Este adorable pez muy peligroso da fuerza a la regla de que si ves algo muy hermoso en el mar huye rápido
No todo lo que brilla es oro.

El océano está lleno de criaturas que, a pesar de su apariencia, pueden resultar letales para los humanos. Un claro ejemplo de esto es el Ángel Azul, también conocido como el Dragón Azul (Glaucus atlanticus). A pesar de su tamaño diminuto (solo 5 centímetros de largo), este molusco tiene un sistema de defensa impresionante y letal.
El Ángel Azul se alimenta de medusas y otros organismos marinos, pero lo que lo hace peligroso es el hecho de que roba veneno de sus presas, acumulándolo en sus tentáculos. Este veneno proviene de las células urticantes de las medusas, que el molusco usa como "flechas" venenosas. Cuando algo las toca, el veneno se inyecta en su víctima, paralizándola.
Lo más sorprendente es que no produce este veneno por sí mismo. En cambio, lo "roba" de criaturas como el velero o las carabelas portuguesas, que, aunque no son medusas, tienen un veneno mortal. Respecto a su alimentación, se nutre de estas criaturas, absorbiendo el veneno y utilizándolo para defenderse de sus propios depredadores. Y por si fuera poco, el molusco cuenta con una táctica de camuflaje, que le permite pasar desaparecido del resto de animales, pues su espalda plateada lo hace casi invisible cuando el sol se refleja sobre el agua y su vientre azul lo oculta desde arriba.
Lo más curioso es cómo el Ángel Azul reproduce su especie: es hermafrodita y se necesita de otro compañero para reproducirse. Cada uno de los miembros de la pareja deposita sus huevos en una medusa flotante, que sirve como un "medio de transporte" para las crías. De este modo, las crías nacen y crecen protegidas por la medusa, sin que su hogar, la medusa, sepa siquiera lo que ocurre.
