Papá primerizo motorizado: Fijando presupuesto y necesidades

Papá primerizo motorizado: Fijando presupuesto y necesidades

Lo primero que uno ha de analizar para sí mismo es el uso actual que hace de su coche. ¿Lo usas y necesitas a diario para ir al trabajo? ¿vives lejos del centro de tu ciudad? ¿lo necesitas para acceder a servicios básicos como el médico o los centros comerciales? ¿haces varios viajes largos?

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Foto: Touring Club Suisse/Schweiz/Svizzero TCS Flickr CC 2.0

¿Necesito realmente un coche nuevo? ¿necesitas cambiar tu querido deportivo ahora que viene un pequeño en camino hacia tu casa? Siete días después de arrancar este especial de paternidad relacionada con automovilismo, encaramos nuestra segunda entrega con un dilema que, tarde o temprano a todos los que nos gustan los coches y nos metemos en estos berenjenales, nos acaba sobresaltando.

Pero antes de tirarnos como locos a las webs de compraventa de usados y visitar concesionarios, tenemos que determinar realmente qué es lo que necesitamos, qué uso le vamos a dar al coche, y cuánto dinero podemos gastar en él.

Pero volvamos al inicio de todo. ¿Necesito cambiar de coche? Depende de tu situación actual. Tener un bebé no implica necesariamente cambiar de coche y comprarte un monovolumen el día después de la primera ecografía.

¿Necesito realmente un coche?

Tener un coche en casa es algo que asumimos muchos como vital, necesario e imprescindible. Pero, no tengo muy claro si por la crisis, o por la evolución de la sociedad, cada día parece más claro que, en ciertos ámbitos, en ciertas condiciones, se puede prescindir total o parcialmente de él. Con los tiempos que corren, la realidad para muchos ciudadanos es que el coche es un lujo prescindible.

Lo primero que uno ha de analizar para sí mismo es el uso actual que hace de su coche. ¿Lo usas y necesitas a diario para ir al trabajo? ¿vives lejos del centro de tu ciudad? ¿lo necesitas para acceder a servicios básicos como el médico o los centros comerciales? ¿haces varios viajes largos al cabo del año?

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No, por tener un hijo no necesitas comprarte una Rodius automáticamente...

Y el segundo punto a analizar es cuántas de esas actividades van a involucrar al nuevo rey de tu casa. Por ejemplo, si la guardería, el cole y el pediatra, así como los locales de compras que frecuentas, caen a tiro de paseo, o dentro del radio de uso cómodo del transporte público, es muy probable que tu pequeño apenas se monte en el coche.

Piénsalo fríamente, si tu pequeño apenas se va a montar una vez por semana en el coche, y no vas a hacer frecuentes viajes largos con él, no necesitarás un enorme monovolumen o un titánico SUV. Con tu utilitario o tu cupé de dos puertas podrás seguir viviendo tranquilamente.

¿Y cuando lleguen las vacaciones? En ese momento, si es tu único viaje anual largo cargado de equipaje, contemplar alquilarse un coche es mucho más sensato. Piénsalo detenidamente, porque muchas veces por las ganas de comprar un coche nuevo no nos damos cuenta de que, tal vez, la mayor parte de las horas estemos con él parado en el garaje, o empleándolo con una única plaza ocupada, mientras el resto del enorme espacio útil del mismo está vacío.

Y es que tener un coche, al cabo del año, representa un enorme gasto económico, computando seguro, impuestos, mantenimiento, y claro, las letras del crédito de haberlo adquirido.

Claro que hay personas que, por sus circunstancias personales, pueden estar condenadas a tener un coche grande. Y es fácil de entender: si para llevar al peque a la guardería cada día vas a usar el coche, o para ir al centro comercial de turno a hacer la compra, o para ir a ver a los abuelos, o si te vas de vacaciones cuatro veces al año con el pequeño... entonces sí, tiene lógica que consideres que, dado que el enano va a pasar tanto tiempo en el coche, no te vendrá mal tener una máquina que se adapte bien a sus necesidades.

¿Caballo grande ande o no ande?

El ser humano tiene esa obsesión de comprar siempre lo más grande y caro que pueda permitirse, abandonando toda lógica, apasionado por la ambición de la posesión de un nuevo bien preciado. Así nos han moldeado los artistas del consumismo y del marketing, haciendo que muchos acaben comprando gigantescos SUV, MPV o lo que sea, para llevar al niño al cole desde la urbanización, cubriendo 10 km de carreteras interurbanas en perfecto estado y sin equipaje.

