Una técnica en nutrición explica si es sano comer el alimento insignia de Soria
La experta cuenta las razones por las cuales ningún alimento por sí mismo determina tu salud, ni para bien ni para mal.

¿Es sano comer torreznos, el alimento insignia de Soria? "No es el torrezno, es el patrón lo que de verdad importa en tu alimentación", responde de forma clara la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón.
La cuestión es que en los últimos días se ha dado a conocer un estudio sobre el torrezno de Soria, realizada con un grupo de 40 monjas y publicada en Food Science & Nutrition, que señala que consumir 150 gramos de torreznos dos veces por semana, fritos en aceite de oliva virgen extra y dentro de una dieta rica en fibra, no sólo no perjudicó la salud de las participantes en esta investigación, sino que incluso mejoró algunos indicadores de síndrome metabólico.
Luzón explica al respecto que "ningún alimento por sí mismo determina tu salud, ni para bien ni para mal". Y añade las razones: "Lo que marca la diferencia es el conjunto de lo que comes a lo largo de los días, semanas y meses. Un torrezno puede tener cabida en una alimentación equilibrada, igual que un pastel en un cumpleaños o una copa de vino en una celebración".
"El problema surge", añade esta experta, "cuando construimos nuestra dieta alrededor de productos procesados, ricos en grasas de baja calidad, azúcares o sal, dejando en segundo plano lo que debería ser la base: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y proteínas de buena calidad".
Esta técnica en dietética destaca, además, que "el contexto lo cambia todo": "En el estudio soriano, los torreznos no se tomaban solos ni a diario, sino en un contexto muy específico: dieta rica en fibra, aceite de oliva virgen extra como grasa de cocinado y consumo moderado (dos veces por semana). Ese marco es lo que permite que un alimento tradicional y calórico no suponga un perjuicio para la salud. Lo contrario ocurre cuando este tipo de alimentos se consumen a menudo, desplazan a otros más nutritivos o forman parte de un estilo de vida sedentario y con exceso de ultraprocesados".
Pero también es importante resaltar, según nos recuerda esta especialista en nutrición, que "más allá de la comida, los hábitos pesan". "La ciencia es clara: la salud no depende solo de qué comemos, sino también de cómo vivimos. Factores como el descanso, la actividad física regular, la gestión del estrés y el entorno social tienen tanto impacto como los alimentos que elegimos", nos recuerda Ana Luzón. "De nada sirve obsesionarse con prohibir o santificar un producto concreto si después descuidamos lo realmente importante: el equilibrio y la constancia en el día a día", añade.
Por lo tanto, la idea es centrarse, en "un enfoque flexible y sostenible", recomienda Luzón: "Demonizar o ensalzar alimentos crea confusión y culpa innecesaria. No existen alimentos prohibidos ni milagrosos. Lo que sí existe es un estilo de vida que puede sostenerse en el tiempo: basado en alimentos reales, flexible, que deja espacio para el disfrute y que no convierte una comida puntual en motivo de angustia".
Otra cuestión a resaltar es que, en los últimos años, "hemos caído en la trampa del "salutismo”, advierte la técnica en dietética. Y explica lo que significa: "Pensar que todo debe girar en torno a la salud y que cualquier decisión alimentaria tiene que ser la más “perfecta” posible. Esta obsesión puede convertirse en un problema en sí misma, porque la salud no depende solo de lo que comemos. También influyen factores que están fuera de nuestro control, como la genética, el entorno socioeconómico o incluso la calidad del aire que respiramos".
Y añade que "cuando reducimos la salud a un alimento concreto, o a si algo es 'bueno' o 'malo', caemos en el nutricionismo: un enfoque reduccionista que no sólo genera estrés y culpa, sino que a menudo nos lleva a tomar peores decisiones". Así que, paradójicamente, "la búsqueda constante de lo más 'saludable' puede alejarnos del verdadero bienestar", destaca.
En conclusión, para esta experta la pregunta que debemos hacernos no es si comer torreznos es “sano” o “insano”. "La pregunta real es: ¿cómo podemos vivir y alimentarnos de una manera que sea suficiente, variada, flexible y libre de obsesión? Porque cuidar de nuestra salud también implica cuidar de nuestra relación con la comida y no convertirla en un campo de batalla", destaca Luzón.
