Una provocativa imagen fálica de Putin aparece justo antes del tercer aniversario de la guerra
El artista de la escultura quiere lanzar un claro mensaje a los rusos: "Que sepan que no son bienvenidos aquí, que hablamos ruso y que podemos enviarlos a donde los envíe el buque de guerra".
Pocos días antes del tercer aniversario del inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, el artista y escultor lituano Martynas Gaubas ha presentado en Kaunas una provocativa escultura titulada "Chuilo", que representa simbólicamente al presidente ruso Vladímir Putin. La obra, en forma de órgano genital masculino, será trasladada a otras ciudades de Lituania para ser exhibida ante el público.
Gaubas explica en LRT que el boceto de la escultura fue concebido en los primeros días de la guerra y lo compartió en la red social Facebook apenas tres días después del inicio de la invasión. "Pensé que la guerra terminaría pronto. Cuando vi que en estos tres años no había pasado nada, en Navidad decidí que tenía que terminar la obra antes del tercer aniversario de la guerra", detalla.
El escultor se propuso desde el principio que su obra tuviera un carácter profano, una forma primitiva y símbolos fácilmente reconocibles: "Ese casco parece simbolizar su presencia en el búnker, rodeado de tatuajes de un criminal ruso". Entre este simbolismo destacan por ejemplo las orejas y los ojos, que son muy pequeñas para demostrar que no oye ni ve nada, y la nariz es larga porque miente mucho y se entromete donde no debe.
Más allá de su carga simbólica, la escultura también tiene la intención de enviar un mensaje al pueblo ruso: "Es importante que los propios lituanos no tengan miedo". Cuando le preguntan si tiene miedo de provocar a Rusia, contsta que negativamente, que solo quiere que los rusos sepan "que no son bienvenidos aquí, que hablamos ruso y que podemos enviarlos a donde los envíe el buque de guerra".
La presentación de "Chuilo" en Kaunas ha generado reacciones mayoritariamente positivas, según el artista: "Mucha gente (...) está mostrando señales de apoyo". En los próximos días, la escultura recorrerá diversas ciudades de Lituania mientras se define su destino final.
Primero, el artista consideró que un vertedero sería el lugar idóneo para su obra, pero descartó esta opción al reflexionar sobre la modernización de los sistemas de reciclaje. "Decidimos preguntar a la gente dónde podría estar ese lugar: tirarlo a un pozo de lodo, dispararle con un tanque, dárselo a un campo de entrenamiento. Hay que hacer algo al respecto, pero para enviar un mensaje claro", concluye.
