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Soy técnica en nutrición y así se debe introducir el huevo en la dieta de un niño intolerante

Soy técnica en nutrición y así se debe introducir el huevo en la dieta de un niño intolerante

Existen una serie de pautas que hay que seguir durante el proceso y siempre con asesoramiento profesional.

Media docena de huevos.Getty Images

La intolerancia al huevo es una de las alergias alimentarias más comunes en niños pequeños. La técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón cuenta que, "a pesar de ser una fuente de proteína de alta calidad, muchas veces este alimento se evita por completo debido al miedo a una reacción adversa". Sin embargo, añade que "es importante abordar su introducción con precaución y de manera controlada para asegurarse de que el niño reciba los nutrientes que necesita sin comprometer su salud". A continuación, nos explica cómo introducir el huevo en la dieta de un niño con intolerancia, siempre teniendo en cuenta las pautas de seguridad alimentaria. 

En primer lugar, hay que identificar la intolerancia al huevo. "Antes de introducir el huevo, es esencial confirmar que el niño tiene una intolerancia o alergia real. Mientras que la intolerancia alimentaria se refiere a una dificultad en la digestión de ciertos alimentos, la alergia involucra una respuesta inmune, que puede generar síntomas graves como urticaria, dificultad respiratoria o anafilaxia". En cualquier caso, "siempre es recomendable consultar con un pediatra o alergólogo para obtener un diagnóstico claro", añade. 

En segundo lugar conviene diferenciar entre intolerancia y alergia. "Si bien la intolerancia al huevo es menos grave que una alergia, no debe subestimarse. La intolerancia puede causar síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, diarrea o hinchazón. Los síntomas pueden ser más leves en comparación con una reacción alérgica, pero igualmente deben ser monitoreados de cerca". Luzón explica que "la alergia al huevo, por otro lado, puede desencadenar una respuesta más inmediata y peligrosa, por lo que, en este caso, se debe evitar por completo el consumo de huevo". 

Además, la introducción debe ser gradual y controlada. "Si el diagnóstico es intolerancia y no alergia, la introducción del huevo debe realizarse de manera progresiva y bajo supervisión médica", añade la nutricionista. "En general, el proceso debe comenzar con cantidades muy pequeñas de huevo, como una pequeña cantidad de clara cocida, y observar posibles reacciones. Esta fase debe hacerse preferentemente en un entorno controlado, como en casa, donde se pueda actuar rápidamente si hay alguna reacción adversa". 

La primera fase a la que se refiere esta experta, según especifica, "comienza con una pequeña cantidad de yema cocida, que suele ser más tolerable que la clara". "Puede probarse con una cucharadita de yema cocida bien triturada o mezclada con otros alimentos suaves como puré de verduras. Pero es importante esperar al menos 48 horas antes de introducir más huevo para observar posibles reacciones". En cuanto a la segunda fas, prosigue Luzón, "si no hay reacción, se puede incrementar la cantidad de yema o comenzar a introducir la clara cocida, que es la parte más problemática del huevo en muchos casos". "La clara es rica en proteínas que pueden causar una reacción más intensa en niños con intolerancia", agrega. 

En cuarto lugar la observación del niño debe ser constante. "Después de cada introducción, es fundamental observar cualquier signo de intolerancia o malestar. Si el niño muestra síntomas como dolor abdominal, diarrea o hinchazón, es importante interrumpir el consumo de huevo y consultar al médico. Si no hay síntomas adversos, el huevo puede seguir introduciéndose de manera gradual", aconseja Ana Luzón. 

Y, en quinto lugar, se debe cocinar el huevo adecuadamente. "Es esencial cocinar bien el huevo para facilitar su digestión y reducir las posibilidades de reacciones adversas. Los huevos deben estar completamente cocidos, tanto la yema como la clara", recomienda la técnica en dietética. Así que "evita prepararlos crudos o poco cocidos, ya que esto puede aumentar el riesgo de que el niño tenga dificultades para digerirlos. carnes magras, pescado, tofu, quinoa y productos a base de soja que ayuden a compensar la falta de proteínas del huevo", añade. 

Y, finalmente, nos recuerda Luzón la importancia de contar siempre con un asesoramiento profesional. "Cada niño es único, por lo que es recomendable trabajar junto a un nutricionista pediátrico o alergólogo para adaptar la dieta según las necesidades específicas del niño. El acompañamiento profesional puede asegurar una introducción segura del huevo y otros alimentos potencialmente problemáticos", concluye esta especialista.