Sudor, barro y el cariño de Penélope Cruz encumbran al 'papi' Guitarricadelafuente
El cantante culminó su gira 'Spanish Leather' este viernes 17 de octubre ante un Movistar Arena abarrotado y entregado.
Según su ya icónica Guantanamera, "en las Cuevas de Cañart, la vida es tan bonita que parece de verdad" y este viernes, para Guitarricadelafuente esa vida, esa suerte que le ha acompañado a ser uno de los artistas del momento en estos siete años de trayectoria, sea también un poco más bonita en Madrid.
El artista de Benicassim, cuyo nombre real es Álvaro Lafuente Calvo, se ganó a un Movistar Arena con todo vendido y que desde casi una hora antes ya aguardaba su concierto con el que ha puesto fin a su gira Spanish Leather, que este verano le ha llevado a algunos de los principales festivales del país.
Con camisas oversize, sudaderas cruzadas, alguna que otra chaqueta de "cuero español" y muchas camisetas de su colección cápsula de merchandising con Zara con lemas como "Benicassim Folk Star", Babieca! o Spanish Leather sus fans aguardaron al artista pacientemente los casi 20 minutos de retraso antes de comenzar el concierto. La actualidad musical de la semana no daba pie al aburrimiento. "¿Has visto Rosalía lo que va a sacar? Ha sacado una partitura", "¿Intentamos sacar entradas para La Oreja?" eran algunos de los comentarios entre el público donde, por cierto, también se situó la catalana, que se apresuró a compartir varios stories del evento.
Como una superestrella apareció enfundado en chaqueta y pantalón de cuero negro y con látigo al cinto —muy similar al que eligió para el desfile de Courrèges en la semana de la moda de París— y que poco tiene que ver con el chico tímido que tocaba la guitarra y trataba de homenajear el folclore turolense en un tono intimista.
No hacía falta más intro que los cuatro músicos de la banda desenfundaran sus instrumentos del plástico protector —sí, otra reminiscencia a Rosalía y la escenografía de los Latin Grammy de 2023— para empezar con un potente Full time papi. Álvaro apareció como un gladiador sobre la grava vertida sobre el escenario y al que acompañaron en su sexy puesta en escena varios bailarines en bóxer que se esmeraron, al igual que en su videoclip, en unas anillas de gimnasia.
Recorriendo de lado a lado el escenario y empapado en sudor desde el segundo tema, Guitarricadelafuente no bajó el ritmo en sus Babieca!, ese himno a la discoteca zaragozana donde se conocieron sus padres ni en Futuros amantes, con guitarra eléctrica en mano.
Salvo algunas interpolaciones de autotune y pregrabados, en un momento en el que los sintetizadores copan buen porcentaje de la producción musical, Guitarricadelafuente opta por lo orgánico: guitarras, piano, bandurrias, teclados, batería, percusión y bajo. Y buena parte de un repertorio como se dio a conocer al gran público, con guitarra española y acústica en mano.
"Más que el final de una gira por España es el principio de otra cosa", dijo el cantante ante el público que rebajó las revoluciones con ese Conticinio y un público entregado que coreaba ese ofrecimiento que hace el propio Lafuente con sus versos "quiero servir de inspiración, quiero ser carne de cañón". Un contrapunto al enérgico inicio que culminó con una elegante contraluz que combinaba con sus oscilaciones vocales.
Lafuente ejemplificó él ese cambio en su camino al quitarse los zapatos y la chaqueta para Poses, donde se tiró a la grava —de nuevo, hola Rosalía en Hentai— que acabó siendo barro.
Del barro al río, con los visuales de Caballito, de nuevo con jóvenes sin camiseta y fornidos en las pantallas hasta que el artista reapareció con botas de cowboy, bermudas y camisa oversize y haciendo de su pie de micro un caballito de palo. Ese era solo el principio al homoerotismo que siguió durante buena parte del concierto.
Le siguieron Pipe dream, uno de los temas más bailabes para el público de este último trabajo y que para muchos le ha alzado como "el Troye Sivan español", pero también Puerta del Sol, primer tema que compuso en su llegada a Madrid desde el pueblo y que, a pesar de su apariencia suave al piano, acabó con dos fornidos bailarines luchando en el barro hasta la extenuación.
Esta estética del barro, el sudor y las metáforas deportivas que han acompañado buena parte de sus videoclips también la llevó con In my room, su canción con Troye Sivan, y ese caballo con arcos al que él mismo "cabalgó". Toda una representación visual a ese autodescubrimiento o liberación sexual que ha supuesto el último trabajo del artista.
Con la nostalgia que se queda después de despedirse de un amante llegó Mataleón, con las letras en las pantallas y con imágenes del público emocionado hasta llorar, pero también el tinte rock americano de ABC.
Aunque muchos esperaban una colaboración como podría ser la de Natalia Lacunza con su nana triste o la más reciente con Tristán!, Guitarricadelafuente hizo todo su concierto sin subir a nadie al escenario. Pero más que subir a un artista con el que hacer un dúo, Lafuente tuvo a una auténtica estrella invitada vía vídeo para un interludio.
Nada menos que Penélope Cruz, con su perro en brazos, apareció en las pantallas en un falso Facetime en el que reclamaba el orgullo de Madrid. "Mucho tu culo en la Barceloneta es folclore, ¿pero Madrid qué?", se quejaba. Asimismo, bromeaba con la gentrificación de la ciudad con un "muchos se están olvidando de las porras y se dice que solo comen tostadas con aguacate y salmón". Con este subidón que enloqueció a los asistentes, solo quedaba bailar esa oda a la libertad que es Port Pelegrí.
La recta final del concierto fue una vuelta a los orígenes, a esas Cuevas de Cañart que tanto éxito le cosecharon y que hicieron que el artista llegara al estrellato guitarra en mano. Tras hacer equilibrios con la guitarra española en Mil y una noches, llegó un Agua y mezcal con la que los silencios del auditorio se entremezclaban con la potencia orgánica de Lafuente que, como un guitarrista flamenco, cantaba y tocaba en su silla de madera y que solo se levantó para animar al público con la audacia de un torero.
La media circunferencia de cristales translúcidos que centraba su escenografía junto con la grava del suelo se convirtió en protagonista en Quién teme a la máquina, donde se definió como un "madrileño, pero de provincias".
Lafuente se ausentó del escenario, pero guardaba sus dos grandes ases bajo la manga. Ya no hay apenas bises en los grandes directos, ni se fuerza al público a pedir otra, pero sí que una significativa pausa para que el artista cogiera aire para hacer frente a ese Guantanamera, que ha convertido en su himno.
"Sin ella no creo que estaría aquí', dijo visiblemente emocionado o "disociado", como él mismo dijo durante el recital. Todas las internas del Movistar Arena se encendieron para acompañar ese "mamasita dame alas, que quiero echar a volar".
Se aceraba el final, pero quedaba una. "Tramuntana es mi himno de este verano", comentaba una de las asistentes. Y lo cierto es que ha sido el suyo y el de buena parte de Instagram y TikTok, ya que la canción ha acompañado atardeceres con mojitos, escenas en la playa o viajes en pareja a la otra punta del mundo.
De un "papi", Lafuente culminó al más puro estilo dandy con chaqueta de terciopelo grisáceo, sin camisa y con un cuello con lazo de raso blanco, con ese Tramuntana que empezó cantando desde una de las plataformas elevadas del escenario para acabar extasiado. Con una semblanza a Raphael, de rodillas en el escenario entregado al público al que no dejó de buscar durante la hora y media de concierto, todo un full time papi.