Reflexionemos. Por más que uses el coche a diario, no siempre lo vas a utilizar lleno de equipaje hasta arriba, con maletas, sillita de bebé, y mil aperos más. Si tus viajes largos se reducen a ocasiones muy puntuales (una al año, por ejemplo), y tus movimientos principales son urbanos y sin más cosas cargadas en el maletero que el carrito y una mochila con las cosas del bebé, entonces la mayor parte de utilitarios y urbanos del mercado te valdrán para cumplir de sobras. Para esos viajes puntuales siempre podrás tirar de un Avis para alquilar un coche más apto y más capaz, y podrás ahorrar cada día en consumo y mantenimiento en relación a una enorme berlina, SUV o familiar.

Cinco puertas mejor que tres, y una banqueta alta mejor que una baja

Pero cuando digo que puede convenirte un coche tirando a pequeño no te digo que pienses en un utilitario de segmento A con tres puertas.

Si ya has llegado a la conclusión de que haces un uso intensivo del coche a diario, y lo vas a hacer con el pequeño a cuestas, entonces te conviene considerar seriamente un coche con cinco puertas y una banqueta relativamente alta.

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Foto: Touring Club Suisse/Schweiz/Svizzero TCS Flickr CC 2.0

¿Por qué? El razonamiento es obvio: con los sistemas de retención suplementaria obligatorios en la actualidad, montar a los pequeños puede llegar a ser una tarea de minutos. Repítela cuatro veces al día a través de un exiguo hueco que quede entre la puerta y un asiento abatible, mientras alargas tus brazos para tratar de alcanzar una banqueta hundida ahí atrás escuchando los claxones del tráfico se impacienta porque un fulano está esperando para ocupar tu plaza de aparcamiento... Sí, la vida puede llegar a ser así de agobiante.

Por eso la ventaja de poder montar al niño a una altura superior, pasarlo del carrito a la sillita IsoFix a prácticamente el mismo nivel, y hacerlo todo a través de una puerta con un gran hueco, que se abra unos buenos grados es toda una ventaja que tus riñones (y tu reloj de pulsera) agradecerán en escasas semanas.

¿Cómo de grande necesito el maletero?

Parece una obsesión eso del maletero enorme y cavernoso. Todavía existe esa extraña tendencia del comprador de coches que llega al concesionario y las tres cosas que valora del coche (sin probarlo) son: cómo suenan las puertas al cerrarlas, el tamaño del maletero (medido a ojo de buen cubero), y lo sólido que es en base a un par de pataditas a los neumáticos...

Está claro que si me estás leyendo, no eres de esos, pero conviene no olvidar viejas manías de otros tiempos.

Es verdad que cuando uno mete un carrito de bebé en el maletero de su coche se traga un buen cacho de espacio. Es verdad que, por tanto, nos viene bien un maletero grande. Pero hay otras facetas muy importantes, como son el tamaño de la boca de carga, el tipo de portón, y si realmente necesitamos meter muchas veces muchas más cosas que el propio carrito.

Y es que importa tanto cuántos litros tiene como el cómo consigue esos litros. Un ejemplo fácil de comprender es el de un 500 como mi Abarth. Apenas tiene diferencia en volumen con un Fiat Panda, pero el maletero del Panda, al tener el portón mucho más vertical, es mucho más aprovechable, ya que puedes cargar hasta la bandeja sin preocuparte de dar con el portón a la carga al cerrar.

Llevado esto a la generalidad de los casos, lo que más te va a interesar es buscar un coche cuyo maletero tenga, ante todo, formas regulares y bien cuadradas, para aprovecharlas al máximo. Tener una boca de carga baja y enrasada con la superficie del maletero te evitará dolores de espalda a la hora de cargar el carrito del peque.

Otra cosa importante de la boca de carga es que esta sea lo más amplia posible, sin dejar recovecos difíciles de alcanzar a través de ella. Para esto, lo mejor es comprar un coche con portón posterior, en lugar de los baúles convencionales de los sedanes de tres volúmenes. Y tengo un buen ejemplo para contarte de esto: El Passat CC, que es precioso, las cosas como son (sobre todo antes del restyling), tiene un gran maletero, pero cuenta con portezuela y boca de carga pequeñas. Meter un carrito ahí dentro es posible, pero nos cuesta el doble de esfuerzo que hacerlo en un Golf, que puede que no tenga tanto maletero, pero es más rápido y fácil de cargar.

¿Diesel o gasolina? ¿muchos o pocos caballos?

De la misma manera que parece que como sociedad tenemos obsesión por comprar coches grandes cuando viene un pequeño a la familia, también parece una obsesión recalcitrante comprar coches con motor diésel.

