Animan a apuntar las normas básicas para podar ciruelos si quieres que florezcan al año siguiente
Hay ocho pasos esenciales.

El cuidado de los árboles frutales es mucho más que una simple tarea de jardinería: es casi un arte que requiere paciencia para esperar los resultados, observación constante para detectar cambios en su crecimiento y salud, y una técnica precisa que asegure que cada intervención favorezca la vitalidad del árbol
En el caso de los ciruelos, una buena poda puede marcar la diferencia entre un árbol débil, con pocas flores y frutos, y otro robusto y lleno de vida, capaz de florecer con fuerza en primavera y de ofrecer, meses después, una cosecha abundante y de calidad.
Por eso, en el medio 700Vilnius, los expertos animan a los jardineros —tanto principiantes como experimentados— a tomar nota de unas reglas básicas que aseguran la salud del árbol y su productividad en la siguiente temporada.
Cuándo y cómo podar
El momento más adecuado para podar los ciruelos es en otoño, desde mediados de septiembre hasta finales de octubre, cuando el árbol está en reposo vegetativo y el flujo de savia es mínimo.
Según las recomendaciones, lo ideal es aprovechar los días secos previos a las primeras heladas. De este modo, las heridas de la poda cicatrizan mejor y se reduce el riesgo de enfermedades. Además, hay que garantizar la limpieza para reducir la cantidad de plagas y enfermedades que hibernan.
Antes de comenzar, es fundamental contar con el material adecuado. Tijeras de podar bien afiladas, una sierra para ramas más gruesas, guantes, protección ocular y una escalera segura son imprescindibles. Además, se aconseja desinfectar las herramientas con alcohol o una solución de cloro entre cortes para evitar contagiar al árbol con hongos o bacterias.
Reglas básicas para una poda eficaz
La guía de expertos resume ocho pasos esenciales para una poda correcta de ciruelos:
- Podar en otoño, cuando el árbol está en reposo.
- Usar siempre herramientas afiladas y limpias para cortes limpios y seguros.
- Eliminar ramas muertas, enfermas o dañadas, hasta llegar al tejido sano.
- Conservar los chupones en grupos, ya que de ellos brotarán futuros frutos.
- Acortar los brotes largos e improductivos para dirigir la energía hacia las partes productivas.
- Abrir la copa del árbol, retirando ramas que crezcan hacia adentro y mejorando la entrada de luz y aire.
- Esterilizar las herramientas entre cortes, evitando la propagación de enfermedades.
- Retirar y desechar los restos de poda y hojas caídas, para reducir la presencia de plagas que hibernan.
El secreto está en la constancia
Los especialistas recuerdan que la poda no solo consiste en cortar ramas, sino en dar forma al árbol y preparar su productividad futura. A partir del cuarto año de vida, es recomendable realizar podas de rejuvenecimiento, acortando los brotes más largos y promoviendo el crecimiento lateral.
La clave está en la planificación porque una poda exitosa no se improvisa. Es fundamental elegir el momento adecuado, trabajar con limpieza y precisión, y respetar el ritmo natural del árbol, entendiendo que cada intervención debe acompañar su ciclo vital.
