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Un batallón ucraniano atrae a los soldados rusos hacia una trampa mortal de bombas prohibidas

Un batallón ucraniano atrae a los soldados rusos hacia una trampa mortal de bombas prohibidas

El uso de los lanzacohetes HIMARS provoca cuantiosas bajas en las tropas rusas y norcoreanas en el frente de batalla situado en la región de Kursk.

Un soldado ucraniano participa en unas maniobras en la región de Donetsk.Viacheslav Ratynskyi

La guerra en Ucrania sigue adelante 1.435 días después. Se cumplen casi tres años desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunciase en un discurso televisado que se iba a poner en marcha una “operación militar especial”, con ataques aéreos y terrestres sobre la capital ucraniana, Kiev, y otras ciudades como Jarkov y Odesa. Desde aquel fatídico 24 de febrero de 2022, sin embargo, el campo de batalla ha cambiado tras la entrada de efectivos procedentes de países amigos de Moscú y la resistencia del ejército ucraniano.

Una oposición, la del Ejército de Ucrania, reforzada por los envíos de armas desde países miembros de la OTAN, especialmente desde EEUU antes del regreso de Donald Trump, y también por un cambio en las tácticas de las fuerzas militares ucranianas, que resisten al avance ruso en frentes clave o, incluso, les permite obtener algunas victorias en la guerra.

Es el caso de los soldados ucranianos que pertenecen al 225º Batallón de Asalto, quienes  la pasada semana orquestaron una emboscada devastadora contra las fuerzas rusas en la región de Kursk. La operación, en la que usaron sistemas de cohetes HIMARS y bombas de racimo, prohibidas por su capacidad de provocar daños indiscriminados, ha causado numerosas bajas en el enemigo, atraídos por el Ejército Ucraniano a una trampa mortal, según explica el analista David Axe en Forbes.

Cerca de la aldea de Sverdlivkove, en las proximidades de la frontera ucraniana con Rusia, el ejército de Ucrania puso en marcha una operación coordinada con un objetivo: poner en evidencia la vulnerabilidad de los soldados rusos y norcoreanos con una estrategia tan simple como prepararles una trampa. Así, fingieron una retirada de la zona para captar su atención y atraerlos hacia la emboscada que le habían preparado. "No solo atacan día tras día por las mismas carreteras hacia Sudzha, punto clave de la ofensiva ucraniana, sino que lo hacen a pie y con insuficiente apoyo. Esto los hace presa fácil para la artillería, especialmente cuando se agrupan en un punto seleccionado”, señala Axe en su artículo. 

Las pérdidas exactas en esta operación no se han confirmado todavía, pero las ofensivas rusas más grandes suelen involucrar unos 50 equipos y cientos de soldados. Aunque son muchas las operaciones a menor escala, las más significativas de las últimas semanas han causado cientos de bajas entre las tropas rusas y norcoreanas. "Cuando el enemigo, que ya pensaba en el ‘éxito’ de su ofensiva, concentró todas sus fuerzas en esta región, se les atacó con bombas de racimo desde los lanzacohetes HIMARS”, explicó el batallón en un comunicado difundido a través de sus canales oficiales.

Este ataque se suma a otros éxitos recientes del Ejército de Ucrania, como el logrado por un equipo de infantería de marina que destruyó siete vehículos rusos en dos días usando los misiles Javelin suministrados por la Administración de Joe Biden, cuyo coste asciende a 200.000 dólares por unidad y pueden alcanzar objetivos a más de 4 km de distancia.