"La operación bikini es un fracaso garantizado": los muchos riesgos de entrar en 'modo autodestrucción' en verano
Qué supone para el cuerpo empezar a saltarse comidas, restringir alimentos o tener al carbohidrato en la lista de enemigos.

Abren las piscinas, se extienden las toallas, se despliegan las sombrillas... y en lugar de disfrutar, son innumerables las personas que, por presión social y presión autoimpuesta, sufren por exhibir su cuerpo en ropa de baño. Eso provoca también que sean muchos los que en las semanas anteriores entren en modo dieta extrema y comiencen la llamada operación bikini, que engloba todo tipo de estrategias para perder kilos de manera muy drástica, lo que puede tener nefastas consecuencias para la salud.
Por mucho que año tras año se intente concienciar de los riesgos de esta restricción alimentaria, muchas veces acompañada de ejercicio físico intento —y ambas cosas sin mucho control ni conocimiento—, la operación bikini sigue en boca de todos en cuanto pasa la Semana Santa y empieza a asomar el buen tiempo, así como en revistas y publicaciones de internet y redes sociales.
Las dietas milagro, y más acercándose la temporada estival, están a la orden del día: siete de cada 10 españoles han intentado perder peso alguna vez, con una media de siete intentos, según el informe Estrategias Rápidas de Pérdida de Peso en la Población Española, que presentaron en abril la Fundación MAPFRE y la Academia Española de Nutrición y Dietética. El ayuno intermitente destaca como la más utilizada (30,3% de los encuestados), seguida por las dietas de muy bajo aporte calórico (20,4%) y la dieta detox (10,7%), siendo en su mayoría mujeres y jóvenes quienes las siguen.
Preguntados dos expertos acerca de cómo definirían en concreto la operación bikini, sus respuestas lo dicen todo. Antonio Murillo, profesor del Programa Avanzado en Nutrición Deportiva de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), la califica directamente de "fracaso garantizado": "Cuando hablamos de pérdida de peso el hoy para mañana no existe y, si existe, afecta a la salud".
"La operación bikini es una farsa. No existe, existe una pérdida de peso muy rápida que después va a tener unas consecuencias", coincide el nutricionista Pablo Ojeda. "Lo único que hace falta para una operación bikini es un bikini y un cuerpo. Y ya está", agrega.
Restringir alimentos no es inocuo
Lo primero que muchos de los que se ponen 'a plan' hacen es limitar la cantidad de lo que comen al día o, directamente, restringirla al máximo o prohibirse ciertos alimentos. "Para perder peso de una forma saludable, hay que perderlo a costa de la masa grasa, y de forma tranquila y continuada", indica Murillo, que señala que la pérdida a partir del agua corporal puede ser la más rápida, pero también la más insalubre.
Además, cita el riesgo de dejar de obtener ciertos nutrientes, como vitaminas o minerales esenciales, así como ácidos grasos "de enorme importancia en la salud humana".
Otra consecuencia directa de la restricción alimentaria autoimpuesta es la pérdida de masa muscular, advierte Ojeda. "Como metes muy poca energía a tu cuerpo para perder peso rápidamente, tiene que sacarla de otro sitio. ¿De dónde lo hace? Del músculo. ¿Qué pasa? Que el músculo pesa mucho y, entonces, la bajada es muy abrupta", puntualiza.
"También lo puede sacar del glucógeno hepático o muscular. Nosotros tenemos hasta siete u ocho kilos de reserva de energía. Cuando tú vas haciendo kilómetros y no vas llenando el depósito de la gasolina, el depósito se vacía, pero no significa que bajes grasa, bajas peso. Con la operación bikini bajas seis o siete kilos, pero vas a recuperar el doble", avisa.
Este famoso efecto rebote, que Murillo define como un efecto natural se produce cuando "agredimos, entre comillas, al organismo". Como explica Ojeda, "el motor de tu coche, que es la musculatura, ha pasado de 200 caballos a 160: has bajado tu metabolismo basal o las calorías que necesitabas para vivir de 1.800 a 1.400". "Cuando vuelves a ingerir las mismas calorías porque sigues teniendo la misma hambre, lógicamente vas a tener un exceso de calorías porque ya no las quemas y vas a coger peso rapidísimo", señala como consecuencia.
Saltarse comidas no es la solución
Sobre el saltarse ingestas, como la cena o el desayuno, con ese objetivo de adelgazar, Ojeda es tajante: "No hay que hacer eso nunca. Una cosa es el ayuno intermitente y otra saltarse comidas". El riesgo de esto último, expone el nutricionista, es que se activa una zona del cerebro primitivo encargada de los instintos primarios.
