Economía para milenials

Economía para milenials

Una entrevista a la milenial, que no milenaria, Grace Blakeley.

Confused, young businessman looking at many twisted arrows on the blackboard backgroundphototechno via Getty Images

Los milenials se emancipan más tarde, retrasan la maternidad, alquilan pisos a un precio desorbitado, sufren la precariedad laboral y pese a todo, han tenido la oportunidad de ir a la universidad. Los jóvenes siguen siendo, guste o no, uno de los motores del cambio social. Si ellos no albergan esperanza, ¿quién lo hará? 

En el Reino Unido del sombrío Brexit han surgido figuras fulgurantes como la de Grace Blakeley, una jovencísima comentarista de temas económicos, defensora del Green New Deal y autora de Stolen, un libro que ataca con fiereza el extractivismo financiero de las élites económicas. Ella es una milenial, para bien o para mal. He entrevistado a Grace para conocer cómo sería una teoría económica diseñada por milenials y dirigida, fundamentalmente, a no iniciados de esa misma generación Y. Si aún no te robaron la juventud, lee:

ANDRÉS LOMEÑA: Soy de la generación xenial y usted es una milenial. ¿Cree que hay una brecha generacional en materia económica?

GRACE BLAKELEY: Sí que la hay, una brecha definida por la última crisis financiera. Aquellos economistas que se hicieron un nombre en el mundo precrisis aceptaron el discurso dominante de la economía neoclásica. No se podía ser un economista de verdad antes de 2008 sin aceptar el marco hegemónico. Ni qué decir que fue exactamente esa metodología la que falló a la hora de predecir la crisis financiera, causada en buena medida por su lamentable e inadecuada explicación del dinero, de los bancos y del ciclo financiero. 

Quienes maduramos en el mundo postcrisis sabemos que la economía mainstream tiene fallos gigantescos y estamos mucho más abiertos a experimentar con distintas formas de mirar el mundo. Por ejemplo, ahora hay diferentes escuelas económicas (economía institucional, economía feminista o postkeynesiana) y diferentes disciplinas (economía política, historia económica y geografía económica) que están renaciendo. Para mi generación, la economía se vive como un campo de estudio mucho más diverso, pero claro, aquellos que detentan el poder y quienes enseñan todavía tienden a favorecer el esquema neoclásico. En Reino Unido, algunos estudiantes de universidad han tomado cartas en el asunto y piden que su disciplina se expanda más allá del marco neoclásico, dando lugar a organizaciones como Rethinking Economics

Además, hay cierto edadismo con los jóvenes: los economistas más mayores a menudo desprecian a los estudiantes y activistas más jóvenes cuando estos piden que se les enseñe de otra manera. Esa tensión será muy importante para determinar cómo se desarrolla la disciplina económica.

A.L.: ¿Qué enseñaría a las nuevas generaciones de economistas?

G.B.: El área en la que me centro es la de economía política, particularmente la economía política marxista, así que para mí la pregunta más importante que hay que hacerse al analizar la economía es: ¿quién detenta el poder? Por ejemplo, muchos economistas mainstream aún mantienen que los salarios están determinados por la oferta y la demanda, lo cual está principalmente determinado por la productividad laboral; sin embargo, si observas diferentes países a lo largo de la historia, se aprecia que la densidad de sindicatos y otras medidas relacionadas con el poder de negociación en las relaciones laborales son factores aún más importantes. Los economistas neoclásicos no tienen ninguna explicación para la lucha de clases, lo que implica una visión del mundo muy estática y muy naive en lo político. Creo que cualquier forma de entender la economía (o dicho de manera más exacta: de las relaciones económicas entre las personas) debería empezar preguntándose: ¿Quién detenta el poder?

Los economistas más mayores a menudo desprecian a los estudiantes y activistas más jóvenes cuando estos piden que se les enseñe de otra manera.

A.L.: Michael Roberts ha publicado una crítica sobre su libro Stolen donde le reprocha que se centre en el capitalismo financiero sin rechazar el capitalismo en su totalidad.

G.B.: Creo que Roberts tergiversa mi libro. Aún no he tenido tiempo de escribir una respuesta porque he estado haciendo todo tipo de activismo, pero tengo mucho que decir al respecto. Mi enfoque consiste en analizar el capitalismo financiero como parte del desarrollo del capitalismo; es decir, no como un sistema diferente, sino como una fase histórica particular dentro de un modo de producción dominante. Obviamente los sectores productivos (sobre todo concentrados en el Sur Global) son muy importantes en el entendimiento de cómo se ha producido la financiarización, pero eso no significa que uno no pueda mirar también los desafíos y oportunidades que la financiarización presenta para los socialistas del Norte Global.

Quise escribir este libro para que las personas implicadas en el Partido Laborista, en los sindicatos y en algunos movimientos sociales anticapitalistas más amplios tuvieran una buena comprensión de cómo el capitalismo en el Norte Global ha cambiado durante las últimas décadas, y lo que es más importante, cómo esos cambios pueden afectar a cómo nos organizamos. Eso implica que Stolen quizás no sea tan riguroso académicamente como quisieran algunas personas que solo se acercan al marxismo desde una perspectiva teórica. En todo caso, para ser un auténtico marxista tienes que tratar de cambiar el mundo y no solamente entenderlo.

A.L.: Pienso en la madre de Adam Smith desde que leí el libro de la periodista Katrine Marçal. Estoy convencido de que la economía tiene que ser más feminista, pero quisiera saber en qué dirección debemos avanzar.

