El único bosque subtropical de Europa se sitúa en Andalucía y se le conoce como "la selva virgen de la Península Ibérica"
Alberga una biodiversidad tan variada como asombrosa.
España conserva una densa red de parques naturales, cada uno especial por su geografía, su flora y su fauna. Son refugios donde se aúnan paisajes sorprendentes y tradiciones rurales que han modelado el territorio con el paso de los años. Cuando pensamos en este tipo de espacios se nos viene a la cabeza regiones del norte, pero lo que muy poca gente sabe es que Andalucía guarda un tesoro verde que se puede llegar a confundir con selvas lejanas.
Estamos hablando del Parque Natural de Los Alcornocales, situado entre las provincias de Cádiz y Málaga. Con una superficie protegida de 170.025 hectáreas, este extenso espacio natural alberga el mayor y mejor conservado alcornocal de la Península Ibérica, considerado también uno de los más importantes de todo el mundo. Su protección como parque natural data de 1989, aunque su valor ecológico fue reconocido en 1970 al ser declarado Reserva Nacional de Caza.
Este es considerado el último bosque subtropical de Europa y recibe a menudo el apelativo de “la selva virgen de la Península Ibérica”. La biodiversidad es tan variada como asombrosa: aves planeadoras y migratorias como buitres, águilas y cigüeñas conviven con mamíferos como ciervos, corzos, nutrias y el meloncillo. Asimismo hay presencia de especies más discretas y endémicas que hacen del parque un destino clave para ornitólogos y naturalistas.
Un paraíso natural
Lo que realmente convierte a este espacio en un lugar tan singular no es solo la densidad de sus bosques de alcornoque, sino también las condiciones climáticas y orográficas que favorecen la existencia de los llamados canutos: barrancos y gargantas profundas que se producen en los cursos altos de los ríos y donde se crea un microclima húmedo que permite la supervivencia de especies propias de bosques laurifolios y subtropicales.
Para los visitantes, Los Alcornocales ofrece desde rutas de senderismo entre quejigales y bosques de niebla hasta experiencias de aventura como el descenso de cañones y el piragüismo en tramos fluviales. También es posible recorrer restos arqueológicos o contemplar el paso migratorio en los puntos altos del parque. Además, en días despejados, las cumbres permiten llegar a divisar la costa africana en el horizonte.
Finalmente, los milenarios alcornoques se “descorchan” por turnos, cada nueve o diez años, sin dañar al árbol, convirtiendo al corcho en una fuente sostenible de recursos para la comarca. Por este motivo, la extracción tradicional del corcho es una actividad económica ancestral en Los Alcornocales, junto a ello, la ganadería, la caza mayor y el aprovechamiento micológico completan la economía rural del territorio.