Septiembre, el mes de las promesas

Septiembre, el mes de las promesas

Llegó septiembre. El mes que anuncia el final del verano y el comienzo del otoño. Un mes lleno de promesas de cambio, de inicios. Lleno de voluntad por emprender nuevas cosas, de la nostalgia de la libertad de unas vacaciones que se van diluyendo en la rutina y de la vuelta a la actividad frenética de Madrid.

Llegó septiembre. El mes que anuncia el final del verano y el comienzo del otoño. Un mes lleno de promesas de cambio, de inicios. Lleno de voluntad por emprender nuevas cosas, de la nostalgia de la libertad de unas vacaciones que se van diluyendo en la rutina y de la vuelta a la actividad frenética de un Madrid que comienza a teñirse de naranjas, azules intensos y blanco en cielos que estallan al amanecer y al atardecer anunciando el otoño.

Se van retirando los turistas de las calles para reemplazarlos por los ciudadanos de Madrid, como si fuera parte de un plan estratégico para que la ciudad nunca esté vacía.

Es el momento de mirar el calendario y consultar los días de libertad que tenemos por delante el resto del año, de soñar con nuevas escapadas fuera de la ciudad; porque a Madrid se la siente deprisa, pero hay que quererla despacio para que no nos lleve por delante. De vez en cuando hay que poner distancia para que no nos arrolle en su ciclogénesis diaria de coches, asfalto, gente...

Comienzan las semanas en las que instintivamente llevamos la cuenta atrás desde esos lunes que caen sobre nosotros como meteoritos que arrasan nuestra voluntad y la someten al dictado de los horarios de oficina, con la promesa de los viernes que llegan como estrellas fugaces y traen el deseo de un eterno fin de semana con forma de billete de lotería premiado.

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Se alargan las mangas, se cierran las ventanas y las sábanas comienzan de nuevo a hacer su función.

Septiembre es un mes de buenas intenciones. Los gimnasios de la ciudad se llenan de voluntades frágiles, se planifican nuevos comienzos, se abandonan hábitos que se cambian por buenos propósitos a los que hay que regar generosamente con perseverancia.

Madrid se llena de reencuentros de amigos dándonos la sensación de que vuelve a ser nuestro hogar. Esa sensación de que todos estamos en casa, de vuelta.

La vida comienza a trasladarse a las calles laterales alejándose de las grandes y turísticas avenidas. Si septiembre tuviera una banda sonora, sería la de esta canción "Sidestreet". Encontré en la descripción del tema que hace el propio autor toda la esencia de Bocados de Madriz:

"En la vida, al igual que en las grandes ciudades, las experiencias auténticas no se encuentran en las principales avenidas transitadas por la vanidad, la ambición sin sentido o del conformismo, sino en las calles laterales. Es a través de ellas donde encontramos rincones especiales..."

Esos rincones que, como uno de esos objetivos personales que nos marcamos en septiembre, me propongo descubrir y compartir.

¡Feliz curso nuevo!

Post publicado anteriormente en el blog de la autora.