"Se activa cuando ve que hay cierto peligro, como por ejemplo una restricción calórica que no toca y dice ‘oye, ¿qué pasa? El instinto más primario que tiene es el de obtener energía sea como sea; por lo tanto, cuando tú vuelves a hacer una ingesta dice ‘esto lo guardo, que yo no sé si a la próxima me vas a dejar comer’ y vas a acumular mucho", puntualiza
"Pasar hambre realmente no es muy satisfactorio", apostilla el profesor Murillo. Si se produce un déficit energético muy restrictivo y se prolonga en el tiempo, "nos va a provocar un problema": "Evidentemente hay un desequilibrio energético grave que puede suponer mayor cansancio, una falta de energía en general".
Como resalta Ojeda, perder el exceso de grasa no tiene que ser sinónimo de pasar hambre: "Es una cuestión de darle al cuerpo lo que necesita ingerir". "Nos tenemos que quitar calorías, pero manteniendo los nutrientes podemos comer cosas que sean más saciantes. Podemos meter más cantidad de frutas o verduras, que tienen mucha más fibra y nos van a saciar más", pone como ejemplo. "Hay estrategias para no pasar nada de hambre y perder peso", recalca.
Ni el carbohidrato en general ni el helado puntual son los enemigos
Si hay un grupo de alimentos que es temido y del que muchos se quitan en primer lugar, es el de los hidratos de carbono. En lugar de verlos como enemigos, Murillo anima a verlos como "el mejor amigo del ser humano".
"A ver si, de una vez por todas, todo el mundo lo entiende. El hidrato de carbono es el elemento que, de diferentes formas, va a transformarse en glucosa. La glucosa es la única molécula prácticamente que todas las células de nuestro organismo son capaces de asimilar para obtener energía. ¿Qué ocurre? Que hay gente que dice, ‘bueno, yo prescindo de los hidratos de carbono y utilizo como fuente de energía otros nutrientes’. Efectivamente, se puede obtener a partir de las proteínas, pero las proteínas nos van a dar lugar a una entrega energética menos eficiente y va a suponer un mayor costo para el organismo", expone.
"No engordan, como la gente piensa. A ver, engorda todo; en general, todo lo que se come y no se gasta lo suficiente. En una dieta equilibrada, variada y ajustada a las necesidades del individuo, si éste realiza una actividad física moderada, éste no tiene por qué tener ningún problema ni con los hidratos ni con ningún otro nutriente", subraya el docente.
Sobre tomarse un helado de vez en cuando o un trozo de tarta en una celebración familiar, Ojeda señala que hacerlo en un momento dado "es obligatorio": "Si no lo haces, ya estás en un modo ‘restricción’. Y cuando tú le das esa capacidad, ese poder a la comida sobre ti, el día que te tomes un helado te vas a sentir muy culpable. Y cuando viene la culpa, vienen las malas decisiones". Por este motivo, defiende "tomar este tipo de cosas en el momento que toca".
Mantenerse en un peso saludable, fruto de todo el año
Por mucho que se quiera, cambiar la composición corporal no se consigue con un ‘para ya’, sino que es fruto de la constancia y de unos buenos hábitos sostenidos en el tiempo. "Mejor no desarrollar operación bikini, sino mantener un peso estable a lo largo de todo el año y no tener la necesidad de aplicar ninguna estrategia complicada que nos pueda poner en riesgo nuestra salud", incide Murillo, que llama siempre a ir de la mano de los profesionales de la salud.
Comer variado y en las cantidades apropiadas es clave, para él: "Siempre hay que levantarse de la mesa con la sensación de ‘me hubiera comido una cucharada más". Y, por supuesto, suma el ejercicio físico, pero sin llegar al extremo para no lesionarse y "hacer un pan con dos tortas".
"Por norma general, en verano se suele coger entre medio kilo y un kilo", apunta Ojeda. "Personas que llevan una vida desordenada durante todo el año pueden coger hasta ocho kilos. De hecho, lo que menos importa es lo que haces en verano. Lo que más, lo que haces durante el año", remacha.
"Siempre me ha llamado la atención que parece que en verano la gente entra en modo autodestrucción, cuando precisamente es un tiempo para estar relajados, para disfrutar de los tuyos, para poder cocinar, para poder salir... El verano es la mejor época para cuidarse y creo que deberíamos tenerlo muy claro", sostiene el nutricionista.
