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Las dos caras de Manuel Marchena

La actuación del magistrado del Tribunal Supremo se percibe distinta desde Cataluña y Madrid

MarchenaEL HUFFPOST

Para algunos, una lección de derecho procesal y de guante blanco jurídico. Para otros, un atropello a los derechos de las defensas y un magistrado que “ejerce el rol de acusador”. La actuación en el juicio al independentismo del presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, no deja a nadie indiferente y se percibe de manera distinta a un lado y otro del Ebro.

La figura de Marchena ya se puso en entredicho antes de que empezara el juicio. Siete de los 12 acusados pidieron recusar al magistrado tras conocerse el mensaje del portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, en el que sostenía que si Marchena presidía el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) podrían controlar la Sala Penal del Tribunal Supremo “desde atrás”. Tras la filtración de ese mensaje, Marchena renunció a presidir el CGPJ.

La proximidad de Marchena con el PP ha dado gasolina a muchos independentistas, que consideran que el magistrado actúa como parte y no como juez. Otros juristas, sin embargo, señalan su manera “exquisita” de llevar el juicio más mediático de cuantos ha habido en España.

Los críticos con su actuación señalan varios aspectos. En primer lugar, la prohibición de enseñar vídeos durante la fase testifical y reservarlo para la fase documental. “Es cierto que en puridad un vídeo se enseña al final, en la fase documental. Pero en un juicio con tantas pruebas y tantos testigos, si hablas de unos hechos y hay imágenes de prueba, lo normal sería que se muestren en ese momento”, señala Esther Anglès, abogada penalista con 15 años de experiencia. Esta letrada, que se muestra contraria al juicio, matiza que según su criterio el juez lo está llevando de manera correcta.

La proximidad de Marchena con el PP ha dado gasolina a muchos independentistas, que consideran que el magistrado actúa como parte y no como juez

Un abogado de la defensa que accede a comentar la situación si se preserva su anonimato apunta también el tema de los vídeos. “No tiene sentido que después nos pasemos tres días enteros viendo vídeos que no podremos confrontar con nadie”, señala este letrado, que además recuerda que al principio del juicio sí dejó que se vieran imágenes de Carme Forcadell y de los Jordis. “Son un instrumento muy válido para ver la realidad. Cuando se muestren será difícil discernir si algún testigo mintió”.

Otro aspecto que le afean las fuentes consultadas es la “doble vara de medir” que muestra para los interrogatorios: señalan que en algunos casos permite que se responda sobre cuestiones que van mucho más allá del motivo por el que han sido llamados los testigos. En otras, en cambio, corta el interrogatorio de raíz.

La Comisión de Defensa del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona (ICAB) le acusó de “ejercer el rol de acusador” y de falta de imparcialidad cuando decidió preguntar al ex major de los Mossos, Josep Lluís Trapero, sobre unas reuniones por las que no preguntó la acusación particular que le había citado para declarar.

“Procesalmente están pasando cosas muy raras”, dice uno de los abogados de la defensa

“Actúa aparentemente de manera muy meticulosa y con formas impecables”, analiza Adrià Font, abogado de esta comisión. “El problema es que durante las últimas semanas su actuación ha ido en la línea de coartar el derecho de defensa de los abogados”. Este jurista considera, además, que la voluntad de acelerar el juicio para que no coincida con la campaña electoral también puede afectar al derecho de las defensas.

El abogado defensor entrevistado también critica la poca permisividad a la hora de formular protestas. Marchena corta en seco a los letrados cuando quieren dejar constar una protesta y en ocasiones ni siquiera les deja explicar el motivo. “Cualquier cosa que no has protestado durante el juicio no la puedes recorrer luego”, señala, “es importante poder verbalizar las protestas y no nos está dejando explicar el motivo”. También añade que a 27 de marzo se enteró finalmente de los testigos de abril. “Esto no es normal”, critica. “Procesalmente están pasando cosas muy raras”.

El magistrado Ignacio González Vega, portavoz de Jueces para la Democracia, opina en cambio que Marchena “en general lo está haciendo bien, correctamente”. Según este magistrado, el hecho de que el juicio sea televisado modula el comportamiento de las partes. “Es como una especie de Gran Hermano, una sala con cámaras, en una época de precampaña y algunos tratan de utilizar esas tribunas para unos fines políticos”, apostilla.

“¿Que en un futuro la sentencia no sea del agrado de las partes y acabe en Estrasburgo? Es una posibilidad. Lo que sí hay que decir es que en Europa no se va a hacer una revisión de lo actuado en el juicio, sino de las condiciones del proceso”, concluye González Vega.

¿Cómo lo está viviendo Marchena? ¿Cómo es el juez sobre el que se centran todos los focos? ¿Cómo lo percibe su entorno?  Fuentes cercanas al presidente del tribunal explican a El HuffPost que en el juicio se está viendo que es “superpedagógico” y que su forma de actuar son casi lecciones de Derecho. Es “muy didáctico”, indican.

“Es un hombre muy cercano”, resaltan las fuentes, “tanto con los funcionarios, con los escoltas, con el personal del Supremo”. “Es magistrado del Supremo, pero es campechano y accesible”, dicen en su entorno laboral.

La vida de Marchena ha cambiado, y ahora lo paran por la calle. “No estaba acostumbrado, cero mediático, no da entrevistas”, explican en su entorno

Pero su vida también ha cambiado, y ahora lo paran por la calle. “No estaba acostumbrado, cero mediático, no da entrevistas”, indican las fuentes: “Un juez a la vieja usanza, de conocerse por sus resoluciones y no por sus declaraciones”. Ahora está aprendiendo a convivir con ese protagonismo.

También destacan su capacidad de trabajo: un juicio larguísimo y en el que tiene que estar ocho horas atento a todo, reaccionar, parar preguntas improcedentes. Lo que ponen también en valor las fuentes es el ejercicio de transparencia, cualquier persona desde su televisión o el ordenador puede seguir minuto a minuto lo que pasa dentro del Supremo. “Cada uno puede hacerse su propio criterio”, resaltan.

A pesar de algunos rifirrafes, añaden desde su entorno, hay una relación “cordial” con los abogados. Cuando acaban las sesiones, se suelen acercar para hacer alguna aclaración o incluso él alguna vez se ha aproximado luego a alguna defensa para decirle que no se ofenda. Y también se ha dirigido cuando termina la jornada a la abogada del Estado para mostrarle su respeto pero señalarle que tiene que mantener las formas con unos y otros. Intenta paliar y limar las asperezas y cortes que se han producido en la vista pública.

“Es un juicio largo y tienen que convivir”, resaltan estas fuentes. En el Supremo creen que previsiblemente se prolongará hasta junio. Él preside, pero son siete los magistrados en el tribunal. Si uno se fija, unos y otros le dicen cosas mientras se desarrolla cada sesión. “También está de mediador entre todas las sensibilidades de sus magistrados”, añaden las fuentes.

También aprecian en su entorno el trato que se está dando a los presos. No pisan los calabozos y pueden ver a sus familias un rato en la sala donde comen. Además, explican que no se ha cuestionado lo de los lazos amarillos -solo se ha prohibido en el caso de los abogados-. Los acusados pueden llevarlos y el público va con lo que quiere. Y hasta ahora los asistentes han sido principalmente ‘amarillos’.