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Isaki Lacuesta: "Ahora sabemos que lo que decían los Borbones era mentira y lo que dicen los Flores ha sido una transparencia absoluta"

Isaki Lacuesta: "Ahora sabemos que lo que decían los Borbones era mentira y lo que dicen los Flores ha sido una transparencia absoluta"

El cineasta codirige junto a Elena Molina y con la producción de Alba Flores, el documental 'Flores para Antonio'.

Elena Molina e Isaki Lacuesta en la presentación de 'Flores para Antonio' en el Festival de San Sebastián
Elena Molina e Isaki Lacuesta en la presentación de 'Flores para Antonio' en el Festival de San SebastiánGIM

En un momento en el que los biopics heroicos están a la orden del día, enfrentarse a un documental sobre un artista guiado por su hija y que se transforme en una cinta que aborde el camino vital de ella misma rompe con la norma habitual. Flores para Antonio, el documental de Antonio Flores dirigido por Isaki Lacuesta y Elena Molina y producido por Alba Flores logra, como sus creadores afirman, una "polisemia" a través de la que cada espectador puede elegir lo que más le llegue del documental: la figura del propio artista, el contexto social de la España de los años 80 y 90, el viaje de Alba o el relato de una familia de artistas.

En el camino de este largometraje, producido por LACOProdcutora, Flower Power Producciones y Caballo Films, los creadores han contado con el archivo familiar, con el apoyo de Lolita, Rosario y Ana Villa y, sobre todo, con la iniciativa de la propia Alba. "Ella tiene la intención desde el principio de que sea una película muy transparente, muy honesta, sin secretos, precisamente porque es la primera que tiene necesidad de conocer y porque la familia Flores, de forma muy extraña, siempre ha vivido de cara al público", recuerda Lacuesta en su entrevista con El HuffPost.

Esta honestidad traspasa la pantalla al abordar temas tan complicados como la salud mental, la adicción y los problemas con el consumo de drogas de Antonio Flores o los distintos roles y prejuicios que conllevaba su apellido. No obstante, tal y como recuerdan sus creadores, la exposición pública de la familia en todos sus aspectos ha ayudado a cómo se ha forjado el largometraje, que llegó este viernes a los cines.

¿Cómo nació el documental y cómo fue gestionarlo con la familia Flores? ¿Hubo alguna reticencia?

Isaki Lacuesta: En esta película la clave es que todo arranca de Alba. Es una película que nace del deseo de Alba de hacer un homenaje a su padre. Entonces, es una película en la que es ella quien se da cuenta que tiene que tener las conversaciones que no ha tenido con la familia. De hecho, en un principio, nos plantea hacer una película documental más clásico.

Nos imaginábamos una película en la que hablábamos a partir de las canciones de Antonio, de cómo fue su vida, porque todas sus canciones son muy autobiográficas y ahí es cuando Alba empieza a hablar con su familia contándoles lo que imagina hacer. Tanto ella como nosotros nos damos cuenta de que esas conversaciones no han tenido lugar, que por miedo a hacerse daño o por necesidad de protegerse no han hablado, por ejemplo, de cómo murió Antonio. Todo eso es un proceso en el que vamos entendiendo que Alba tiene que estar en la película y en el que pasa de ser una película en tercera persona a una historia de una hija que busca a su padre.

Se da esa circunstancia que son Alba Flores y Antonio, pero si no lo fueran seguiría siendo una película que seguramente interpelaría emocionalmente porque son cosas muy parecidas a las que nos ocurren a todos en todas las familias. Pero sí que no hay reticencias, no hay cortapisas, porque Alba es la productora de la película y ella tiene la intención desde el principio de que sea una película muy transparente, muy honesta, sin secretos, precisamente porque es la primera que tiene necesidad de conocer y porque la familia Flores, de forma muy extraña, siempre han vivido de cara al público.

Es algo un poco complicado de entender, salvo ahora que todo el mundo vive así por culpa de las redes sociales. Pero en esto ellos han sido pioneros, siempre han vivido de cara al público y tiene algo casi natural que Alba haya encontrado su forma de acercarse a su padre a través de la excusa de una película.

Vemos a Alba Flores romperse en el documental viendo algunas imágenes de archivo cantando con su padre, ¿hubo algún punto en el que a mitad del proceso que dijerais ‘eres tú la que tienes que llevar la voz cantante’?

Elena Molina: Es que no hubo un momento como tal de revelación. Obviamente, el día de rodaje en casa de Marianne Nilsen, cuando Alba de forma inesperada se rompe cuando ella le pregunta “por qué no has seguido cantando”, fue superrevelador. Pero de alguna manera, eso no fue el primer día de rodaje, ya veníamos rodando las conversaciones guiadas por Alba.

