Estamos ante una Comisión disfuncional que va a hacer más difícil que nunca el control parlamentario por el PE. La falta de correspondencia clara de las comisiones parlamentarias sobre sus objetos de control, presión e impulso político, obra de modo que prácticamente ninguna comisión parlamentaria tendría ahora competencia exacta con el área de gestión de ningún comisario.
Una UE diplomáticamente activa y capaz sería la mejor noticia planetaria: no solo la mejor diferencia respecto del desabrido balance de las Comisiones Barroso (2004-2014) sino una contribución crucial de relanzamiento de un ideal europeo.