Un empresario acude a su padre de 79 años en busca de sabiduría financiera eterna: "Ser tacaño y ahorrar no es lo mismo"
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Un empresario acude a su padre de 79 años en busca de sabiduría financiera eterna: "Ser tacaño y ahorrar no es lo mismo"

Ahorrar no tiene que ver con privarse de todo, sino con gastar con intención.

Señor con dinero.Getty Images

En tiempos de inflación, redes sociales y promesas de riqueza rápida, hablar de dinero suele ir acompañado de ansiedad y comparaciones constantes. Sin embargo, un reciente artículo publicado por CNBC propone una mirada distinta: escuchar a alguien que ha vivido durante décadas tomando decisiones financieras sencillas, constantes y, sobre todo, realistas. 

El protagonista es un hombre de 79 años cuyas lecciones sobre el dinero siguen vigentes, independientemente de la edad o el nivel de ingresos.

Una de sus ideas centrales es la diferencia entre ser tacaño y ahorrar. Para él, ahorrar no tiene que ver con privarse de todo, sino con gastar con intención. Ahorrar en lo que no aporta valor permite invertirno solo dinero, sino también tiempo— en aquello que realmente mejora la calidad de vida. No se trata de acumular por miedo al futuro, sino de elegir con criterio en el presente.

Otra enseñanza clave es no convertir el dinero en una herramienta de estatus. A lo largo de los años, explica, ha visto cómo muchas personas se endeudan para aparentar un nivel de vida que no pueden sostener. La presión social, alimentada hoy por las redes, empuja a consumir más de lo necesario. Su consejo es simple: vivir dentro de las propias posibilidades ofrece una libertad que ningún objeto caro puede igualar.

El valor de las experiencias frente a las posesiones es otro punto recurrente. Al recordar su infancia, señala que sus mejores recuerdos no están ligados a lo que tenía, sino a lo que hacía: jugar en la calle, compartir tiempo con amigos, sentirse parte de una comunidad. Esa perspectiva contrasta con una cultura actual donde la felicidad suele medirse en bienes materiales.

También destaca la importancia de la constancia. No hizo grandes apuestas financieras ni buscó atajos. Ahorrar de forma regular, evitar deudas innecesarias y pensar a largo plazo fueron hábitos silenciosos que, con el tiempo, dieron resultados. "No es espectacular, pero funciona", resume.

Por último, subraya algo que a menudo se olvida en las finanzas personales: el dinero es un medio, no un fin. La verdadera tranquilidad económica no proviene solo de una cuenta bancaria saludable, sino de saber que las decisiones tomadas permiten vivir con menos estrés y más coherencia con los propios valores.

En una era obsesionada con fórmulas rápidas para hacerse rico, estas lecciones recuerdan que la estabilidad financiera suele construirse despacio, con sentido común y una visión clara de lo que realmente importa.

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