Por qué deberías pensártelo dos veces antes de compartir imágenes de tu hijo en internet

Por qué deberías pensártelo dos veces antes de compartir imágenes de tu hijo en internet

Lo que se conoce como 'sharenting' es habitual en redes sociales, pero los expertos alertan de las consecuencias y piden respeto para los menores. 

Una madre toma una foto de sus hijos con el móvilGetty Images

Stories de la última comida familiar, fotos de las vacaciones en la playa, vídeos de la función de Navidad del colegio... A día de hoy, los padres están acostumbrados a compartir en redes sociales no solo su vida, sino también la de sus hijos. Se hace prácticamente sin pensar, de la misma forma que se puede publicar un atardecer desde el mar, un suculento plato de comida o las fotos de un viaje.

De hecho, según el informe EU Kids Online, el 89% de las familias comparte aproximadamente una vez al mes contenidos de sus hijos en Instagram, Facebook o TikTok. Sin embargo, poco tiene que ver publicar la cara de un menor con subir una foto del agua cristalina de la playa. Compartir imágenes o vídeos de niños pequeños, lo que se conoce como sharenting, acarrea un riesgo del que muchas veces no se es consciente.

El 23% de los niños tiene presencia online antes de nacer porque sus padres ya han publicado sus ecografías y el 81% está en internet antes de cumplir los seis meses según los datos de una encuesta realizada por la firma de seguridad informática AVG en diez países, entre ellos España. “No estamos respetando la intimidad de nuestros hijos”, denuncia Irene Montiel, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, investigadora del grupo VICRIM y experta en victimización sexual infantil.

“Compartir sus fotos y sus vídeos está afectando a la formación de su identidad digital. No se les pide permiso para publicar esas imágenes y cuando crezcan o cuando empiecen a entrar ellos mismos en redes sociales y vean toda la información que hay sobre ellos y no les guste ya es muy difícil de borrar”, recuerda la experta, que indica que se suelen compartir esas fotos “por orgullo” y con un carácter positivo.

Estefanía Jiménez, investigadora de la Universidad del País Vasco y miembro de la red EU Kids Online, explica que “cuando los padres comparten en Instagram o WhatsApp no suelen tener mala fe, suelen estar orgullosos de ellos”. “Los niños además están bonitos, podría decirse que cuquis, y quieren compartirlo con el mundo. Además también es una manera de dar información a la familia o a los amigos”, cuenta la docente.

Los peligros que puede acarrear y el derecho a la imagen de los menores

Jiménez destaca que los menores “son titulares de derechos” a pesar de que en ese momento no puedan decidir. “Tienen derecho a su propia imagen, como así lo confirma el artículo 18 de la Constitución”, recuerda.

“No son conscientes de la huella digital de esos niños y del futuro. Puede que se esté dando información que no tendría por qué ser pública. Es el caso de los niños que tienen enfermedades y los padres muestran cada etapa en redes”, pode de ejemplo Jiménez, que pide tener en cuenta cómo se sentirá ese niño en el futuro. “Pasan los años y esa huella digital no le interesa y esa persona no quiere que se sepa toda esa información. Su huella digital está condicionada por cosas que ellos no decidieron compartir”, denuncia la profesora.

“Los padres no son conscientes de la huella digital de esos niños y del futuro. Puede que se esté dando información que no tendría por qué ser pública"
Estefanía Jiménez

Además, Jiménez recuerda que, en ocasiones, “se da información de los colegios, de donde vivimos y no nos damos cuenta de todo eso que estamos compartiendo”, algo que puede acarrear consecuencias negativas.

Uno de los grandes miedos de los padres en relación a las imágenes de sus hijos es que caigan en manos de pedófilos. Según el informe Perfil del detenido por delitos relativos a la pornografía infantil, publicado por el Ministerio de Interior y recogido por la UOC, “en el 72% de los casos de agresores sexuales duales penados existían imágenes cotidianas de menores no sexualizadas”. Jiménez reconoce que es algo a tener en cuenta porque además “pueden manipular esas imágenes y es algo que genera confusión” entre los padres.

“Se genera mucha alarma respecto a este tema y generalmente no pasa nada si se hace un uso responsable pero es verdad que una vez está ahí la foto pues no se puede dar marcha atrás”, señala la profesora. Por su parte Irene Montiel defiende que “se está contribuyendo a crear un catálogo para muchas personas que captan a menores por internet, lo que se denomina como online grooming, ya sea por pedofilia o para compartir material de explotación sexual”. “Por desgracia hay redes de tráfico de pornografía infantil que pueden alimentarse de estas imágenes y se lo estamos facilitando”, advierte.

Esta semana también se ha conocido una investigación conjunta del periódico estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) e investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de Massachusetts Amherst que ha concluido que el algoritmo de Instagram “ayuda a conectar y promover una red de cuentas dedicadas a la pedofilia y compra de contenido sexual de menores”.

