Es razonable que, después de ataques como el 11-S en EEUU, o en el más reciente de Paris, los gobiernos lancen algún tipo de represalia. Más allá de la mala puntería que caracteriza a la alta tecnología, estas reacciones son justificables. Sin embargo, apenas consideramos un contexto más amplio, aparecen las razones.
Para los musulmanes más fanáticos, que son los salafistas, la música es haram, el término para designar lo prohibido. La teoría es que los cánticos distraen a los creyentes y les impiden concentrarse en la adoración de Alá, por lo que invitan a la desobediencia y deben ser evitados. La prohibición no está en el Corán; el problema es la Sunna.
Estados Unidos y los aliados lanzaron la estrategia militar de atacar con bombardeos los territorios ocupados de Siria e Irak,evitando tropas en tierra. Dicha estrategia ha sido criticada. Sin embargo, nada sería más absurdo que pretender enviar a la muerte a miles de soldados que podrían ser presa fácil de emboscadas y encerronas.