De alguna manera, ella misma iba dándose cuenta de que había conversaciones pendientes que no había tenido, que ella decía “¿cómo puede ser?” Y esa respuesta también está en la propia película: por el miedo al dolor y el amor, que están intrínsecamente unidos. Entonces, puede sonar raro de tanto contarlo, pero a veces parece que es como una película terapéutica, pero realmente ha sido proceso muy fuerte para Alba, obviamente. Pero para toda la familia y para todas las personas que hemos trabajado en ella.

Ha sido algo muy intuitivo creo y, en ese sentido, creo que Alba necesitaba sentirse preparada para hacer este viaje de alguna manera, se rodeó de un equipo que en ningún momento quisimos forzar. Nunca se planteó como “nosotros queremos hacer esto y nos ponen un límite”. Digamos que esa forma de hacer cine no ha existido en este rodaje ni en este proyecto por convicción de las personas que participábamos, pero también porque la película nos pedía otra cosa.

Entonces, en todo momento ha sido un diálogo. De hecho, a mí me gusta mucho hablar de que Alba, Isaki y yo éramos un poco la tríada creativa. Luego, cuando estábamos en montaje con la montadora Mamen Díaz, íbamos hablando todo, tomando decisiones y cuando había momentos de duda recurríamos siempre a Ana Villa, que ha estado siempre ahí como una especie de oráculo diciéndonos “pues mira, para hablar de este tema, quién sería la persona o creo que hay este material” y luego recurrir al archivo.

Cuando teníamos también dudas de hasta dónde explicar o hasta dónde llegar, porque no queríamos poner límites, pero sí encontrar la mejor manera, recurríamos al archivo del propio Antonio hablando de ciertos temas que eran los más complicados. El tema de la adicción quisimos verlo, como visto desde el hoy, desde entender que es un problema de salud mental, que las conductas adictivas son un problema de salud mental, él era muy generoso y lo explicaba de una forma que otra gente en ese momento no lo veía así.

"El tema de la adicción quisimos verlo, como visto desde el hoy, desde entender que es un problema de salud mental"
Elena Molina, directora

Por lo tanto, era un tabú y lo último que queríamos en la película era incorporar ese tabú o esa idea. Entonces, ha sido todo un proceso de entender, acompañar, ver la mejor manera, buscar el contexto que creíamos que era también fundamental, que la película dé contexto para responder a la pregunta de Alba de “yo quiero saber qué pasaba con mi padre porque es algo que me han atacado siempre”. Eso, en ese tema, pero en los otros igual, era ir encontrando, ir hablando con sus primos, con sus tías, e ir encontrando esas respuestas que necesitaba.

Isaki Lacuesta y Elena Molina, en el rodaje de 'Flores para Antonio'.
  Isaki Lacuesta y Elena Molina, en el rodaje de 'Flores para Antonio'.Concha De La Rosa/Cortesía de Movistar +

¿Teníais una visión de Antonio Flores antes del documental? ¿Os ha cambiado algo lo que habéis ido encontrando de él? ¿Os ha descubierto algún aspecto que desconocíais?

Isaki Lacuesta: Por mi edad descubrí a Antonio cuando sacó Cosas mías, había escuchado cosas antes, pero es cuando hace Cosas mías cuando lo descubro y le veo como un artista maduro, completo, exitoso... Y es haciendo la película que me doy cuenta de que, para llegar hasta ahí, ha tenido un proceso muy largo. Yo no era consciente, por ejemplo, de cómo a principios de su carrera le perdonaron la vida.

Cuando ves las entrevistas que hacen en televisión, en el fondo se te cae la cara de vergüenza al ver con qué agresividad le tratan considerándole un nepobaby, como diríamos ahora que es una palabra que entonces no existía. O cómo sus propios compañeros de generación a veces le ven con una condescendencia enorme. Algo muy importante es esta lucha de Antonio por encontrar quién es él mismo. Al principio intenta presentarse en público sin el apellido Flores, los medios se lo acaban poniendo... Es muy impactante ver como hasta que su madre no enferma no tiene la fuerza como para recuperar la rumba, recuperar las raíces y encontrar su propia voz.

Eso es algo que hace eco con lo que hemos visto en el proceso de Alba a lo largo de la película. Cómo ella tiene que dejar de cantar porque muere su padre y no lo soporta. Por ejemplo, el día que filmamos el concierto, son cosas que no están previstas y que no entendemos hasta que suceden en frente de la cámara, Alba se viste con la ropa de su padre. 

"El momento ese de Marianne [Nilsen] enseñándole las imágenes cuando Alba no sabe por qué no cantaba y no puede responder. Ahí entendemos que es una película de una niña que pierde su voz y la recupera años después"
Isaki Lacuesta, director

Eso es una cosa que da mucho vértigo porque son muy parecidos físicamente, pero al mismo tiempo cuando canta las canciones de Antonio, lo hace con su propia voz. Es como que tiene que cantar las canciones de su padre para reencontrar su voz propia, igual que Antonio Flores y Rosario cuando integran la rumba en su lenguaje funky y rockero, que es cuando encuentran una voz singularísima y que es la propia de ellos. Este tipo de cosas no las entendemos hasta que las estamos rodando.

