El país que no tiene ni un solo río natural pero goza de buena agricultura y gente adinerada
La ausencia de ríos no ha frenado el crecimiento del país.
Cada rincón del mundo tiene algo que lo diferencia del resto y lo convierte en un lugar especial e irrepetible. Puede tratarse de su historia única, de tradiciones transmitidas de padres a hijos que aún se conservan vivas, de una gastronomía que refleja la identidad cultural de su gente o incluso especies de flora y fauna que solo se encuentran allí, lo que los hace auténticos tesoros de la naturaleza.
Hay países que son conocidos por la majestuosidad de sus montañas y picos nevados, otros que destacan por la riqueza de sus ríos caudalosos y lagos cristalinos que les dan vida y belleza, y algunos por sus climas extremos, desde los desiertos más secos hasta las regiones polares más inhóspitas, demostrando la enorme diversidad de paisajes y entornos que conforman nuestro planeta.
Sin embargo, hay un caso que sorprende a muchos. Se trata de un país que, a pesar de su tamaño y desarrollo, no cuenta con un solo río natural. Se trata de Arabia Saudita, en la Península Arábiga, un territorio seco que ha sabido sobreponerse a sus condiciones naturales extremas para convertirse en una potencia regional con una economía próspera, agricultura en expansión y una población con altos niveles de riqueza.
El clima como factor clave
Arabia Saudita está ubicada en uno de los lugares más áridos del planeta. Su geografía está dominada por desiertos, entre ellos el imponente Rub al-Khali, conocido como el "Cuarto Vacío", uno de los más grandes del mundo.
El clima se clasifica como desértico cálido, con precipitaciones que apenas superan los 100 milímetros anuales. Esta escasez de lluvias impide la formación de ríos permanentes, a diferencia de lo que ocurre en países templados donde las montañas o el deshielo alimentan caudales constantes.
Aunque en temporada de lluvias pueden aparecer corrientes temporales llamadas wadi, estas desaparecen rápidamente al evaporarse o filtrarse en el suelo, lo que imposibilita su permanencia como ríos. En consecuencia, Arabia Saudita nunca ha contado con un río natural que atraviese su territorio.
La gestión del agua
La ausencia de ríos no ha frenado el crecimiento del país. A través de una combinación de tecnología e inversión, Arabia Saudita ha logrado abastecer de agua a su población, mantener sus ciudades y potenciar la agricultura. Entre sus principales fuentes destacan:
- Desalinización del agua de mar: Arabia Saudita es líder mundial en esta tecnología, lo que permite obtener agua dulce en ciudades costeras como Yeda, Riad o Dammam.
- Acuíferos subterráneos: el país aprovecha reservas de agua fósil acumuladas durante miles de años. Aunque no son renovables, han sido vitales para el desarrollo agrícola.
- Reciclaje de aguas residuales: cada vez más, las aguas tratadas se reutilizan en la industria y en el riego, reduciendo la presión sobre otras fuentes.
- Recolección de agua de lluvia: mediante presas y embalses, el país aprovecha al máximo cada gota de lluvia que cae en su territorio.
Un país rico
Lo que podría considerarse una desventaja insalvable se ha convertido en un ejemplo de gestión de recursos. Arabia Saudita además de garantiza agua a sus ciudadanos, también ha impulsado una agricultura competitiva en regiones desérticas.
La innovación y la planificación pueden transformar un desafío geográfico en una historia de éxito. Además, la riqueza generada por el petróleo y las inversiones en diversificación económica han permitido que su población goce de un alto nivel de vida.