Debate sobre economía

Debate sobre economía

Los economistas siguen discutiendo siempre, erre que erre, mareándonos a todos. No se ponen de acuerdo nunca. Aportan datos, defienden sus posturas y afirman que sus particulares puntos de vista ya han sido sometidos a prueba en otros países y han funcionado perfectamente.

Desde que tengo uso de razón me ha interesa todo lo relacionado con la ciencia. Empecé leyendo libros de Asimov y Sagan y desde entonces adoro a los científicos y las cosas que son capaces de hacer.

Anoche estuve escuchando en la radio un debate entre economistas. Como siempre, las posturas eran muy distintas. Argumentaban sus tesis con fluidez absoluta, aportando datos con una precisión sorprendente, y cada vez que uno de ellos hablaba, yo terminaba convencido de que aquello que decía era la verdad. Alternativamente cambiaba de opinión, convencido por los argumentos que cada uno de ellos iba esgrimiendo. Hasta que, ligeramente aturdido, me sorprendí a mi mismo diciendo en voz alta: "¿En qué quedamos?"

Esa disparidad de criterios que observamos entre los economistas no se da en la ciencia. Siempre que he preguntado el motivo de esas discrepancias tan radicales, me han respondido que la economía es una ciencia complicada, que no es del todo exacta, que en ella hay muchas variables. Incluso en ocasiones han llegado a decirme que la economía no es, propiamente, una ciencia.

Entonces yo, ingenuamente, siempre planteo una duda: ¿Si la economía no es una ciencia exacta por estar repleta de infinidad de variables difíciles de precisar, por qué los economistas defienden sus posturas con esa rotunda seguridad? ¿No sería más lógico que reconocieran la incertidumbre y dejaran de pontificar? Y, en el caso de que sea una ciencia rigurosa, ¿por qué opinan cosas tan distintas? Y aquí ya nadie logra darme una explicación convincente.

Imaginemos que los físicos teóricos estuvieran enfrentados como los economistas. En ese caso, no sería raro escuchar acalorados debates radiofónicos en los que un físico afirmara que la luz se mueve a trescientos mil kilómetros por segundo y otro le replicara que no, que de qué narices va, que esa velocidad es tres veces inferior.

Estas disputas en cuestiones tan básicas no se dan entre los científicos serios. Van todos a una, porque su interés es el esclarecimiento de la verdad, no la defensa de intereses partidistas. Claro que hubo grandes enfrentamientos científicos, como el que se produjo entre Einstein y Bohr sobre las implicaciones de la mecánica cuántica, o en la actualidad acerca de la teoría de cuerdas, pero esas discrepancias se dan siempre en el inicio de las nuevas ideas, cuando estas están naciendo, pero suelen diluirse al pasar por el tamiz de la experimentación. Y entonces, salvo excepciones muy raras, se produce el consenso en la ciencia.

En cambio, los economistas siguen discutiendo siempre, erre que erre, mareándonos a todos. No se ponen de acuerdo nunca. Aportan datos, defienden sus posturas y afirman que sus particulares puntos de vista ya han sido sometidos a prueba en otros países y han funcionado perfectamente.

Esto consigue que nosotros, pobres ignorantes económicos, acabemos desconfiando de todos los economistas, y también de los políticos que se basan en sus teorías. Se lo tienen merecido.