No es la primera vez que hablamos del tema en Autoblog, pero no está de más recordarlo: Un motor diésel no siempre es lo más recomendable. De hecho, la mayor parte de los usuarios tipo se ajustan mejor a un gasolina.

Por norma general, podéis hacer servir una regla básica: si conducís menos de 20.000 kilómetros al año, un coche de gasolina es la mejor opción de compra. Aunque el diésel consuma un litro o dos menos de media por cada 100 kilómetros, el extra de coste en la adquisición de nuevo unido al extra de coste de mantenimiento lo hacen menos rentable si no hacemos una gran barbaridad de kilómetros.

Te hablarán de precios de re-venta, de que un diésel tiene mejor salida en uso de segunda mano, pero si te vas a quedar el coche ocho años (la media en España si lo compras nuevo), sinceramente, no merece la pena invertir en el extra del diésel, porque no recuperarás tampoco la diferencia al vender el coche como usado.

Además, la evolución moderna de los motores de gasolina (inyección directa, turbo, distribución variable), los ha hecho muy competitivos. Tienen mejor tacto que los diésel, son menos ruidosos y toscos, y, además, no emiten partículas por su escape, lo que nos ayuda a todos en el control de emisiones contaminantes en nuestras ciudades.

En cuanto a la potencia, no te dejes arrastrar por manidos argumentos sobre ella. La potencia es seguridad. La potencia es poder adelantar en pocos metros a un camión en una carretera convencional. La potencia te saca de un atolladero cuando más lo necesitas.

No te digo que compres un BMW M5, pero hay unos niveles de motor mínimo para los coches y sus pesos actuales.

Para eso, en lugar de centrarte en la cifra pura y dura de caballos del motor de tu próximo coche, lo que tienes que hacer es ser un poco más analítico, y mirar dos parámetros: La relación peso-potencia, y la relación peso-par. De hecho, es esta segunda la que resulta más vital en cuanto a tener un coche seguro y vivo, porque es el par el que te mueve en adelantamientos.

Yo marcaría como barrera mínima los 6,5 kilos de peso por Nm de par motor. Con esa cifra tendrás par suficiente para adelantar y mover el coche con soltura en cualquier carretera de manera segura, sin quedarte tirado en el carril contrario mientras intentas hacer un adelantamiento. Con esta cifra considerada, no estará de más que compruebes también la relación peso potencia, donde no es interesante pasar de los 12,5 kilos por caballo.

Establecer esta barrera mínima en relación peso-par puede dar por resultado que descartes ciertos modelos con motor de gasolina, y acabes con un diésel, algo que parece ir en contra de lo que te comentaba antes de los 20.000 km año, pero es que hay que buscar combinar de la mejor manera posible las dos facetas.

¿Crossover? ¿MPV? ¿Compacto? ¿Utilitario?...

Ya quedó atrás ese momento de hace dos décadas, cuando los coches se podían dividir simplemente por tamaño entre utilitarios, compactos y berlinas... Ahora existen nichos, subnichos, mezclas de nichos (crossovers), y todo tipo de inventos de toda clase y condición para poblar con una misma plataforma y elementos, un montón de parcelas de mercado distintas.

La solución perfecta para casi cualquier uso de un coche familiar es el monovolumen, a nivel de versatilidad. Esto se sabe desde hace muchas, muchas décadas. Cualquier diseñador industrial te dirá que la forma del monovolumen es la que mejor aprovecha el espacio que ocupa un vehículo. El problema es que un coche con un único volumen no gusta, y tiene una dinámica comprometida a la hora de conducirlo.

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Un monovolumen es lo ideal, pero estética y gustos mandan, así que elije el que te guste

Por eso, desde hace años los fabricantes intentan manejar eso de los coches altos de una manera u otra, usando trucos de diseño y soluciones de ingeniería para conseguir colocárnoslos aunque no nos gusten.

Así, los compactos han crecido y han subido mucho la altura de sus techos, con portones traseros cada vez más verticales, para acabar convirtiéndose en falsos monovolúmenes. Los utilitarios han intentado muchas veces también monovolumenizarse, y los monovolúmenes han adoptado formas camperas para simular que son todoterrenos pequeñitos, con los que ganar nuestros corazones, aunque al lado de un Suzuki Samurai no tengan nada que hacer en conducción fuera-pista.

La linea divergente la ponen los sedanes cupé, esa tendencia iniciada por el CLS (sí, un Lagonda de hace medio siglo, o un Quattroporte de primera generación también pasarían hoy en día por esa denominación), no aprovechan tan bien el espacio disponible, pero ofrecen estética y presencia que entra mucho más por el ojo que un gran monovolumen de siete plazas, está claro.

