Una mujer recorre más de 90 países y hay uno al que volvería una y otra vez: "Me trajo muchísima alegría"
Ya lo ha visitado en tres ocasiones y asegura volver en un futuro.
Muchas personas sueñan con recorrer el mundo, descubrir países lejanos y perderse en rincones aún desconocidos, pero lo que para la mayoría es una aspiración, para unos pocos se convierte en una forma de vida. Esos viajeros incansables comparten sus experiencias para inspirar a otros y demostrar que cada viaje deja una huella, y que algunos lugares, incluso para quienes lo han visto casi todo, se quedan para siempre.
Aunque su lema de vida es visitar cada país al menos una vez antes de repetir, una ciudadana estadounidense que suma más de 90 destinos en su pasaporte ha admitido que hay un único lugar al que vuelve sin dudarlo. En una entrevista con Business Insider, Jamie Davis Smith explica que Islandia la conquistó desde la primera visita y ya ha ido en tres ocasiones, y asegura que no será la última vez que regrese.
La decisión de repetir viaje no nació por casualidad. Según relata, fue una amiga la que la animó a reservar el primer viaje y se encargó de buena parte de la planificación. La promesa de cascadas imponentes, aguas termales humeantes, campos de lava y glaciares terminó por convencerla. Desde su llegada a Reykjavík, la sensación fue de enamoramiento inmediato: “Me sentí como en casa. Me encantó la aventura, la comida y la gente. No quería irme”, confesó.
Un destino magnético
Entre los motivos que enumera para volver están las auroras boreales, los paisajes casi sobrenaturales y la posibilidad de hacer escapadas desde la capital hacia rincones naturales muy diferentes en pocas horas. Además, destaca la cercanía relativa con la costa este de Estados Unidos, ya que un vuelo directo entre Washington D.C. y Reykjavík suele durar en torno a cinco a seis horas, lo que convierte a Islandia en un destino accesible para una escapada transatlántica corta.
La viajera también resalta un detalle urbano que le “trajo muchísima alegría”: la famosa calle pintada con los colores del arcoíris en Reykjavík, símbolo de la acogida y la visibilidad LGTBQ+ en la ciudad. La llamada “Rainbow Street” se ha convertido en un icono local desde que se pintó por primera vez con motivo del Pride y hoy es un punto habitual tanto para residentes como para turistas. Para ella, esa señal de bienvenida fue una prueba tangible de que Islandia es un destino inclusivo.
La oferta islandesa es magnética precisamente por su mezcla de naturaleza extrema fácil de acceder desde Reykjavík, una escena cultural pequeña pero vibrante y una reputación de seguridad y tolerancia que atrae a viajeros solos y a familias. Esa combinación fue la que empujó a la entrevistada a regresar hasta en tres ocasiones, una vez con amigos, otra con sus hijos y una tercera para perseguir las luces del norte; y mantiene viva su intención de volver.
Islandia, eso sí, no es inmune a los efectos del turismo, ya que algunos puntos muy populares, como el Círculo Dorado, playas de arena negra y algunos miradores, pueden resultar muy concurridos en temporada alta. Para quienes, como la viajera, sienten que este país “llama” cada vez de forma distinta, la receta para disfrutarlo es sencilla: planear paradas variadas, reservar experiencias al aire libre y dejar espacio para la sorpresa.