El coronavirus, la propaganda, los algoritmos y el terror

El coronavirus, la propaganda, los algoritmos y el terror

.Pixabay

Es tal la magnitud de la crisis sanitaria que estamos viviendo que el Gobierno toma medidas al ritmo que los científicos, expertos, epidemiólogos aconsejan. No haría mal el Gobierno adoptando las medidas económicas y de empleo al ritmo que aconsejen los empresarios y sindicatos, las medidas políticas tras consultar al resto de partidos, las medidas sociales escuchando al conjunto de la sociedad.

(Comienzan a abundar las voces que reclaman que vuelvan los Pactos de la Moncloa, esos mismos que abrieron las puertas a ese tan recientemente denostado Régimen del 78. Cosas que nos traen los tiempos cambiantes, las ideas versátiles, el futuro incierto y los virus mutantes) 

No parece que vayan por ahí los tiros, de momento. Más bien aparenta que buena parte de los partidos políticos andan empeñados en hacerse fotos con la patente de su verdad sin que importe demasiado la cantidad de mentiras que cueste conseguirlo.

(Los nazis cayeron hace 75 años, pero el nazismo se quedó entre nosotros como componente esencial de la publicidad del consumo incontinente yel reclamo político) 

Goebbels, ministro de Propaganda y Educación Pública, lo mismo da que me da lo mismo, propaganda y educación entendidas como la misma cosa:

-Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.

Bueno yo no diría tanto, tal vez ni aún repetida hasta la saciedad se pueda  convertir en verdad, sí al menos conseguir que parezca verdad; eso será bastante, pero ya Lincoln advirtió:

-Puedes engañar a todo el mundo durante algún tiempo, puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. 

Más valdría que todos se aplicasen a juntar esfuerzos para salir de esta terrible situación y luego emplearse a fondo en buscar soluciones compartidas para hacer frente a la que se nos vendrá encima, más allá de este infierno.

-Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga.

(No tengo derecho a llamarte Luis, ni Eduardo, hasta siempre Aute)

Y eso significa poner las cartas boca arriba, sin jugar a la mentira compulsiva, contar con toda la ciudadanía, organizada 

(O no)

Sin adoctrinar, sólo dialogando, a tumba abierta.

-Oltuski ¡Qué comemierdas eres! ¿Así que tú crees que podemos hacer una revolución a espaldas de los americanos? Las revoluciones verdaderas hay que hacerlas desde el primer momento y que todo el mundo sepa cómo son, porque hay que ganarnos al pueblo. Una revolución de verdad no se puede disfrazar.

(El Che en aquellos primeros momentos de la revolución cubana, años 60, cuando todos temían que los Estados Unidos invadiesen y ocupasen la isla para volver a convertirla en casino y prostíbulo en su patio trasero)

Hay que jugar a la verdad porque, lo creamos o no,  vamos a una revolución.

(Violenta o no, eso ya lo veremos, de las dos clases hay, hasta de los claveles hubo)

O a una involución, en todo caso a una transformación radical y profunda de nuestra economía, nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestras formas de entender la vida y la política.

Ya se produjo desde el 2008, cuando la crisis llegó para instalarse y quedarse entre nosotros, con la precariedad de los empleos y de las vidas como elemento inseparable del nuevo orden mundial.

“La verdad es siempre revolucionaria”, afirmaba Antonio Gramsci en el primer número de Ordine Nuovo, la revista de los Consejos Obreros, en la Italia de 1919. 

Los nazis perdieron una guerra, fueron juzgados, ejecutados, desnazificados, desaparecieron en España, o en América Latina, captados por la CIA, el KGB, o los centros de investigación atómicos o aeroespaciales americanos y rusos, la mayoría fueron desnazificados.

(A medias, sólo a medias)

Pero sus técnicas de propaganda pasaron a formar parte de las prácticas habituales del poder económico y político en el mundo.

Para ello su cara fue debidamente lavada con una buena mano de libertad absoluta (sólo de consumo y sólo si tienes con qué pagarla), unas buenas dosis de miedo y el adecuado uso de la variedad ilimitada, el volumen infinito y la velocidad creciente del big data.

Aunque no sólo los nazis y su Gestapo y sus SS, Trotsky teorizó y fue víctima propiciatoria en el imperio de los zares rojos.

-A la gente solo se la puede controlar con el miedo. El miedo está en los cimientos de cualquier orden.

Más alto puede, más claro imposible, Terror Rojo, Terror de Masas, Terror del poder, Terror del Partido, es más fácil ser obedecidos cuando impera el miedo que adherirse y obedecer por amor

(Crear miedo, imaginario, o real, a lo desconocido, a la brutalidad del poder bajo el nazismo, el fascismo, el franquismo, el estalinismo, o las cloacas de cualquier democracia moderna)

Saldremos de ésta, que nadie lo dude, saldremos de ésta y ya nada será lo mismo, podemos salir con una libertad asustada, sometida al terror, al control del miedo, la propaganda, utilizando las masivas técnicas de Inteligencia Artificial (IA) que analicen los billones de datos disponibles, anticipen nuestros deseos y dirijan nuestras elecciones. 

Hace décadas ya hubo quien nos colocó ante el dilema:

-Socialismo o barbarie.

Prefiero recordar a Orwell:

-Nightmare come true.

La pesadilla hecha realidad está más cerca que nunca si no defendemos la libertad, la igualdad, la fraternidad. 

-Quien no tenga sueños, que se disponga a tener dueños.

De nuevo Aute, de nuevo hasta siempre.