Según recoge EFE, “los investigadores descubrieron que Instagram -que tiene más de 1.300 millones de usuarios- permitía a las personas buscar etiquetas explícitas y en ocasiones hasta emoticonos que los conectaban a cuentas que usaban los términos para anunciar la venta de material sexual infantil y "reuniones" con los menores”. Esto supondría vulnerar la legislación estadounidense, algo que la compañía, que forma parte de Meta, se ha comprometido a solucionar.

Qué precauciones pueden tomar los padres

Ante datos como estos, los padres pueden concienciarse y tomar ciertas precauciones antes de publicar fotos o vídeos de sus hijos. “¿Dejar de compartir? Antes se pueden tomar otras precauciones, como ponerse la cuenta privada. Te estás quitando de un plumazo a muchas personas que no tienen por qué ver esa información”, defiende Jiménez. “No hay que escandalizarse con los peligros, pero hay que ser prudentes y conscientes porque estamos alimentando huellas digitales y no somos conscientes de ello”.

Por su parte Irene Montiel es más rotunda ante lo que pueden hacer los padres. “Quizás suena demasiado brusco pero estoy convencida de que no se puede hacer un sharenting seguro a menos que lo hagas en canales encriptados. Se supone que WhatsApp es seguro, aunque ahí tendríamos que tener cuidado de poner las fotos o los vídeos en un grupo con personas que no conoces”, defiende la docente. ¿Y qué pasa con Facebook, TikTok o Instagram? “Habría que leer la letra pequeña de las redes sociales, hay que mirarlo muy bien. En casos como Instagram por ejemplo y desde luego, siempre mantener la cuenta privada, algo que no sirve para las personas que buscan conseguir seguidores o likes utilizando fotos de sus hijos.”, explica Montiel.

“Quizás suena demasiado brusco pero estoy convencida de que no se puede hacer un sharenting seguro a menos que lo hagas en canales encriptados"
Irene Montiel

Precisamente para estos perfiles públicos, con más seguidores o de influencers, Estefanía Jiménez pide más regulación. “Están siendo utilizados por sus madres y padres influencers para hacer dinero, es explotación comercial. Estos niños aparecen porque son, digámoslo así, un activo atractivo porque sirven para hacer comunidad y mueven multitudes, y están desprotegidos. Hay un vacío legal en el tema influencers y debería regularse mucho mejor y en los casos en los que hay niños de por medio pues mucho más”, señala la experta. Además, cita un estudio de la Universidad del País Vasco en el que ella misma participó que confirma que “en los perfiles de influencers de estilo de vida en aquellas fotos en las que había niños había un 40% más de likes”, algo que promovía que se publicaran más imágenes de niños.

Por qué compartimos cada momento en redes

Como explicaba antes Jiménez, los padres no comparten fotos de sus hijos a “mala fe”, simplemente lo hacen de manera automática ya que Instagram o Facebook forman parte de su día a día. “Se comparten por la normalización del uso de las redes. Se ha naturalizado el subir cualquier cosa, a cualquier hora, en cualquier momento”, explica el psicólogo Enric Valls.

Además, el experto también señala que los niños entran a formar parte de la validación que muchas personas buscan cuando suben contenidos a redes. “Esa necesidad externa de likes porque estoy haciendo algo divertido con mis hijos. Mis seguidores ven lo estamos pasando bien y se pierde la conciencia de intimidad”, cuenta el psicólogo.

Valls insiste en que las redes han contribuido a la “pérdida de intimidad” y que las redes sociales tienden a difuminar qué es apropiado compartir y cuándo se pasamos a publicar cosas más personales e íntimas. “La gente se va de vacaciones y sube dónde está de vacaciones en tiempo real, cuando eso se recomienda que no se haga”, pone como ejemplo.

“No se es consciente de todo lo que se comparte por esa normalización, no paramos y pensamos, ¿esto nos convence? Las redes vienen siempre asociadas a la inmediatez”, recuerda el psicólogo. Valls pone el ejemplo de BeReal que, para él, tuvo interés y éxito “por la normalización y la poca conciencia precisamente”.

“Las imágenes se comparten por la normalización del uso de las redes. Se ha naturalizado el subir cualquier cosa, a cualquier hora, en cualquier momento”
Enric Valls

El psicólogo también apunta a que muchas personas intentar perpetuar la imagen de familia feliz en redes, de ahí que los niños entren a formar parte del contenido de los perfiles de sus progenitores. “Entra todo dentro de la psicología social, de la altura del positivismo donde esto es fantástico y maravillo. Entonces caemos en eso”, concluye Valls.

Para Irene Montiel, precisamente hace falta pararse a pensar en cómo usan internet los propios padres. “Cuando te hacías un álbum familiar no lo ibas enseñando por la calle, pues en esto hay que pensar lo mismo. Primero tenemos que hacer una autoreflexión de cómo utilizamos las redes como adultos y luego saber que cualquier cosa que se publica en internet luego está fuera de tu control”, defiende. Además, cree que es el mayor regalo que se le puede hacer a los pequeños: “No hay mayor muestra de amor y respeto a nuestros hijos, a su persona, que cuidar su derecho a su imagen y a su identidad”.