Censura, boicots y pánico a una victoria de Israel en Eurovisión: diagnóstico de un festival al borde del colapso
La UER sigue permitiendo la participación de la televisión israelí frente a las protestas de otras delegaciones. Para intentar evitar polémicas, el certamen suspende las ruedas de prensa e impone a los artistas nuevas prohibiciones.

La participación de Israel en Eurovisión 2025 pone de nuevo contra las cuerdas al mítico festival de música. Un año después de la gran polémica que rodeó el certamen organizado en Malmö (Suecia), con detenciones de manifestantes a las puertas del estadio, amenazas de boicot, mal ambiente entre los artistas en el backstage y abucheos a la representante israelí en cada una de sus actuaciones, el concurso aterriza en Basilea (Suiza) en un contexto muy similiar al año precedente.
Ya este pasado domingo, durante la ceremonia de inauguración, decenas de personas se concentraron con banderas palestinas para denunciar la ofensiva israelí sobre Gaza y para protestar por la inclusión del país en un festival que no tuvo reparos hace tres años en echar a Rusia tras invadir parcialmente Ucrania. Sin embargo, los más de 50.000 palestinos muertos en Gaza desde el inicio de la campaña militar que Israel lanzó en represalia por los ataques del 7 de octubre de 2023 no han supuesto un problema para que la Unión Europea de Radiodifusión (UER), ente organizador del certamen, permita la presencia de este país junto a las otras 36 delegaciones participantes.
La excusa es siempre la misma: en Eurovisión no participan países, sino televisiones (en su mayoría, públicas). Y la UER considera que la KAN, la cadena israelí, no ha vulnerado ninguna de las normas establecidas por la corporación. Sin embargo, en el comunicado que emitieron hace tres años para anunciar la expulsión de Rusia, la UER sólo habló del "descrédito" que supondría para el festival la mera presencia rusa en la competición.
La situación de caos que se vivió el año pasado, con artistas admitiendo incluso que tuvieron que acudir a un psicólogo tras su terrible experiencia, hizo que la UER reaccionara para intentar 'salvaguardarse' de una edición similar en 2025. Y se sacó de la manga un nuevo código de conducta que blinda cualquier intento de "instrumentalizar" el concurso. Es decir, limita las acciones de los artistas bajo la excusa de proveerles un "entorno de bienestar".
Otra de las últimas decisiones de la UER van en la misma dirección. Los cantantes tienen prohibido usar cualquier otra bandera que no sea la oficial de su país tanto en las galas como en los actos paralelos del festival. Ni siquiera podrán exhibir alguna que represente al colectivo LGTBIQ+, uno de los segmentos principales de la audiencia del festival. Además, se ha anulado cualquier rueda de prensa con los artistas para evitar que puedan pronunciarse sobre la participación de Israel a preguntas de los periodistas acreditados.
Mientras, la KAN aprovecha su presencia en el concurso para desarrollar su propia agenda propagandística. Su representante este año es Yuval Rapahel, superviviente de los atentados de Hamás el pasado 7 de octubre. La joven ganó la preselección de su país e interpretará en la semifinal de este jueves (y, muy probablemente, en la final) la canción New day will rise (Un nuevo día llegará), cuya letra está escrita en tres idiomas: inglés, francés y hebreo. “Amanecerá un nuevo día, continuará la vida. La oscuridad se desvanecerá, todo el dolor pasará, pero nosotros nos quedaremos”, dice el tema, que pasó el filtro de la organización. “La música forma parte de mi proceso de sanación”, contó tras ser la elegida como representante israelí. Además, también dijo estar preparada para soportar los abucheos del público mientras actúe, como le ocurrió a su predecesora el año pasado.
Frente al silencio forzoso de los participantes de este año, más de 70 excandidatos eurovisivos firmaron la semana pasada un manifiesto en el que pedían la exclusión de la radiotelevisión israelí KAN del certamen por ser "cómplice del genocidio contra los palestinos en Gaza". Creemos en el poder unificador de la música, por eso nos negamos a permitir que se utilice como herramienta para encubrir crímenes de lesa humanidad", rezaba el comunicado. El vigente ganador del concurso, el suizo Nemo, también se mostró en la misma línea durante una entrevista con El HuffPost de Reino Unido. “Apoyo la petición de exclusión de Israel del Festival de la Canción de Eurovisión. Las acciones de Israel contradicen fundamentalmente los valores que Eurovisión dice defender: paz, unidad y respeto por los derechos humanos”, señalaba la semana pasada.
Cinco televisiones públicas, entre ellas RTVE, han exigido abrir un debate dentro de la UER sobre la participación de Israel. La cadena irlandesa aseguró hace unos días que el ente se ha abierto a llevar a cabo "una discusión más amplia a su debido tiempo”. Es decir, sin dar una respuesta específica. Cabe recordar que el principal sponsor del festival desde el año 2019 es Moroccanoil, una empresa de belleza con raíz israelí que realiza una importante contribución económica al festival. La salida de Israel del concurso probablemente implicaría la pérdida de su mayor patrocinador.
Tal vez por ese interés económico, la UER contiene el aliento ante la posibilidad de que Israel pueda ganar el festival en este contexto. El año pasado, la candidatuta israelí fue la segunda más votada por la audiencia. Jugó a su favor la tremenda división que ha generado la situación en Gaza, pero también la fuerte inversión que el gobierno israelí hizo para "fomentar" el voto a su representante fuera de sus fronteras.
Una victoria de Israel en Eurovisión este sábado supondría toda una amenaza para el concurso y, tal vez, su descrédito absoluto. Esta situación abriría la puerta a la probable renuncia de varios países y a que muchos artistas no quisieran vincularse con la marca ni ahora ni en el futuro. También quedaría la duda de si Israel sería capaz de albergar el concurso en un contexto como el actual. Además, la KAN está en proceso de privatización, lo que podría suponer su salida automática de la UER. Si eso ocurre, Israel quedaría fuera de Eurovisión en la próxima edición sin necesidad de una decisión formal por parte del organismo.