Expertos apuntan el mejor momento para podar las rosas en otoño y señalan el método correcto para cuidarlas
Son prácticas que marcan la diferencia.

Cada fruto tiene sus tiempos y sus propios cuidados, desde el momento exacto de la siembra hasta la cosecha, pasando por la cantidad de agua, sol y nutrientes que necesita para desarrollarse de manera adecuada. Lo mismo ocurre con las flores, cada especie requiere atención específica para mantener su vitalidad y belleza.
Aunque regalar flores, y especialmente rosas, en fechas señaladas como San Valentín es un gesto muy apreciado, la realidad es que su mantenimiento va mucho más allá de un ramo ocasional. Para quienes disfrutan cultivarlas en casa, los expertos coinciden en que el mejor momento para podar los rosales es en otoño, cuando la planta se prepara para enfrentar el frío.
Las rosas son, sin duda, las estrellas de cualquier jardín. Sus colores intensos, su fragancia y la capacidad de florecer incluso en los meses más fríos las convierten en una de las plantas más queridas y cultivadas del mundo. Sin embargo, cuidar de ellas adecuadamente supone un reto, especialmente en la transición del verano al otoño, cuando comienzan a necesitar una preparación especial para sobrevivir a las bajas temperaturas.
¿Cuándo es el mejor mes?
Aunque muchas personas creen que las rosas solo florecen en verano, algunas variedades remontantes, como las conocidas “Knock Out”, “Drift” o las rosas inglesas, pueden ofrecer flores hasta bien entrado septiembre e incluso octubre. Estas variedades son capaces de dar varias oleadas de floración en una misma temporada, prolongando su atractivo en los jardines.
En este contexto, los expertos señalan que el momento ideal para podar los rosales en otoño llega después de las primeras heladas, normalmente en octubre o noviembre. Es entonces cuando la planta entra en reposo y la poda ligera le permite conservar energía para la próxima temporada de floración.
A diferencia de la poda de primavera, que puede ser más intensa, la de otoño debe centrarse únicamente en eliminar flores marchitas, ramas secas o enfermas, y acortar los tallos demasiado largos que podrían quebrarse con la nieve. Este proceso no solo fortalece a la planta, sino que también ayuda a prevenir enfermedades fúngicas, muy comunes en otoños húmedos.
Proteger los rosales durante el invierno
Podar es solo una parte del proceso de cuidado. Una vez que las temperaturas empiezan a descender, la prioridad debe ser proteger las raíces y el punto de injerto, la parte más sensible de la planta. Para ello, los expertos recomiendan cubrir la base con un montículo de tierra o compost de unos 15 centímetros y, en zonas de climas más duros, añadir una capa de hojas secas o paja que actúe como aislante.
El riego también es fundamental. Aunque en otoño las plantas necesitan menos agua, es importante mantener la humedad en el suelo hasta la llegada de la primera helada fuerte. Las rosas bien hidratadas resisten mejor los meses fríos, y en inviernos suaves incluso se puede aportar agua en días templados.
