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‘Los días perfectos’ y ‘La mujer rota’, tanto monta, monta tanto

‘Los días perfectos’ y ‘La mujer rota’, tanto monta, monta tanto

Dos monólogos protagonizados por dos estrellas y basados en textos de autores reconocidos.

Anabel Alonso en 'La mujer rota'.
Anabel Alonso en 'La mujer rota'.Javier Naval

La forma más rápida y fácil de conseguir un éxito comercial es poner un/a cabeza de cartel al frente de una producción teatral. Aunque no contentos con eso, los productores y, posiblemente, los propios cabezas de cartel y el resto del equipo artístico con el/la directora/a de escena a la cabeza, necesitan añadirle una coartada o capa de excelencia cultural. Que se lo digan a Lolita, que por segundo año consecutivo se la programa en el muy exigente festival Temporada Alta de Girona con Poncia, un monólogo basado en La casa de Bernarda Alba de Lorca. Siendo su vuelta a dicho festival la felicidad del público, que ha agotado entradas tan rápido como se abrió la venta, y la comidilla del periodismo y la crítica teatral quienes han planteado el debate de si es o no una obra para este festival.

Esta forma de producir ha traído a los escenarios madrileños dos monólogos protagonizados por dos estrellas y basados en textos de autores reconocidos. Los días perfectos en el Teatro de La Latina, protagonizado por Leonardo Sbaraglia, cuya coartada cultural es la alabada novela de Jacobo Bergareche del mismo título. Y La mujer rota en el Teatro Infanta Isabel, protagonizada por Anabel Alonso y basada en un texto de Simone de Beauvoir.

Ambos se enfrentan a dichos textos como hacían antes los toreros que querían (de)mostrar(se) lo que valían. Enfrentándose ellos solos a los seis toros de la tarde de la ganadería más brava. Leo y Anabel hacen lo propio con dos textos que no son fáciles y que son relativamente largos para estar solo en escena.

¿El resultado? Para la crítica seguramente ni Los días perfectos ni Una mujer rota son obras destacables. Para empezar, la primera, al haber cambiado radicalmente el texto, transformándola en una carta a la mujer del protagonista, en vez de una carta a la amante, como es en la novela original, la han convertido en un producto cursi por mucho que el protagonista se refiera y tome como ejemplo al novelista y Premio Nobel William Faulkner. Lo que llama la atención, pues el monólogo lo ha escrito Daniel Veronese, que sabe de teatro una jartá, a partir de la novela original.

Leonardo Sbaraglia en el cartel promocional de 'Los días perfectos'.
Leonardo Sbaraglia en el cartel promocional de 'Los días perfectos'.Sergio Parra

La segunda, más combativa, tanto por su autora como por su protagonista, parece un texto confuso. Al menos desde la platea. Es cierto que no se ha amabilizado. La historia es dura. Una mujer sola en Nochevieja con insomnio, recuerda su vida entre el ruido con los que los demás celebran las fiestas y su felicidad. Los hombres que amó y con los que se emparejó. Y los hijos que tuvo y tiene con ellos. Una a la que perdió trágicamente, por lo que se culpa. Y otro a punto de perder, si quiere mantener una pensión y un piso. Es decir, unas mínimas condiciones de vida.

Obras nostálgicas. Como los tiempos que corren. En los que el refugio es el recuerdo de esos días que se recuerdan perfectos. Días que se intentan recuperar. Relacionados con la pareja y la familia. Y que, en Los días perfectos, por la rutina y las exigencias de la vida diaria, y en Una mujer rota, por una mera cuestión de supervivencia, de cubrir unos básicos de vida, han desaparecido de la cotidianeidad. Por cierto, en ambos casos, los días que se recuerdan son perfectos porque se pasan con la persona amada y por tener sexo con la misma.

Ejercicios de nostalgia a los que el público se entrega. Porque allí están, en vivo y en directo, dos intérpretes que les han acompañado en películas y series de televisión. Que han tenido como invitados en el salón de su casa tardes y noches. Que tienen, además, carisma. Y que no son malos actores.

Cada uno representando su papel. Leonardo Sbaraglia haciendo de Leonardo Sbaraglia, un atractivo actor que representa una obra amable y alineada con su imagen pública de nueva masculinidad. Y Anabel Alonso haciendo de Anabel Alonso actriz, interpretando una obra alineada con su imagen pública combativa y feminista.

Una momento de 'La mujer rota' con Anabel Alonso.
Una momento de 'La mujer rota' con Anabel Alonso.Javier Naval

A los que el público va a ver con unas expectativas. Y al que sus expectativas les son cubiertas con creces. A las que estas obras no les moverán de sus zonas de confort. Con una defensa velada y cool de la familia tradicional, como es Los días perfectos, que la sociedad con toda su maquinaria cultural pone como objetivo en las cabezas de hombres y mujeres. O con una denuncia de la indefensión de la mujer en el papel que le ofrece esa sociedad que instila sutilmente este objetivo.

Por eso, aunque la crítica ve y reconoce la calidad técnica del trabajo de todo el equipo artístico y técnico, como también ve que en algunos momentos lo que se ha hecho en estas obras es simplemente solucionar, no puede darles su aplauso. Un aplauso que, sin embargo, el público le entrega a mansalva de pie y gritando bravos. Con la misma devoción que los católicos gritan y dedican piropos a sus vírgenes y a sus santos en las procesiones de Semana Santa.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.