El momento ese de Marianne [Nilsen] enseñándole las imágenes cuando Alba no sabe por qué no cantaba y no puede responder. Ahí entendemos que es una película de una niña que pierde su voz y la recupera años después.

Los directores Isaki Lacuesta y Elena Molina junto a Alba Flores durante el rodaje.
  Los directores Isaki Lacuesta y Elena Molina junto a Alba Flores durante el rodaje.Concha De La Rosa/Cortesía de Movistar +

Se ha hablado mucho de los Flores, pero muchas veces desde el punto de vista de Lola, como la matriarca de los Flores, o de Antonio desde el prejuicio y el sensacionalismo, con esta cinta cambia la perspectiva.

Elena Molina: Fue muy interesante. Además recuerdo una frase en el guion de analizar las películas, los discos... Antonio firmaba Antonio González, luego Antonio sin apellido y, de repente volvió a González hasta que ya aceptó el Flores. Entonces, de repente ahí había algo que dices “aquí está pasando algo". Y no fue solo Antonio, también Lolita y Rosario.

En la película Lolita lo dice: “Salimos con el nombre que teníamos en casa”. Pero en realidad si analizas un poco esa búsqueda musical y vas a las películas o analizas, lo que decía Isaki, todas esas entrevistas te das cuenta de que ahí hay una huida, que es lo que decía del guion. Me acuerdo que había una secuencia de montaje ya escrita, que era “Antonio corriendo” porque en muchas de sus películas corría y es “huye de su apellido” porque necesita encontrar su voz, que es lo que al final necesita en ese momento porque él quiere ser rockero, porque es una persona súper conectada con lo que está pasando. Pero es hijo de una de La faraona, de la folclórica más grande que tenemos.

Entonces, claro, todo es esa lectura. Yo, por ejemplo, que yo tengo la edad de Alba, entonces para mí el No dudaría era un himno. Me acuerdo en las manifestaciones contra la guerra, de cantar el No dudaría, me acordaba de Mi gato, pero no tenía ni idea de todo eso. Creo que fue muy bonito en esta triada creativa, hablando con Ana [Villa] y con la familia, ir encontrando esos mimbres que son los que también articulan la película. Además de obviamente la búsqueda de Alba, porque la película creo que tiene como diferentes capas y también con la intención de que cada cual pueda habitar la película desde un lugar.

La gente que sea muy fan de la música de Antonio, se la va a cantar entera, pero gente que igual conociera menos su música la va a descubrir de repente, o quien no la conozca de nada puede conectar con el viaje de Alba y con su historia personal, que también está pasando, y la gente se acerca a hablar desde ahí; quien no, puede hacer un recorrido por un momento histórico muy interesante. Creo que lo interesante es que la película funciona en diferentes niveles y que de alguna manera es un poco polisémica. Cada cual puede hacer el recorrido a su manera.

Isaki Lacuesta: Hay una frase que dice Antonio que dice “Soy famoso desde que salí de la vagina de mi madre, que ya estaban los fotógrafos allí y hablan de que ha nacido ‘el lolillo”. Esto hace que sea una familia que no ha distinguido nunca entre lo público y lo privado. Antes de que existieran los actuales códigos de relación entre los medios de comunicación y las celebrities, cuando esas palabras no existían, ellos lo estaban viviendo. 

Esa falta de distinción entre el mundo público y lo privado es lo que hace que cuando ves imágenes domésticas de ellos estén todo el rato actuando como si estuvieran en un espectáculo teatral, están haciendo Falcon Crest y, en cambio, cuando están en un programa de Nochevieja, en prime time están hablando de sus cosas más íntimas y Lolita le está preguntando por sus adicciones.

Eso es muy insólito, sobre todo por el hecho de que se dé en tantas generaciones consecutivas. Más allá de las monarquías, no hay otra familia como los Flores, quizás los Kennedy como decían el otro día, que lleven desde los años 50 hasta ahora estando presente en los medios de comunicación. Y una cosa que nos gusta decir es que la diferencia entre las monarquías y los Flores, es que los segundos han dicho la verdad.

Ahora sabemos que lo que decían los Borbones era mentira y lo que dicen los Flores ha sido una transparencia absoluta. La cuestión es que para ellos todo se puede decir, es una cuestión de tono. La pornografía o el sensacionalismo solo aparecen en la forma en que se cuentan las cosas, no porque alguien esté contándote el amor, la muerte o las adicciones, sino por cómo se cuentan y cómo se miran.

En los dibujos de Antonio, por ejemplo, ves que lo está contando todo en directo. Hay una simultánea crudeza y metaforización, igual que en sus canciones. Cuando ves los dibujos que hace de Conan, está contando lo que más le gusta, que son los cómics, pero a veces está relatando cómo se encontraba él: si estaba en plena forma porque salía de un hospital o está sufriendo y el Conan aparece acuchillado con la espada clavada, la serpiente o el gato, son metáforas supertransparentes.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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