Seis señales de que compites con tu pareja y por qué deberías parar ya

Seis señales de que compites con tu pareja y por qué deberías parar ya

No sé los demás, pero aunque yo no me considero una persona muy competitiva, me he dado cuenta de que en el amor muchos de mis comportamientos y actitudes hacen parecer que sí.

Por ejemplo, está el hecho de que solía competir (sin darme cuenta, al principio) con mi ahora exnovio para ver quién acababa antes de comer. Él comía muy rápido. Cuando me sentaba a comer con él, aunque nadie me apuntaba con una pistola para obligarme a mantener su ritmo, sentía la necesidad de hacerlo. Era una persona extremadamente eficiente y yo a su lado me sentía presionada, aunque no era su intención. Me resultaba incómodo sentarme con él y comer a un ritmo lento y saludable mientras él engullía.

En esa relación, las competiciones irracionales de este tipo eran la salsa de la vida, pero también eran muy destructivas. Le gustaba hablar de personas, instituciones o conceptos de forma pedante y yo me sentía insegura y a veces tenía que fingir que sabía de lo que me estaba hablando para guardar las apariencias.

Hoy en día intento cortar de raíz esa dinámica porque la vida es demasiado corta. Si te pasas la vida intentando mantener el ritmo de otros, guardando las apariencias o intentando no sentirte insegura en una relación, puede que sea hora de evaluar la situación y hacer lo posible por cambiarla o por superarlo.

Piensa si te resultan comunes estos seis posibles síntomas de que compites con tu pareja.

No te alegras del todo cuando a tu pareja le sucede algo bueno

O simplemente te da rabia que esté feliz, sin más. Lo quieras admitir o no, todo el mundo conoce esta sensación, aunque no haya sido por una pareja y aunque haya apartado al instante ese pensamiento. La sensación está, aunque sea en el fondo.

Hay que afrontarlo: es complicado vivir en el mundo tal y como lo conocemos, en el que existe estigma por la falta de ambición, de ánimo o de talento, sin sentir que no estás haciendo suficiente. Muchos vivimos con esta presión autoimpuesta. Aunque a veces es difícil sentir algo que no sea envidia o irritación por el éxito de otra persona, estar en una relación implica dejar de comportarse como niños, darse cuenta de esta sensación y superarla.

Surgen tensiones al hablar sobre quién cobra más

Puede que tu pareja sea un hombre atrapado en la noción sexista y trasnochada de que los hombres tienen que cobrar más que las mujeres. Puede que prefirieras que tu pareja no fuera una persona tan ambiciosa y llena de energía para dejar de sentir que rindes por debajo de lo que deberías cada vez que duermes más de la cuenta, superas tu límite de carbohidratos y gastas todo lo que cobras. La cosa es que no es responsabilidad tuya ni de tu pareja cobrar menos que otra persona para que no se sienta mal.

Surgen tensiones al hablar sobre quién alcanza más logros

¿Alguna vez has estado con alguien que parecía tener claros sus objetivos en la vida, mientras que tú no paras de darle vueltas a cuál podría ser tu siguiente meta? Provoca una sensación de disfuncionalidad, pese a que no debería.

No es tarea de nadie reprimir su talento, dado que el mundo ahora mismo necesita más de eso. Es complicado distinguir entre lo que quieres lograr por ti y lo que crees que deberías lograr porque te estás comparando con un estándar imposible: otra persona. Pero inténtalo.

Te mosquea que tu pareja sea mejor que tú en algo en lo que se supone que eras mejor

Si te dedicas a la escritura y tu pareja es barista y decide escribir y publicar un libro, cuando tú llevas desde los 15 años trabajando en una novela, puede que empieces a dudar de tus propios talentos.

No voy a mentir: es complicado. Pero, ¿sabes una cosa? Todos venimos a este mundo con una configuración diferente: diferentes padres, hermanos, estilos de crianza, traumas, tropiezos, etc. Cada uno de nosotros somos individuos altamente específicos. ¿Y sabes otra cosa? Eres mejor que tu pareja en un montón de cosas, seguro. Puede que simplemente no sean las facetas en las que estás pensando ahora mismo.

Os menospreciáis mutuamente

Por mi experiencia, las relaciones pueden convertirse fácilmente en una batalla de ingenio. En el mejor de los casos, puede ser un aspecto tremendamente positivo, ya que agudiza la mente y la creatividad y os impulsa para ser la mejor versión de vosotros mismos. En el peor de los casos, puede convertirse directamente en abuso.

Nadie está en disposición legítima de humillar a otra persona, ni sutil ni explícitamente. Si notas que empiezas a insultar a tu pareja cuando te insulta a ti, es hora de mantener una conversación abierta y profunda o cortar.

Sientes la imperiosa necesidad de dejar bien claro que le resultas atractivo a otra persona

O lo hace tu pareja. Una vez tuve un novio que se aseguraba de que yo supiera al detalle con qué mujeres atractivas hablaba, cualquier flirteo que hubieran intentado con él, quién pensaba que le estaba echando el ojo e incluso me decía qué mujeres le parecían atractivas. Con alguien con mis problemas de autoestima, era una dinámica tóxica.

En retrospectiva, comprendo que cualquier persona que actúa así es porque se siente insegura, pero, por entonces, yo contratacaba del mismo modo. Improvisábamos turnos rápidamente y a quien le tocaba escuchar adoptaba un comportamiento pasivo-agresivo.

Moraleja: si ves a tu pareja más como un rival que como un colaborador, puede que no merezca la pena el esfuerzo o puede que necesites un profundo ejercicio de reflexión y amor propio para comprender de verdad tus sentimientos.

Si, por el contrario, estás en un tipo de relación en la que existe una motivación mutua, adelante: celebrad vuestras mejores cualidades, haced planes juntos, implicaos y tened paciencia el uno con el otro.

Este post fue publicado originalmente en Bellesa.co, apareció posteriormente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.