Dividiendo indignados

Dividiendo indignados

Si El Sistema tuviera una sucursal en España, el modo de dividir indignados no le resultaría excesivamente complejo. Al Sistema podría ocurrírsele que no sería una idea descabellada alentar cierto sentimiento catalanista que fuera, además, antiespañolista. De esa manera, la fuerza del colectivo se vería disminuida al quedar dividida en dos.

Si realmente existiera El Sistema, si fuera algo real, medible y localizable en algún lugar secreto desde el que pudiera mover los invisibles hilos del mundo, sin duda estaría inquieto por la existencia de los indignados. Con toda seguridad, se devanaría los sesos para idear el modo de quitárselos de en medio, o al menos de disminuir la fuerza con la pretenden derribarlo sin su permiso.

Una de las primeras ideas que se le ocurrirían al Sistema sería la viejísima fórmula de dividir para vencer. La historia ha demostrado que esta estrategia tiene una eficacia tremenda, con la añadida ventaja de culpabilizar siempre a aquellos a los que quiere combatir.

Además, si El Sistema tuviera una sucursal en España, el modo de dividir indignados no le resultaría excesivamente complejo. Bastaría con que echara mano a las estadísticas para saber que hay dos ciudades en las que este colectivo es especialmente numeroso. Al instante, comprobaría que se trata de Madrid y Barcelona.

La cuestión sería cómo dividirlos. Y la respuesta, totalmente tautológica, sería la siguiente: activemos algo que divida sin piedad a indignados de Madrid e indignados de Barcelona.

Entonces, al Sistema podría ocurrírsele que no sería una idea descabellada alentar cierto sentimiento catalanista que fuera, además, antiespañolista. De esa manera, la fuerza del colectivo se vería disminuida al quedar dividida en dos, enfrentando a los indignados con els indignats.

Bien pudiera pensarse que esta estrategia no tendría ningún efecto, porque los ideales de los antisistema están muy por encima de la cuestiones identitaria, pero mi humilde experiencia con amigos de Madrid y amigos de Barcelona, en ambos casos fervientes indignados, me demuestra que este tema, por desgracia, divide sin piedad y crea enfrentamientos que hacen que se olviden al instante los antiguos lazos que unían en las plazas.

Esta actuación sería una obra maestra del Sistema para disminuir la fuerza dividiendo, y el único modo de contrarrestarla sería no hacer el más mínimo caso, negándose al enfrentamiento, para que los indignados y els indignats procuraran entenderse, ya que el resto de ciudadanos y políticos parecen no tener previsto hacerlo en absoluto.

Pero no seamos paranoicos ni caigamos en la trampa de tener ideas conspirativas, tan pasadas ya de moda, porque probablemente El Sistema no existe y nadie ha diseñado nada para dividir los bandos. Se trataba solo de una idea de ficción sociológica para escribir este brevísimo artículo.