Pero sea como sea, en este aspecto no puedo darte un consejo claro más allá de que optes por el tipo de carrocería que más os guste en casa. Piensa que es un coche para guardar muchos años, una inversión muy cara que te tiene que atraer en lo estético. Pero la estética no puede ser un problema para el uso a diario del coche.

Probablemente sea el presupuesto el que te limite el tipo de coche que estás buscando, así que vamos al siguiente apartado.

¿Presupuesto?

Marcarse un presupuesto máximo e inamovible es algo prioritario antes de empezar a mirar qué coche comprarse. Y es que todos somos caprichosos, y es fácil comenzar a mirar coches, y empezar a subir un poquito más nuestro límite inicial de gasto con la idea de intentar llegar a un coche un pelo más caro y equipado.

Ya hablamos de esto en otra ocasión, pero yo os aconsejo una doble fórmula a la hora de marcaros un presupuesto para la compra de un coche.

Si se trata de un coche nuevo, teniendo en cuenta el ritmo de devaluación que tienen, os aconsejo pagar un 40% al contado, y financiar el 60% restante del precio del coche como máximo. De esta manera, ese 40% inicial que pagáis en efectivo es lo que podéis dar por perdido durante la compra, por adquirir un coche a matricular.

El 60% restante del precio del coche os lo aconsejo financiar a un máximo de cuatro años. De esta manera, en el hipotético caso de que os quedéis en el paro o se modifique a peor vuestra situación económica, siempre estaréis en condiciones de vender el coche y cancelar el crédito que pesa sobre él en cualquier instante, dejándoos libres de cargas.

Si, en lugar de un coche nuevo, apostáis por un usado, la fórmula cambia. Como el 20% de devaluación instantánea del coche al matricularlo ya se ha compensado, mi consejo es que podéis jugar con una fórmula de compra que contemple el 20% de pago en efectivo, y hasta un máximo del 80% de la operación financiada, de nuevo, nunca a más de cuatro años. De esta manera también estáis liberados y protegidos en caso de tener que vender el coche si vuestra situación económica o personal así lo requiere, pudiendo liberaros de la financiación al completo.

Teniendo este consejo en mente, todo se reducirá a valorar cuánto efectivo disponible tenéis para la compra, y qué letra máxima podéis pagar cada mes sintiéndoos cómodos. Y es que tampoco conviene que os apretéis demasiado el cinturón por un simple coche. Un buen consejo pasa por dedicar menos de un 15% de los ingresos netos mensuales de vuestro hogar a cubrir créditos de coches.

Lo ideal es que busquéis quedaros todavía más abajo de ese 15%, porque ganaréis frescura económica, pero esto, ya lo sabes, es un simple consejo.

¿Nuevo o usado?

Esta es una de esas grandes preguntas a la hora de adquirir un coche... Y no vamos a tratarla aquí, porque se merece un capítulo completamente a parte en esta serie de artículos, donde ya pondremos sobre la mesa ejemplos concretos de los coches que vamos a valorar para nuestro caso ejemplo (que soy yo, sí).

Nuestro caso particular como ejemplo

Sintetizando todas estas preguntas en un caso particular como el nuestro, te contaré que nosotros, en casa, tenemos dos coches pequeños. Uno es el Abarth 500 de larga duración que acabó quedándose (modificado) en nuestro hogar para siempre. El otro, un pequeño Cinquecento Sporting que usa mi chica para ir al trabajo.

Como vivimos en una urbanización de las afueras de nuestra ciudad, y nos movemos mucho por trabajo y con nuestro perro (lo que hace que no podamos usar el transporte público), tenemos un uso diario de ambos coches.

Además, no hace falta que te lo cuente, porque ya lo sabes, pero un servidor, por razones de Autoblog, acaba tragando muchos kilómetros de carretera al año, con largos viajes también para vacaciones.

Con dos coches de tres puertas, escaso maletero (meter un carrito de bebé en un 500 no es imposible, pero resulta complicado), y un futuro en el que predecimos que habrá un uso intensivo con el enano a bordo del coche, no nos queda otra que cambiar al menos uno de los dos coches por uno más grande.

Fijar el tipo de coche, el motor, la marca y el modelo quedará para más adelante, a medida que vayan pasando capítulos de esta serie de artículos, pero por lo pronto sí que podemos hablar de un presupuesto más o menos fijo. No querríamos gastarnos más de 24.000€ en el coche, pero todo lo que pueda ser menos será bienvenido... Como si acabamos gastando menos de 10.000€...

¿Qué compraremos? Hay mucho que probar, analizar y valorar... Te lo iremos contando.