En este país cambian la sal por la remolacha para el mantenimiento de las carreteras en invierno: "Vuelve a dar ejemplo"
El uso de la sal pone en peligro a la fauna.
En un gesto que combina innovación, sostenibilidad y protección animal, Suecia ha comenzado a sustituir la sal tradicional de carreteras por una mezcla muy inusual. Se trata de polvo de remolacha y maicena. La iniciativa, tan simple como ingeniosa, ya está generando interés en toda Europa.
El proyecto, lanzado en otoño de 2024 bajo la dirección de la empresa Svevia en la región de Örnsköldsvik, busca reemplazar la sal de carretera importada por una “sal circular” mucho más respetuosa con el medio ambiente. Esta alternativa se fabrica a partir de subproductos industriales ––como cenizas de carbón o restos de la producción de fertilizantes–– y su periodo de prueba se extenderá hasta junio de 2026, abarcando dos temporadas invernales completas.
Una idea celebrada por los conductores suecos
Desde el inicio del programa piloto, la reacción del público no se hizo esperar. Los conductores elogiaron la propuesta en foros y redes, celebrando que por fin exista una alternativa que protege los vehículos y las carreteras, y también al entorno.
Algunos de los comentarios según el medio Meglepetes fueron: “Por fin, una solución que proteja no solo los coches, sino también la naturaleza. ¡Espero que pronto se presente por todas partes!”, “Carreteras seguras y un entorno más limpio – Suecia vuelve a dar ejemplo.”
¿Por qué era necesario un cambio?
La sal convencional —utilizada globalmente para evitar la formación de hielo— es eficaz, pero también perjudicial. Su uso continuado daña los vehículos, degrada los suelos y, sobre todo, pone en peligro a la fauna.
Según un estudio, las aves suelen confundir los cristales de sal con comida. Al ingerirlos, pueden sufrir deshidratación grave, daño renal y, en muchos casos, la muerte. El problema se repite cada invierno en numerosos países.
La solución sueca
Para evitar estas consecuencias, ingenieros y ecólogos diseñaron una mezcla alternativa con tres factores clave. El primero es utilizar menos sodio, reduciendo el riesgo de toxicidad. Otro es el extracto de remolacha, que aporta color rojizo, mejora la adherencia y mantiene la humedad. El tercero es almidón de maíz, que ralentiza la disolución y prolonga la eficacia.
El color rojizo es fundamental ya que a diferencia de los cristales de sal, que se parecen a minerales o semillas naturales, la tonalidad de la mezcla disuade a las aves y evita que la confundan con alimento.
Resultados prometedores
Aunque el periodo de pruebas aún no ha concluido, los primeros resultados son alentadores. Las autoridades estiman que miles de aves han sido salvadas desde la introducción del método. Además, la reducción de la carga salina en suelos y aguas ya empieza a generar beneficios visibles para la vegetación y otras especies.
En términos de eficacia, la nueva mezcla ha sorprendido positivamente: mientras que la sal tradicional funciona hasta unos –6 °C, la mezcla de remolacha puede actuar incluso a –20 °C, gracias al efecto del azúcar y la materia orgánica, que reducen aún más el punto de congelación.
Los expertos de Svevia señalan, no obstante, que la estructura más fina de la mezcla exige ajustar la dosis y el equipo de dispersión. No es menos efectiva, simplemente requiere calibraciones específicas.