La isla a miles de kilómetros de Cataluña que tiene su nombre en catalán y se considera un laboratorio natural
Un nombre que despierta la curiosidad sobre sus orígenes.

Aunque la propia Cataluña no cuenta con una isla como tal, muchos podrían pensar que Cerdeña tiene nacionalidad catalana debido a su pasado como parte del reino de Aragón. De manera similar, en algún recóndito rincón de México se encuentra una isla que porta un nombre de herencia catalana, despertando la curiosidad por sus orígenes y la conexión cultural que sugiere, que puede suponer cierta confusión a primera vista.
Se trata de la isla Catalana, también conocida como la isla de Santa Catalina debido a que una vez el servicio cartográfico de los Estados Unidos la anotó como tal y ya perdura en muchos documentos con esta segunda denominación. Se encuentra en las aguas del Golfo de California, frente a las costas del estado de Baja California Sur, en México, y sus habitantes son animales tan exóticos como peligrosos.
La isla cuenta con una superficie de casi 40 kilómetros cuadrados y forma parte del Parque Nacional Bahía de Loreto, debido a su cercanía con esta ciudad, a unos 60 km. Ahora la isla está deshabitada, pero alberga una gran diversidad con varias especies endémicas, en su mayoría reptiles, así como variedad en la flora con predominancia de distintos tipos de cactus, lo que aporta riqueza natural al territorio.
¿De dónde viene el nombre?
El vínculo entre esta isla con Cataluña no queda del todo claro, ya que a diferencia de otros ejemplos de la zona como Danzantes o Coronados, no se sabe a ciencia cierta cuando fue bautizada la isla Catalana. Una de las teorías apunta a que fue durante la segunda de las expediciones de exploración de Francisco de Ortega en 1633, cuando bautizó la cerca isla Monserrat. Según detalla un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, el escribano de aquella expedición de Antonio Mayor, de Barcelona.
Ahora la isla se ha convertido en un verdadero laboratorio natural, donde la evolución y la biodiversidad se manifiestan en todo su esplendor. Su aislamiento durante millones de años permitió que las especies que quedaron atrapadas evolucionaran de manera independiente, dando lugar a una fauna y flora endémicas únicas, con animales como la lagartija de Catalana, geckos o iguanas del desierto; así como una imponente vida marina con delfines, calderones y otras especies que nadan cerca de las embarcaciones.
Aparte de la riqueza natural de la isla, según varios estudios aquí también se encontraban dos fuentes de agua potable y una mina de oro que todavía hoy no se ha podido localizar. En términos turísticos, actualmente la isla solo se puede visitar con permisos especiales y bajo la supervisión de guías expertos. Además, hay estrictas regulaciones que se deben seguir en este territorio para proteger su frágil ecosistema y garantizar la conservación del lugar.