Las "razones" del aislamiento internacional de España según Aznar que no son tales

Las "razones" del aislamiento internacional de España según Aznar que no son tales

Sostiene el expresidente que todos los males nacen de una llamada "contra los intereses" de EEUU que ha llevado a la "irrelevancia" internacional.

El expresidente del Gobierno por el PP, José María Aznar, ha cargado esta mañana duramente contra la política exterior del actual Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos. En una entrevista con Carlos Herrera en la Cadena COPE, ha aprovechado que le ponían el balón a puerta vacía, cuando el periodista reflexionaba sobre la supuesta división en el seno del Gobierno sobre la crisis de Ucrania y le recordaba el rescate del lema “No a la guerra”, coreado contra el propio Aznar en tiempos de la invasión de Irak. Ha dicho el popular que las apuestas de Moncloa son “preocupantes”, signo de que la casa “no está en orden” y, si eso pasa, “es muy difícil que fuera te escuchen”.

Para Aznar, la posición de España en el exterior se ha “deteriorado” en los últimos años por varias razones encadenadas, que nacen de una principal: “Nosotros hemos perdido una parte importante de nuestra relación con EEUU” porque se ha llegado a “ofender” o “llamar directamente en contra” de los intereses de Washington, de lo que no ha puesto ejemplo. Se pregunta cuánto tiempo hace que no viene a España un presidente de EEUU o cuánto hace que no se reúnen los mandatarios de los dos países.

Barack Obama fue el último presidente en venir a nuestro país, con una visita oficial en julio de 2016 y una presencia puntual en una cumbre en julio de 2018. Desde entonces, no sólo es que se hayan sucedido cambios en España, con la llegada al poder de Pedro Sánchez en justo en ese verano, sino que se han dado de mucho calado en EEUU: Donald Trump se caracterizó por una agenda internacional mínima, en la que se ausentó incluso de las grandes citas con aliados importantes o las redujo al máximo, y no cumplió con su promesa de visitar España. Europa la pisó casi nada en sus cuatro años en el poder. El ostracismo era generalizado. Joe Biden le ha tomado relevo y lleva sólo un año en la Casa Blanca, un tiempo marcado por la pandemia de coronavirus en el que se han reducido los viajes internacionales, más allá del enorme peso que la agenda doméstica tiene hoy para Biden. Sánchez y Biden se han visto en cumbres internacionales como la de la OTAN, donde se produjo el famoso paseíllo, que al final fue algo más que eso.

Los contactos con EEUU se están multiplicando en los últimos meses, como con países como Reino Unido, Francia y Alemania, en el contexto de preparación de la cumbre de la OTAN que tendrá lugar en Madrid entre el 29 y el 30 de junio, en la que se debe elegir al relevo del actual secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg.

Dice Aznar que esa debilidad con EEUU se traduce en una debilidad en el papel en la Unión Europea. Que a España “no se le llama” ante crisis como la de Ucrania. Nuestro país se ha quedado fuera de la llamada limitada que Biden hizo a varios países de la Alianza Atlántica, pero es que también lo hicieron otros importantes líderes comunitarios. El demócrata ha llamado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von Der Leyen, al presidente de Francia, Emmanuel Macron -que asume la presidencia rotatoria de la UE estos meses-, al primer ministro de Italia, Mario Draghi -un tecnócrata que, a falta de Angela Merkel, aumenta su ascendente en Bruselas como rescatador del euro que fue- y al canciller de Alemania, Olaf Scholz -al que necesita pulsar por su reciente ascenso, en un país con enorme dependencia energética de Rusia-. Salvo eso, sus contactos directos han sido con el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, con quien quiere seguir manteniendo el liderazgo atlántico, y con el primer ministro de Polonia, Andrzj Duda, por su posición estratégica en la zona. Cuatro de 27 miembros del club comunitario.

No estar en el grupo de cabeza no es estar en el furgón de cola. EEUU y la OTAN han agradecido públicamente el “compromiso” de España de adelantar su despliegue en los países bálticos ante la nueva presión ejercida por Rusia en Ucrania. “No estamos donde se decide, nos sumamos”, denuncia Aznar. Es lo normal cuando las amenazas penden de una coalición, de unos socios, aunque si el referente es la foto de las Azores y una invasión que no contaba con el visto bueno de la ONU, la cosa cambia.

Más: Aznar sostiene que España es débil en América Latina, porque no es fuerte en el entorno europeo. Recuerda las cumbres iberoamericanas del pasado, frente “a lo que tenemos que aguantar y padecer hoy”. Estas cumbre se celebran cada dos años. La última regular fue la de Guatemala en noviembre de 2018, cuando Sánchez llevaba en el cargo desde ese verano. Luego, la pandemia ha llevado a una semipresencial, muy descafeinada, en Andorra, en la primavera de 2020, y habrá que esperar a noviembre de este año para que se celebre la de República Dominicana. Ni España ni nadie brilla en esos encuentros porque sencillamente no son como los de antes ni se debate ni se decide al mismo nivel.

Desde América se reclama, a todos los Gobiernos españoles de las dos últimas décadas, que se repiensen las relaciones con el otro lado del charco, desgastadas sobre todo tras la crisis económica originada en 2008 y los profundos cambios registrados en la región tras la denominada etapa bolivariana. España no tiene la influencia de los años 80, cuando no había muchas potencias más interesadas en la zona, ya no es tiempo de privatizaciones y presencia intensa de empresas españolas, ni es España el único ejemplo de transición ejemplar que seguir. Es un dolencia general. El rey Felipe, como dice Aznar, sigue siendo la referencia.

Y remata el expresidente diciendo que los “vecinos del sur” hasta “desprecian” lo que viene de España. Tampoco cita de quién ni cómo viene ese desprecio. ¿Marruecos? Si va por ahí, el nudo gordiano se llama Sahara Occidental, abandonado por España desde 1975. España no cuenta con embajadora de Rabat en estos momentos, fue apartada tras la estancia en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en un gesto de rebote que llevó a Mohamed VI a abrir hasta la frontera con Ceuta. También el PP ha visto cómo Rabat le quitaba al embajador por enfados varios, hasta con el ministro Moratinos de visita en el propio país. Le pasó a Mariano Rajoy y, también, al propio Aznar.