G.B.: Los economistas de todas las escuelas (incluyendo algunos economistas marxistas) han tenido una comprensión muy patriarcal de cómo funciona el capitalismo porque fracasan a la hora de explicar el sometimiento de las mujeres bajo el yugo capitalista y la importancia de la reproducción social (a menudo vista como el trabajo propio de las mujeres) en el mantenimiento del salario laboral. Los modelos económicos tradicionales ven el hogar como una caja negra y no prestan mucha atención a lo que ocurre dentro. Sin el trabajo no remunerado que proporcionaron las mujeres en los hogares, los trabajadores no habrían podido subsistir.

Las economistas marxistas feministas han intentado volver a centrarse en el trabajo asumido por las mujeres en sus análisis del proceso de producción. En general, las mujeres de clase trabajadora no son solo trabajadoras, pues también asumen un trabajo no remunerado que permite a los trabajadores mantenerse a flote. También hay que tener en cuenta cómo la cuestión de género se cruza con la raza. En la actualidad, muchas mujeres bien remuneradas del Norte Global contratan trabajo migrante mal pagado para asumir las responsabilidades derivadas de los cuidados, y esas mujeres mal remuneradas también tienen sus propias responsabilidades. Todas las capas de explotación y opresión que existen dentro del capitalismo están condicionadas por el poder político (tradicionalmente, las mujeres han tenido menos que los hombres); las mujeres migrantes, las mujeres de color y las mujeres queer suelen tener bastante menos que una mujer blanca heterosexual acaudalada y relativamente privilegiada del Norte Global.

Los economistas neoclásicos no tienen ninguna explicación para la lucha de clases, lo que implica una visión del mundo muy estática y muy naive en lo político.

A.L.: Le tengo que preguntar por la Renta Básica Universal…

G.B.: Para mí, la pregunta es: ¿Una Renta Básica Universal promoverá el poder del trabajo frente al capital? La propuesta suena bien porque garantizaría un ingreso para los trabajadores independientemente de que tengan empleo. No obstante, cuando miras con atención, ves que la mayoría de propuestas de Renta Básica Universal son demasiado bajas para proporcionar unas condiciones de vida básicas para el ciudadano medio. Parte de la derecha sostiene que el Estado del Bienestar, que proporciona una gran ayuda a los discapacitados, a las familias monoparentales o a la tercera edad, debería ser desmantelado para financiar esta medida económica. El hecho de que la Renta Básica Universal tenga el apoyo de los libertarios estadounidenses es muy elocuente. Si se implantara, la RBU no haría demasiado para cambiar las relaciones de poder de la sociedad capitalista. De hecho, simplemente apoyaría un sistema capitalista fallido al estimular la demanda en tiempos de baja inversión y alta deuda privada. Si la RBU se combinara con una socialización de los medios de producción (con una propiedad pública colectiva de las áreas económicas más importantes), entonces sí que podría funcionar bastante bien.

A.L.: He leído que la generación Z es mejor que la de los milenials. Quizás haya que ser optimistas, después de todo.

G.B.: ¡Como socialista, mi deber es ser optimista! Una de las grandes razones por las que la izquierda ha tardado tanto en reconstruirse después de la crisis financiera es que dejamos de creer en el lema “Otro mundo es posible”. Nos acostumbramos a vivir con el capitalismo, con toda su explotación y su opresión, y dejamos de creer en nuestra capacidad para cambiarlo. Si hay algo que desearía que los jóvenes (y en realidad todo el mundo) recordaran de mi obra es la idea de que podemos marcar la diferencia. No me refiero a reciclar botellas de plástico ni a pedalear más, sino a unirnos, organizarnos y luchar por construir un mundo distinto.

A.L.: Bernie Sanders no parece una inspiración para el economista Richard H. Thaler. ¿Quién es una inspiración para ti?

G.B.: Los economistas que más me inspiran son marxistas que usan su conocimiento para entender los problemas del mundo actual, un siglo y medio después de Marx. Tendría que mencionar a muchos, pero mi marxista vivo favorito es David Harvey. Su Guía de “El Capital” de Marx es magnífica. Me interesa cómo el capitalismo cambia nuestra comprensión del espacio y de la geografía y esos son conceptos que Harvey ha tratado extensamente.

La mercantilización de las relaciones sociales y la monopolización de los datos generados ciertamente son un buen ejemplo de neoliberalismo.

A.L.: ¿Nos recomienda alguna película? Me da que le gusta el cine de Ken Loach y el de Costa-Gavras.

G.B.: ¡Así es! Pero creo que recomendaría La gran apuesta. Es una explicación perfecta de lo que se hizo mal durante la crisis financiera.

A.L.: Un libro que deberíamos leer en 2020…

G.B.: ¿Puedo decir El Capital de Marx? ¡Es broma! Creo que un libro realmente bueno que explica el tipo de movimientos que subyace al socialismo milenial es Now we Have your Attention: The New Politics of the People de Jack Shenker. Él describe cómo se están organizando los jóvenes con movimientos sociales preexistentes y con el movimiento laborista para desafiar el capitalismo en Reino Unido.

A.L.: Para terminar, una milenial como usted seguramente pueda hablarnos de alguna app. No me diga Tinder, que parece la quintaesencia del neoliberalismo.

G.B.: La mercantilización de las relaciones sociales y la monopolización de los datos generados ciertamente son un buen ejemplo de neoliberalismo. Me gusta la app del Financial Times, pues así es como me mantengo informada con las noticias, pero también tiene artículos, vídeos y otros contenidos sensacionales. No estoy de acuerdo con todo, pero eso no hace que pierda su interés.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).