El puente más largo de Europa cuesta 850 millones de euros, mide 16,1 km y ya tiene 'fecha de caducidad' aproximada
Se habla de una vida útil prevista de 120 años y de una resistencia pensada para condiciones extremas.

Hay infraestructuras que, aunque las tengas cerca, siguen pareciendo de ciencia ficción cuando te paras a mirar los números. El Puente Vasco da Gama, en Lisboa, entra de lleno en esa categoría: con unos 16 kilómetros de longitud, se considera el puente más largo de Europa y es una pieza clave para cruzar el estuario del Tajo sin colapsar el tráfico de la capital portuguesa. Así lo repasa Express, que lo presenta como uno de esos megaproyectos que todavía hoy impresionan.
La historia del puente está ligada a un objetivo muy práctico. Cuando se planificó, la idea era aliviar la presión del veterano Puente 25 de Abril (el gran eje tradicional hacia Lisboa). La solución fue levantar un nuevo paso al este de la ciudad que conectara mejor la zona norte con municipios como Montijo y Alcochete, algo que, según se explica, terminó impulsando el comercio y el turismo en esas áreas al mejorar los accesos.
Lo llamativo es la velocidad con la que se ejecutó. La obra arrancó en 1995 y quedó lista para la Exposición Mundial de 1998. El nombre, además, juega con el simbolismo histórico: su inauguración coincidió con el aniversario de 500 años del viaje de Vasco da Gama, el navegante que abrió una ruta marítima entre Europa y la India.
En términos de ingeniería, el puente se diseñó con la vista puesta en el largo plazo. Se habla de una vida útil prevista de 120 años y de una resistencia pensada para condiciones extremas, con capacidad para soportar vientos muy fuertes y terremotos de gran intensidad (más potentes que el devastador seísmo de Lisboa de 1755). Tiene seis carriles y un límite de velocidad que, en condiciones normales, llega a 75 mph (equivalente aproximado a 120 km/h), con reducción a 56 mph (unos 90 km/h) cuando hace mal tiempo.
La construcción también fue un despliegue logístico: miles de trabajadores, toneladas de acero y cimentaciones profundas en el lecho del río. En el diseño destaca el tramo atirantado, con pilonos en forma de H que se elevan hasta 150 metros. Y, como el trazado cruza una zona ambientalmente sensible (la Reserva Natural del Estuario del Tajo), durante las obras se aplicó un programa específico de medidas medioambientales.
El director general de Lusoponte (empresa gestora del proyecto), António Rosa, resumió la dimensión del reto con una frase que lo deja claro: "Construir un puente de esta magnitud no fue tarea fácil. Nos enfrentamos a enormes desafíos técnicos, como garantizar la estabilidad estructural y coordinar una logística compleja en un área tan extensa".
