo y gas.