Seguro que muchos hemos soñado más de una vez con surcar el espacio y pasear por los inconmensurables cráteres lunares, contemplando un paisaje tan solitario como fascinante. Sin embargo, experimentar algo parecido no está solo al alcance de cohetes ni misiones tripuladas, sino que basta con adentrarse en un pequeño pueblo de Córdoba que tiene un bosque de piedra que poco tiene que envidiar a la Luna.

A menos de diez kilómetros del encantador municipio de Cabra, se extiende un paraje extraño que evoca a la perfección la superficie de nuestro satélite: el Lapiaz de los Lanchares. Ubicado en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, declarado Geoparque por la UNESCO, esconde un bosque de piedra que ha sido moldeado a lo largo de millones de años y hoy ofrece una estampa sobrecogedora de formas abruptas y crestas afiladas.

Este rincón kárstico de relieve irregular, que cuenta con unos ocho kilómetros cuadrados de extensión, está casi enteramente compuesto por roca caliza cuyo origen se remonta al jurásico medio. Con el paso del tiempo, la lluvia y las filtraciones subterráneas han ido socavando la piedra, creando grietas profundas y formaciones geológicas que han convertido a este bosque en uno de los escenarios más especiales de toda España.

Un entorno imponente

Lo que hoy es un entorno donde el silencio y la aridez de sus rocas recuerdan a la superficie de nuestro satélite natural, hace millones de años este mismo emplazamiento estaba cubierto por un prehistórico mar tropical. Aunque hoy el Lapiaz de los Lanchares es un tesoro geológico protegido, en épocas pasadas su caliza fue extraída en pequeñas canteras, quedando algunos vestigios de estas labores en el interior del bosque.

El término de lapiaz no aparece reflejado en el diccionario de la Real Academia Española, pero se refiere a una superficie rocosa irregular formada por piedras carbónicas y evaporíticas, creadas a raíz de la cristalización de las sales. Es decir, es el resultado de la erosión causada por el agua de escorrentías en campos de calizas y yesos, dando como resultado un paisaje kárstico. Ahora bien, este tipo de suelo no es capaz de retener el agua ni los nutrientes de la misma, por lo que la vegetación en la zona es escasa.

Más allá de la aventura geológica, la proximidad con el pueblo de Cabra convierte esta visita en una escapada completa. Esta localidad es conocida como ‘la Puerta de entrada a la Subbética’ y aparece en el popular “Romancero gitano” de Federico García Lorca, por lo que es un verdadero paraíso para los amantes del arte. Cabra ofrece callejuelas empedradas, rincones históricos y una gastronomía local inigualable para completar la jornada.