Cerdán también estaba escribiendo un libro
No es de extrañar que un partido que valora tanto la cultura como el PSOE tenga tantos escritores de libros entre sus cargos.

Claro, como Leire. Por el motivo que fuera, Santos Cerdán no pudo cursar estudios de periodismo en su Navarra natal. Cosas que pasan. Pero siempre albergó en su interior un sabueso de la información, un Woodward, un Bernstein, un periodista de raza dispuesto a inmolarse por contar todo aquello que el poder no quiere que sepas. Así que lentamente planeó infiltrarse en las corruptas estructuras que el Partido Popular había construido durante el gobierno de Rajoy, para escribir el libro definitivo que acabaría para siempre con la corrupción. Nadie, ni siquiera su círculo más estrecho, podía saberlo, ya que nunca puedes poner la mano en el fuego por la radical honradez de tus colaboradores. Y eso explica las cuatrocientas noventa páginas del informe de la UCO.
De hecho, a Ábalos le ocurrió algo parecido, si bien en su caso el tema escogido fue el sistema prostitucional. José Luís, adalid del progresismo, martillo del machismo en todas sus formas, tan aliado feminista que un aliado feminista mayor no puede ser pensado, decidió hundirse hasta el cuello en el sórdido mundo de la explotación sexual femenina para escribir la madre de todos los informes periodísticos sobre la prostitución. No era otra su motivación. Como la de Koldo García, cuya prestidigitación con votos y urnas en las primarias no era sino un test de estrés, una prueba de esfuerzo realizada para certificar cómo la democracia interna del PSOE es tan sólida que ni siquiera acusa el golpe cuando un militante intenta engañar a todos sus compañeros dando un pucherazo.
Nada hay por tanto criticable en el comportamiento de los tres colaboradores necesarios de Peugeot de Sánchez. Quizá, sólo si nos ponemos excesivamente rigurosos, se les podría reprochar no haber avisado al presidente de lo que estaban haciendo. Pedro hubiera sido un confidente discreto de los afanes periodísticos de Koldo, Ábalos y Cerdán, y, al estar en el ajo con ellos, no hubiera pasado el mal rato que todos le vimos atravesar la tarde del jueves. Nada justifica hacer sufrir al Presidente de todos los españoles y las españolas, trayéndole por la calle de una amargura que se podia tocar en su rostro, —salvo, no lo descartemos, que Sánchez a su vez estuviera escribiendo un libro sobre cómo afrontar las responsabilidades políticas de la corrupción de tu equipo de una forma tan radical como pedir perdón—.
No es de extrañar que un partido que valora tanto la cultura como el PSOE tenga tantos escritores de libros entre sus cargos. Anda este fin de semana el Consejo de Ministros y Ministras inquieto porque Santos Cerdán, tras prometer que daría una rueda de prensa y entregaría el acta de diputado, no ha realizado ninguna de las dos cosas setenta y dos horas después. Temen que la derecha explotase en su propio interés la imagen de Santos y José Luís sentados juntos en el Grupo Mixto, o que haya que enviar una pareja de números de la Guardia Civil a detenerle en el aeropuerto de Bangkok —o el de Waterloo—. Tranquilos: si algo nos ha enseñado esta legislatura es que un socialista siempre cumple con su palabra. No le ha dado tiempo a entregar el acta porque, sencillamente, está terminando su libro.